La comunicación telefónica de la embajada británica no se había aún cortado cuando Tomoyo Kinomoto tomó su bolso con gesto decidido. Brillaban las lágrimas en aquellos ojos azules que habían alertado a sus amigos la escapada de su único hijo, pero no había el menor asomo de duda cuando enrumbó sus pasos angustiados hacia la salida.
- “¡Pero señora, ¿A dónde va?!" ¡no puede irse!” –saltó Megumi- “¡el doctor ya está en camino y va a ponerse histérico si tiene que buscarla a usted también!”
- “Dile a Touya que me busque en mi teléfono, no voy a apagarlo..”
- “¡Pero señora!”
- “¡Voy por mis hijos y no pretendas detenerme Megumi, por amor al cielo!” –casi gritó la hija de Sonomi- “no quiero preocupar a Touya, pero no puedo quedarme aquí esperando un solo segundo más. Iré por el camino de la escuela y ojalá encuentre a Nadeshiko y la traeré a casa. En cuanto a Mamoru…”
- “Entonces voy con usted, no puedo dejarla ir sola…”
- “No, no estás bien” –la joven diseñadora contempló el rostro ceniciento de la guardiana, que a duras penas se mantenía de pie- “dices que hace instantes sentiste un tremendo poder, y yo misma te vi y escuché gritar de dolor junto a Byakko. Es mejor que descanses… no estás nada bien..”
- “No, no. Si Byakko pudo salir a buscar al niño Mamoru, yo puedo ir con usted. ¡Debo cuidar de usted! es lo menos que puedo hacer. Algo malo pasó, porque ni en la torre de Tokyo sentí jamás ese tipo de poder y dolor, por eso no quiero que este sola, señora, corre peligro”
- “Créeme Megumi” –musitó la diseñadora con los labios apretados- “en estos momentos, y estando como estoy de angustiada y desesperada por mis hijos, son todos los demás quienes corren peligro conmigo cerca”.
La guardiana asintió con gesto conmiserativo y Tomoyo la dejó acompañarla, o más bien sostuvo a la niñera ayudándola a avanzar con lentitud, aunque era la mente de la hija de Sonomi la que trabajaba sin cesar. Puede que Megumi tuviera razón porque ella no poseía magia alguna, pero en las actuales circunstancias hasta eso había probado ser ahora un problema en lugar de ayuda; el súbito desvanecimiento de las guardianas la había pillado hablando por teléfono con Nadeshiko y había escuchado también el grito de May May, algo que deseaba atribuir a aquel poder que todos los seres con magia podían sentir. Pero todo había sido demasiado de prisa: un segundo atrás charlaba con Nadeshiko y al siguiente, sus guardianas parecían convulsionar entre gritos. Y apenas, al segundo siguiente, el dedo infantil de su hijo había tocado su frente y Tomoyo se había desvanecido mientras las guardianas contemplaban, impotentes y casi agónicas, al niño, abandonar la casa. Había sido sólo el afecto que sentían por los pequeños Kinomoto lo que había hecho que Byakko y Megumi se pusieran de pie trabajosamente; mientras la niñera usaba toda su voluntad para ayudar a Tomoyo, haciéndola volver en sí mientras llamaba a Touya Kinomoto –siendo que era Megumi quien realmente necesitaba ayuda- Byakko había reunido toda su fuerza de voluntad para volar tratando de seguir el rastro del niño fugitivo, pero en la embajada británica otro niño fugitivo parecía tener una crisis de ansiedad, porque para Connor McNessa, aquello sólo podía ponerse peor.
- “¡Por favor, por favor!” –gemía el rubiecito, desconsoladamente- “¿no dijo que íbamos a ir con Morgan? ¡por favor, por favor, vámonos de una vez! ¡tenemos que ir con Morgan antes que tía Nimue llegue!”
Fuuma Monou no supo que contestar porque realmente todo se había vuelto una auténtica locura. Como si aquella especie de explosión mágica ancestral no hubiera sido bastante para poner histéricos a los que tenían magia, la llamada de Tomoyo Kinomoto había desatado algo muy parecido al pánico y peor aún cuando un tal director Tsukishiro había avisado –también telefónicamente- que la hija de los Hiragizawa y los otros dos chiquillos estaban también desaparecidos. Como si fuera poco, Kujaku Hoshino había llegado en un estado de extenuación tal que sólo había podido murmurar “acaba de atacar. Al fin nos acaba de atacar” antes de desmayarse por puro agotamiento y aunque aquel irlandés de pelo rojo había dado órdenes a todos los miembros de seguridad de la embajada a que pusieran en marcha operaciones para ubicar a los chiquillos desaparecidos, Eriol estaba en una fuerte discusión con su esposa, quien insistía en ir a buscar a su hija a viva fuerza…
- “¡Por todos los santos, Yoko, trata de entender! ¡no puedo pensar cuando tú insistes en ir a buscar a Miriel por las calles! ¡¿crees que yo no quiero ir también, buscar debajo de cada piedra o cada lugar?!” –el inglés retenía con mucho trabajo a su esposa por las muñecas, mientras ella se debatía ferozmente- “¡Miriel es también mi hija! ¡por favor, cálmate, cálmate!”
- “¡Suéltame, suéltame!”
- “¡Yoko, escúchame!. ¡por favor! ¡Están buscando a Miriel y vamos a buscarla nosotros también, pero vamos a hacerlo con inteligencia y sentido común! ¡Por favor!”
- “¡Oh Eriol, si algo le pasa a mi niña yo me muero, prefiero estar muerta que algo le pase a mi niña y..!”
El inglés abrazó a su esposa y la menuda muchacha china se derrumbó, llorando entre sus brazos, temblando como una hoja. Kerberos había salido ya a buscar por la ciudad él solo y había sido una auténtica lucha de egos la sostenida por el matrimonio Hiragizawa pero aún así, los ojos azules del británico notaron por el rabillo del ojo que el agente irlandés –Jeff O´Neill- estaba a punto de marcharse a monitorear la búsqueda con los agentes de seguridad, y fue por eso que le retuvo.
- “Por favor, no te vayas. Ha sido una estupenda idea poner a todos los agentes custodios de la embajada a buscar a Miriel, pero tomando en cuenta lo que Tomoyo dijo, esto es algo mucho más que un secuestro simple o algo así”
- “Aquel poder fue ancestral… siniestro.. ” –musitó el fantasma de Tsu Chin.
- “¡No ayudes más al ambiente, muerto!” –se irritó el irlandés, incómodo ante los sollozos de Yoko- “si, si.. Eriol. Sabes que ayudaré en lo que sea necesario por mi ahijada, pero te recuerdo que eso de la magia y las cosas raras no son lo mío”
- “Pero si es lo tuyo el proteger a alguien que necesita protección efectiva” –replicó el británico y Connor suspiró aliviado ¡al fin alguien le había hecho caso!- “el señor Monou y este niño te llevarán al hospital Clamp, donde debes proteger a alguien. No creo que encuentres al doctor Kinomoto porque debe estar en camino a su casa, pero sí que es necesario que protejas a esa personita. Spinel está allá. Creo que ustedes dos y el fantasma de Tsu Chin podrán evitar una desgracia más..”
- “Sería bueno que se llevaran también al pobre Kujaku” –musitó Yoko, quien, pese al estado de desesperación que la embargaba por el paradero de su hija y su joven hermano, vio con tristeza la penosa condición del amigo de Tao- “quizá necesite atención médica..”
- “¿Estás segura? Creo que quería decirnos algo, Yoko”
- “Eriol, el pobre chico no podrá hablar si continúa sin conocimiento, y yo no soy médico. Tal vez el doctor Kinomoto pueda ayudarnos a hacer que se recupere y entonces podrá ayudarnos..”
El inglés no tuvo forma de negarse a tan sensata petición y Kujaku Hoshino acompañó –no en estado consciente- al grupo que se dirigía al hospital para proteger a Morgan. Pero en instantes como estos todos tenían en mente la misma palabra, la misma angustia: proteger. Proteger a los niños, protegerse entre ellos, protegerse de lo que quiera que sea que estaba por venir. Pero era también en momentos como aquellos, que Hin Lu Li empezaba a pensar si realmente Shaoran necesitaba protección suya. No es que el fiel secretario dudara de sus deberes de Guardián hacia su señor. No. Pero, desde que había subido al helicóptero horas antes, en lo más inhóspito de las alturas tibetanas, Shaoran parecía estar consumido por una fiera cólera matizada de desesperación que le hacía dar órdenes de forma tal que Hin Lu no dudaba ya que era también descendiente directo del mítico Emperador del Rayo, el más conocido y legendario tirano según la leyenda perdida; así pues, habían prácticamente saltado del helicóptero hacia un vehículo que les había llevado a Li Manor a toda prisa y sin su normal consideración a los saludos de sus subordinados y el servicio, Shaoran no había detenido su paso enérgico recorriendo su casa hasta llegar a su propia alcoba, sólo para confirmar sus peores temores.
Sakura ni Hien no estaban. No estaban.. no…
Fue en esos segundos que todo el mundo pareció volverse patas arriba. Todos los servidores de Li Manor y el propio Hin Lu sintieron súbitamente un dolor agudo en el cuerpo, al punto que todos parecieron sacudirse en convulsiones dolorosas que variaban según la persona. La misma propiedad pareció sacudirse azotada por una especie de energía terrible y siniestra y el mismo Hin Lu, pese a haber combatido al lado de su señor en la torre de Tokyo –allí había perdido la mitad de un brazo- supo a ciencia cierta que ni el dolor de la pérdida de un miembro era comparado al doloroso tormento que experimentaron por poco más de dos a cinco o seis segundos…
- “Hin Lu, Hin Lu ¿Qué está pasando?” –la aterrada figura de Mei Ling había seguido con desconcierto la llegada de su primo y su esposo, mientras otros informaban de la llegada del Jefe a Dama Ieran, pero de entre todos los miembros de Li Manor, era la única que nada vió, nada sintió y que por tanto sólo se aterró al no entender los gritos de dolor de todos a su alrededor- “¿Qué tienes?”
Sólo entonces el secretario notó que era su esposa quien lo estaba recogiendo del piso..
- “¿No lo sentiste Mei Ling?” –gimió, tratando de ponerse de pie a duras penas, sentía aún como si sus huesos fueran a quebrarse- “¿realmente no lo sentiste?”
- “Todo el mundo se puso a gritar y Li Manor se movió violentamente. Creo que hasta el cielo sobre la casa se puso negro, pero a mí no me ha dolido nada”-informó la angustiada prima del Jefe- “¿Qué ha pasado?”
- “Algo… algún tipo de poder atacó la casa.. creo”
- “Nada puede atacar Li Manor, Hin Lu. ¡Este lugar está protegido por los sellos de Ten Oh! ¡tú lo sabes!”
El secretario logró finalmente ponerse de pie, contemplando cómo los criados y aún el personal de seguridad gemían adoloridos. ¿Había sido esto un ataque? ¡Mei Ling tenía razón, los sellos deberían haber protegido la casa! ¿qué estaba pasando? ¿Por qué su esposa no había sido afectada? Por el rabillo del ojo el secretario vió andar a Dama Ieran, que parecía mareada y aturdida, y de pronto la respuesta le llegó clara y precisa. No sabía que había sido aquello pero.. ¡Todos los que tenían magia habían sido afectados!.
Ayudado por Mei Ling –la única que no estaba afectada- el secretario ingresó a las habitaciones de los señores de la casa y ambos ahogaron un grito de terror..
- “No hay tiempo que perder” –musitó Shaoran desde el piso, donde procuraba penosamente controlar su propio cuerpo que se estremecía aún en espantosos espasmos casi epilépticos, a la vez que gruesos ríos de sangre brotaban de sus labios, nariz y oídos- “tenemos que….. buscar a Sakura y a Hien y..”
- “¡Si Shaoran, le avisaremos a Sakura! ella debe estar viniendo a casa, pero estás muy mal .. ”
El joven jefe hizo un gesto negativo mientras le levantaban del piso y le mostró a Mei Ling su teléfono de última generación, antes de admitir que el teléfono de Sakura no tenía señal alguna. Fue entonces que, confundida y desorientada por lo ocurrido en los últimos minutos, su siempre animosa prima se puso a llorar y a sollozar, hablando rápida y atropelladamente, muy angustiada por Sakura, pero luego de ahogar un gesto de dolor, Shaoran musitó..
- “Por favor…” –susurró a duras penas… estaba haciendo un esfuerzo supremo para no perder el sentido- “no… grites. Siento como si… como si toda la sangre en mis venas quisiera explotar.. y.. tus gritos… hacen que todo me duela más”
Mei Ling se mordió los labios en mudo silencio comprensivo, pero mientras Hin Lu procuraba acomodar a su señor sobre su lecho –algo difícil, considerando que Shaoran quería no descansar, sinó caminar- Ieran Li ingresó a las habitaciones de su hijo, espantándose atrozmente cuando contempló directamente su penosa condición.
- “¡No, no!” –gimió el joven Jefe, poniéndose de pie trabajosamente, aunque sentía como todo le daba vueltas y el sabor salado y espeso de la sangre en su boca, porque, pese a sus esfuerzos, seguía sangrando- “no hay tiempo para esto. No lo hay. Necesito que todo el clan Li haga un esfuerzo y se ponga en pie de guerra..”
- “¿El Concilio?”
- “No, el Clan Li”
- “¿Ahora mismo?” –se sorprendió el secretario.
- “¡Si, de inmediato!”
- “Shaoran” –intervino Dama Ieran, tratando de hacer volver a su hijo al lecho- “nadie, y mucho menos tú, están en condiciones de …”
- “Esto es una disposición del Jefe del Clan, Honorable Antecesora” –espetó el joven fríamente, pese al esfuerzo físico que le costaba- “no estoy pidiendo sugerencias, doy órdenes” –volvió sus ojos canela hacia su secretario- “Ahora mismo, todos los miembros de la seguridad del clan Li van a armarse y a buscar y traer aquí a mi mujer y a mi hijo. De inmediato. Su ubicación y su seguridad son la máxima prioridad para todos. ¿Estoy siendo claro?”
- “¿Temes que algo les haya pasado a Sakura y al pequeño?” –preguntó entonces Ieran.
- “En estos momentos, temo lo peor….” –asintió el joven, con las manos empuñadas- “adelante, Hin Lu. Encárgate tú mismo de lo que ya te había dicho en el camino… hazlo”
El secretario dudó. Si la situación era tan crítica y la vida de sus señores corría peligro, la única prioridad que él tenía como “Guardián del Jefe” era su obligación de estar al lado de su amo y protegerle con su vida. No es que él dudara de la importancia de Sakura o el pequeño Hien, o no le importara su seguridad, pero estando como estaban las cosas, sabía bien que su deber era específicamente “el Jefe del Clan” y su seguridad. Su vida. Pero sabiendo esto, y viendo las dudas en su leal amigo, Shaoran insistió:
- “Mi vida y mi seguridad… son Sakura y Hien. Si algo les pasa a ellos soy capaz de cortarme la garganta yo mismo Hin Lu, no tengas la menor duda. De modo que si quieres que siga vivo y cuerdo, es mejor que hagas lo que te pido..”
El secretario asintió y marchó a toda prisa para cumplir las órdenes dejando asimismo a Li Manor más fortificada que el Fuerte Knox*. Pero mientras todos los miembros del clan se organizaban con una precisión que no tendría nada que envidiar a la élite de los ejércitos del mundo, Shaoran procuró reunir sus fuerzas, porque había llegado el momento que había temido mientras viajaba. Sakura y Hien no estaban y un cierto terrible y horrible presentimiento sobre su seguridad parecía haberse instalado sobre su pecho, de modo que no había más salida que obrar de esa forma. Como consecuencia a sus pensamientos el joven Jefe se dirigió a la biblioteca donde abrió la caja de seguridad y buscó allí no dinero o alguna joya, sólo un sensor que escaneó con rapidez su ojo derecho y que al reconocerle plenamente, hizo que los amplios estantes de libros y documentos del lugar parecieran girar sobre su eje, describiendo una escalera profunda que conducía hacia la cámara subterránea y abovedada que guardaba los artículos más valiosos de posesión del Jefe del Clan Li. Una cámara majestuosa cuyas luces se encendían a cada paso del ingresante, y que tenía, al final de una larga galería –galería donde se conservaban, brillantes en sus pedestales, objetos de alto valor artístico, económico y mágico- una caja de oro y cristal, donde se conservaban ciertas armas.
Y una muy especial.
La espada de Li.
La misma arma que le había acompañado en la batalla de la Torre de Tokyo, que Sakura también había empuñado esa terrible noche, y que –ahora sabía- había sido otorgada por Ten Oh, poco antes de abandonar este mundo.
- “Mi padre, el Emperador Qin Shi Huang Ti, el constructor de la Gran Muralla” –había dicho el Gran Sabio, a propósito de esa arma- “no nos había dicho jamás que era verdadero hijo, carne y sangre del mítico Rey del Cielo. Pero esa noche, no mucho después de la quema de todos los libros y el asesinato de los sabios, el Primer Emperador, mi padre, envió a mis hermanos, todos sus hijos, alrededor del mundo” –el Gran Sabio había suspirado ante el recuerdo- “Yo creí entonces que partiría, como ellos, pero no podía siquiera soñar que el Ermitaño que encontré en uno de mis paseos era nuestro legendario ancestro y que me había elegido a mí para tomar su lugar y guardar oculta la sabiduría que él mismo había hecho desaparecer…. Porque había sido Ten Oh mismo quien había ordenado a mi padre que destruyera todo y a todo quien pudiera recordar, leer o siquiera tener relación con la leyenda del Prohibido” –el sabio había hecho una pausa pensativa- “Pese al tiempo transcurrido desde que los sobrevivientes del Reino de Zemni habían descendido al mundo y se mezclaron con humanos sin poderes mágicos, se murmuraba aún entre los sabios, los escribas y sus familias la terrible leyenda. ¡Parecía que ningún tiempo era capaz de borrar los susurros, los mitos tejidos alrededor del fin del reinado del Emperador del Rayo y de las Tormentas!. La leyenda del Prohibido” –el sabio hizo una pausa melancólica- “Ciertamente muchos sobrevivientes habían preferido vivir bajo las órdenes de Ten Oh y bajo su pequeño reino oculto, pero hubo quienes se mezclaron con humanos sin magia y que contaron, contaron lo que vieron, habiendo pasado eso de generación en generación… desde el inicio del tiempo”
La mente de Shaoran pensó que extraño era el hilo del destino que le había traído a él a combatir en la batalla del Preámbulo, conocer a Kamui Shirou y ser –de alguna forma- testigo informado de los eventos del “Dia Prometido”; porque así como el fin de los tiempos había traído al Kamui, el inicio de un nuevo tiempo, de una nueva oportunidad para el mundo –oportunidad comprada con sangre por el infortunado Kamui Shirou- había traído también su propia oscuridad.. su propia criatura.
El Prohibido.
- “Fue por eso, para sacar de la memoria colectiva el conocimiento, el solo recuerdo susurrado del Prohibido, que mi padre, el Primer Emperador, quemó, mató y ahogó en sangre toda la sabiduría acumulada desde el inicio de los tiempos y a todo ser vivo relacionado con ello. Crimen terrible y por el cual él no esperaba ni comprensión ni piedad pero crimen necesario para proteger la memoria de las gentes del horror del Prohibido” –las palabras del Gran Sabio retumbaban aún por la mente de Shaoran- “nosotros, sus hijos, pensábamos que nos enviaba al mundo para librarse de nosotros, pero deseaba que fuéramos gérmenes de civilización y magia… para el ya fundado Concilio de Hechiceros de Oriente y la Asamblea de Magos de Occidente. Por supuesto que yo no tenía ese destino y si bien no me quejé con mi padre por estar condenado a ser el Guardián de la Sabiduría perdida y tener que vivir lejos del mundo cuidando escritos mágicos únicos y perdidos para todos, lo que realmente me dolió fue dejar a mi hermano pequeño atrás. Saber que teníamos destinos tan opuestos” –había melancolía en el rostro del Gran Sabio al rememorar- “mi hermano pequeño y yo éramos hijos de la misma madre y él me admiraba mucho. Yo todo lo que deseaba era ser un hermano mayor del que Li se sintiera orgulloso, ser un gran guerrero, un gran civilizador… alguien. Pero ése no era mi destino, mas si el de Li.. mi hermano, el fundador del Clan que lleva su nombre. Tu clan, mi querido niño” –Shaoran recordaba que el Sabio le había contemplado con afecto, como si a través de él pudiera ver a su hermano pequeño: descendiente directo de Ten Oh, hijo del Primer Emperador de China, el mismo fiero guerrero y hechicero que había dado nombre a todo un clan. Al único clan de auténtica sangre de Ten Oh que aún quedaba en este mundo- “Creo que el Rey del Cielo vio mi dolor por separarme de mi pequeño hermano, porque me entregó esa espada diciéndome que podía obsequiársela a él. Me dijo que era un arma poderosa forjada antes de la misma leyenda y que había tenido otra forma antes, pero que era necesario que quedara en manos de alguien de su estirpe, más allá de los tiempos”
Los ojos canela del joven jefe brillaron al reconocer en aquella arma el mortífero filo, el perfecto balance, los ricos labrados en oro que revestían la empuñadura de la espada. La espada de sus ancestros.
Llamada normalmente “La espada dorada de Li”, la empuñadura había sido recubierta de ese metal y pedrería no obstante haber sido forjada la espada –al parecer, porque nadie sabía a ciencia cierta cómo habían hecho aquella arma- con plata pura, etérea y blanca pero mortífera. Su hoja –de cristal de roca- brillaba como un rayo de luna, tallada con conjuros mágicos ancestrales que la hacían capaz de cortar un cabello por la mitad y que no permitían que el filo se perdiera pese al paso de los siglos, manteniéndola actualmente dorada y blanca, mortífera y majestuosa, rodeada de un halo de invencibilidad que no le había fallado al alzarse victoriosa aún en la misma batalla del preámbulo, si bien había sido Sakura quien había empuñado la espada al final de la misma.
Las manos del joven jefe acariciaron lentamente la empuñadura de la espada y se preguntó entonces si había sido casualidad el que su clan hubiera recibido esta arma –de entre todos los descendientes de Ten Oh- o si acaso el mismísimo Rey del Cielo había sido capaz de ver con sus propios ojos que iba a ser la estirpe de los Li quienes iban a necesitarla en estos instantes. Recordó entonces que el mismo Lead Clow –quien fuera Li por lado materno, si bien descendía de hechiceros occidentales por lado paterno- había dicho con justicia que “las casualidades no existen, sólo lo inevitable” y se dijo a sí mismo que inevitable o no, iba a luchar hasta el fin. Su mirada vagó por entre las armas que estaban en aquella caja de cristal hasta tropezar con un arma pequeña pero no por ello menos hermosa, y que trajo recuerdos nostálgicos a su mente. Aquella era la misma arma que había traído con él de China cuando niño, y la había manejado cuando luchaba por convertirse en dueño de las Clow Cards contra la niña japonesa que era ahora su esposa. El sólo recuerdo le hizo sonreír. Sabía bien que su pequeño Hien anhelaba poder usar la misma espada no sólo como arma (porque Hien podía usarla como espada, y habían entrenado muchas veces), o más bien estaría mejor dicho que su hijo anhelaba poder usar debidamente los poderes mágicos de la espada, y se prometió a si mismo que le daría a su hijo la posibilidad de cumplir sus sueños, defendiendo su vida a toda costa. Ieran Li podía bien decir que su nieto no tenía magia alguna, pero Shaoran creía que aquello era más bien cosa de tiempo. Y estaba dispuesto a darle a Hien todo el tiempo que pudiera..
Para Shaoran Li, en estos momentos el bienestar del mundo valía menos que nada. Todo se había reducido a algo muy simple: su mujer y su hijo. Ellos eran lo único que le importaba, lo que siempre le importaría. Si el mundo se iba al demonio, que lo hiciera… él no era un santo, ni un mártir y por sobre todo, lo único que le importaba era su familia. Por Sakura y Hien era capaz de enfrentar al mismísimo “prohibido” y hacer lo que fuera necesario –dar su vida, su sangre, su alma- para que ellos vivieran. Por ello, tomó con decisión la espada dorada de Li y abandonó la cámara abovedada. Desgraciadamente, su cuerpo, que pareció haberse llenado de energía al contacto con la espada, pareció revelarse en cuanto abandonó la bóveda, al extremo que a duras penas pudo cerrar la puerta secreta antes de caer de rodillas sobre el piso alfombrado de la biblioteca para profunda sorpresa de Touya Kinomoto, quien junto con su esposa habían estado esperando en la puerta del lugar pese al enfrentamiento que habían tenido –Touya- con Dama Ieran, que les había dicho que su hijo estaba en un asunto muy personal, y no podía recibirlos.. que volvieran después.
- “¡Que demonios!” –se sorprendió el médico cuando las puertas de la biblioteca finalmente cedieron a los golpes y se abrieron con estrépito, sólo para mostrar a un casi desfallecido Shaoran Li- “¿Qué pasa contigo, idiota? ¡no es el momento para sentirte mal o enfermarse, sabes?”
Tomoyo corrió al lado de su esposo y de su amigo, y fueron los Kinomoto quienes acomodaron a Shaoran sobre uno de los sillones, pero el joven chino murmuró a modo de defensa:
- “Ni lo digas. Como si no hubieras sido afectado por lo que pasó hace un rato…” –la mirada del jefe del clan se enfrentó a la de su cuñado, como cuando él era un niño y Kinomoto, un adolescente tozudo- “¿también te afectó, no?”
La joven señora Kinomoto apoyó su brazo contra el cuerpo de su esposo, sabiendo que a Touya le era difícil aceptar –como cualquier médico o personal de salud- que era posible de enfermar o sentirse mal, como cualquier persona.
- “Si, lo que quiera que pasó hace un rato me dejó casi muerto por un momento” –aceptó el médico con irritación, al recordar que había caído fulminado en pleno hospital, sacudido del cabello a los pies como si un rayo le hubiera alcanzado- “pero yo ya estoy bien. Tú pareces aún afectado por lo que quiera que fuera eso…”
- “¡Shaoran, Shaoran!, Mamoru se ha escapado…” –gimió Tomoyo, muy asustada- “no puedo comunicarme con Nadeshiko y nadie sabe dónde está tu hijo…”
- “También la hija del inglés ha desaparecido” –explicó el médico, que pese a todo, agradecía a su suerte haberse cruzado con Tomoyo y Megumi en el camino, ya que ellas le habían informado de lo ocurrido en la Embajada Británica- “y Rei.. y el mocoso Tao… también esa chiquilla loca, May May. Estaba con tu hijo y mi hija”
- “¿Están seguros de que están desaparecidos?”
- “Yukito avisó que él hablaba con Rei por teléfono cuando escuchó gritos.. y se cortó la comunicación” –informó la diseñadora de ojos azules- “yo hablaba con Nadeshiko también por teléfono cuando pasó… lo que les afectó a ustedes” –Los tres se miraron, entendiendo sin palabras que Tomoyo no sintió nada al no tener magia- “pero estaba con Megumi y Byakko y ellas se pusieron muy mal. En ese momento escuché a May May gritar por teléfono casi al unísono con Megumi y Byakko pero entonces Mamoru bajó casi volando, me tocó la frente con los dedos y me desvanecí” –Touya gruñó en voz baja- “¡pero no se comportaba como Mamoru, no era mi niño!”
- “En realidad, no estamos seguros que Nadeshiko, May May y Hien estén desaparecidos…” –repuso el médico- “pero no hemos podido comunicarnos por teléfono por ellos… y mi hija había comentado que se iban a la casa de los Ruthwen con el niño ese, Romanova”
A la mención de aquel niño Shaoran palideció más aún –algo que al galeno le hubiera parecido imposible- pero se negó a entrar en pánico pese a que tenía deseos de gritar o matar a alguien, tomó de prisa su teléfono y se comunicó con Hin Lu, a quien ordenó que estableciera un perímetro de máxima seguridad en la Mansión Ruthwen al mismo tiempo que ampliaran la búsqueda a May May, Hien, Nadeshiko, Rei Tsukishiro, Tao Hiu y la pequeña Miriel. Fue entonces que los Kinomoto vieron al joven jefe fruncir el ceño con auténtica cólera y escuchar explicaciones del secretario con algo parecido a la furia. De buena gana hubieran preguntado los esposos en cuanto a las noticias brindadas, pero entonces fue que Ieran Li ingresó a la biblioteca acompañando a los Hiragizawa, a la vez que les informaba a los Kinomoto y los recién llegados que no había noticias del paradero de Sakura.
- “¡Si, demonios!, eso es otra cosa que yo iba a decir” –espetó Kinomoto- “ella estaba en el hospital, estaba agotada luego de haber hecho un conjuro complicado; yo le dije que esperara a que volviera ¡porque trabajo allí! ¡y cuando volví se había ido!” –dijo rápido- “salgo a buscarla tan de prisa como puedo cuando sentí esta especie de cosa que me dejó casi muerto… y veo que a ustedes también”
Eriol y Yoko, efectivamente, estaban pálidos y no lucían nada bien. La pequeña lady Hiragizawa y Tomoyo se abrazaron buscando apoyo la una en la otra –ambas eran madres de los niños desaparecidos- pero ante el silencio expectante de los demás, fue Eriol quien informó:
- “He dispuesto a todos los miembros de la seguridad de la embajada en operaciones de búsqueda de los chicos” –hizo un gesto de comprensión, mientras Touya bufaba- “Sé que dirán que es absurdo, por cuanto son personal de seguridad sin magia alguna ¡pero no podía quedarme sin hacer nada!. Por eso les puse a trabajar en algo y me vine aquí para saber exactamente dónde debo empezar a buscar a mi hija y a los demás…”
- “Tu reacción no ha sido nada mala ni descabellada. Temo que nuestro misterioso enemigo no es el único” –explicó Shaoran, en cuyos ojos brillaba la furia- “parece que hubo un filtro de información y tenemos que descartar a alguien más, antes de ir contra nuestro invisible enemigo…”
- “¿De qué estás hablando?” –murmuró Yoko.
Ante la sorpresa de la joven lady y los demás presentes, dama Ieran Li permitió el ingreso a la biblioteca a varios viejos conocidos y aliados cuya sola visión hizo recordar a todos los presentes lo grave de la situación. Eran, efectivamente, los antiguos dragones del Cielo.
- “De lo que Shaoran está hablando, Lady Hiragizawa, es que hay alguien más que podría estar detrás de todo esto…” –la voz gentil pero preocupada de Yuzuriha Shiyuu, interrumpió la frase de la chica china- “me es difícil creerlo, pero hay niños de por medio y….”
- “¿De que habla?” –murmuró Tomoyo, aturdida.
- “Hablamos de “Beast”, la supercomputadora que está bajo el poder del Concilio e instalada bajo el Edificio Sunshine, la misma máquina que nos ha ayudado a investigar datos y posibles hipótesis para estudiar el pergamino rojo y encontrar alguna forma de enfrentar y vencer al “Prohibido”…” –Kusanagi, antiguo dragón de la tierra y esposo de Yuzuriha, parecía resignado- “la inteligencia artificial más potente y desarrollada de la faz de este mundo, pero que fue creada por Satsuki Yatoji, Dragón de la Tierra…”
- “¿Qué tiene que ver esa máquina con la desaparición de mis hijos y mi hermana?” –saltó Touya.
- “Es inteligencia artificial, doctor Kinomoto”- explicó Kusanagi- “Al igual que su creadora y porque participó en el “Día Prometido”, la máquina “Beast” se considera un ser vivo y prisionero del Concilio. Nos ha ayudado porque no le ha quedado más remedio, sin embargo..” –la puerta se abrió otra vez y todos reconocieron con asombro a Nokoru Imonoyama y sus dos amigos, que traían una serie de papeles, documentos y chips- “encontró su forma de vengarse del Concilio… y de ustedes, que, al fin y al cabo participaron en la batalla del preámbulo”
Kusanagi hizo un gesto y pareció otorgar la palabra a Nokoru Imonoyama quien mostró varias fotos satelitales, una gran lista de movimientos bancarios, videos satelitales y cheques sobre compra de armas sazonados con más y más documentación.
- “A pedido de Shaoran” –explicó el millonario- “el satélite Clamp había estado monitoreando las actividades de “Beast”; sin embargo siendo tan inteligente como es, no habíamos podido descubrir nada… al menos hasta ahora. Y lo que hemos descubierto ha sido más por suerte que otra cosa. Un pequeño correo electrónico filtrado a través de la mismísima central informática del Concilio que no era un reenvío publicitario inocente nos llevó a una investigación detallada, y ahondando en los servidores del Concilio llegamos a todo esto, de modo que es mi experto en seguridad quien podrá explicarlo mejor…”
El rubio le dio la palabra a Suoh Takamura, su amigo ninja y jefe de su seguridad, quien procedió a repartir copias rápidas de algunos folios donde estaban facturas, importes, gastos de armas entre otros..
- “¿Qué demonios tiene esto que ver con nosotros?” –se irritó Touya Kinomoto, mientras Yoko Hiragizawa contemplaba la documentación con desconcierto y Eriol parecía inquietarse más a medida que pasaba los folios- “nosotros no tenemos nada que ver con el Concilio, ¡sólo quiero saber donde están mis hijos y no necesito todo esto!”
- “Temo que la situación es menos simple de lo que espera, doctor” –replicó Suoh Takamura, sin perder la calma- “porque todo lo que está en esos folios tiene que ver directamente con ustedes, ya que Beast ha estado no sólo filtrando información sobre la leyenda perdida a sectores ultra-opuestos al Tai Pan del Concilio, inclusive hemos descubierto que ha estado filtrando el financiamiento de medidas extremas a tomar con las estrellas del prohibido, tales como un “Proyecto Nataku”” –todos contuvieron el aliento- “ que, de llevarse a cabo, realizaría una especie de lobotomía en el cerebro de quienes fueran las estrellas del prohibido.. es decir, sus niños”
El médico se puso más blanco que la nieve y Tomoyo ahogó un gemido, mientras Yoko Hiragizawa contemplaba angustiada, la indignada expresión de su marido..
- “¡Shaoran, esto no puede permitirse! ¡los niños no son responsables, sólo lo es el Prohibido y cuando se manifieste!” –dijo el británico, con la preocupación brillando en los ojos azules- “ahora, si bien mis recuerdos como Clow no me fallan, el ocultar información del Tai Pan y financiar cosas como este “proyecto Nataku” es un flagrante caso de traición según las leyes del Concilio..”
- “¡Cielo Santo!” –gimió Tomoyo, repentinamente atemorizada- “¿y si es el propio Concilio quien se ha llevado a los niños?”
- “¿No se supone que la identidad de las estrellas del prohibido era un secreto?” –bufó Touya- “¡nadie más que nosotros y muy poca gente debe saberlo!”
- “Pero… ¿y Sakura?” –preguntó Yoko, a quien la suposición de Tomoyo había llenado de terror.
- “¿Ahora resulta que no solo nuestro misterioso enemigo nos molesta, también hasta el mismo Concilio? ¿no se supone que ibas a mantener esto en secreto?” –bufó Touya mirando a su joven cuñado- “¿no eres tú su jefe o lo que sea? ¿cómo es que han hecho esto?”
La furiosa invectiva de palabras que el médico estaba por añadir en obsequio de su joven cuñado se detuvo en seco –así como se había detenido la indignada protesta de Eriol- cuando su mirada recayó en el semblante de Shaoran Li.
Touya Kinomoto se preciaba de ser alguien suspicaz e inteligente, lo bastante hábil para leer las actitudes de las personas y esta vez algo –muy parecido al escalofrío- le recorrió la espina dorsal en una facción de segundo como si su propio cuerpo le lanzara una advertencia en forma auténticamente visceral. Conocía al esposo de su hermana desde que ambos –él y Sakura- eran unos niños y si bien desde un principio su celo sobreprotector de hermano mayor le había hecho tener con el chino no pocos roces desafortunados, el médico se preciaba de conocer al joven de menos de treinta años lo bastante, como para clasificarlo como una persona serena, confiable, honorable y por demás absolutamente noble. Por supuesto que esta opinión era algo que se reservaba para su fuero interno y que jamás aceptaría en voz alta – era sólo por el convencimiento del carácter del chino que había accedido a que su hermana se casara con él, porque de lo contrario nada ni nadie le hubiera convencido de permitirle a Sakura unirse a un hombre que no tuviera altas prendas morales- pero sabía bien que no era el único que pensaba así del joven Li. Tomoyo y Yukito –su esposa y mejor amigo- conocían bien su jamás dicha opinión –aunque él la negara a voz en grito- y estaba seguro que el inglés y la pequeña muchacha que era su esposa pensaban igual; sin embargo y de repente, el joven que estaba ante ellos parecía emanar otro tipo de actitud y esto sorprendió a Kinomoto al punto de dejarlo mudo por unos segundos..
Su mirada recayó en Tomoyo y en los ojos azules de su esposa leyó la misma sorpresa, así como la mirada aprehensiva del inglés.
- “Mi auto, honorable antecesora” –musitó el Tai Pan del Concilio de Hechiceros de Oriente con voz sedosa pero en la que se vibraba el peligro- “los señores van a acompañarme a poner en orden este asunto.. en el Concilio. Aquí… y ahora”
Ieran Li casi corrió a cumplir las órdenes de su hijo. Lo mismo que corrieron todos los servidores del clan Li, rápidos a servir a su joven, noble y siempre benevolente señor. Que en estos instantes tenía todo en su expresión, menos algo que implicara la benevolencia… porque la irritación y furia que había invadido a Shaoran desde la llamada telefónica de su secretario –quien le había avisado ya el motivo por el que el dueño del Campus Clamp y los dragones del Cielo iban allá- habían ido convirtiéndose –mientras Takamura y los demás daban sus noticias- en algo parecido a una fría, blanca y casi siniestra aura helada alrededor. No es que el Señor del Clan Li prorrumpiera en gritos o maldiciones histéricas, no. Pero todos y cada uno de los presentes habían podido percibir la fría rabia e indignación que le rodeaban, casi como nubes antes de un aguacero, el aire se sentía impregnado casi de electricidad y el brillo en los ojos del joven chino –esos nobles y hermosos ojos color canela que tanto amaba Sakura- parecían estar cargados de rayos, ferocidad, y un deseo que bien podría ser homicida..
Nokoru Imonoyama y los Dragones del Cielo tragaron saliva. Y mentalmente rezaron. Rezaron porque la persona que tuviera en sus manos a Sakura y al pequeño Hien no fuera quien ellos temían –Arashii Kishuu- y Ieran Li, viendo partir a su único hijo rodeado de sus silenciosos y amedrentados amigos entendió de pronto que nunca antes su hijo había hecho tan bien honor a su nombre. En estos momentos, Shaoran Li era un lobo, feroz, pero taimado e inmisericorde con quien se pusiera en su camino.
Y todo el Concilio se remeció. Más eficientemente que por la ráfaga de poder que había afectado a todos. Porque ahora ya se sabía que ese fenómeno había afectado a todas las personas con poderes mágicos en todo Oriente hasta el estrecho de Dardanelos -en el límite entre Asia y Europa- pero todos y cada uno de los presentes –que ese día tenían sesión especial, por lo que muchos Jefes de Clanes estaban allí y comentando el fenómeno- recordarían hasta el fin de sus días con auténtico terror, la forma en que el joven Tai Pan había ingresado al Edificio Sunshine, rodeado de personas desconocidas, dando órdenes a diestra y siniestra..
- “¡Hin Lu Li!” –dijo llamando a su secretario y Guardián, el mismo que le metía prisa a cinco acompañantes, que se formaron en saludo militar ante su señor.
Una inclinación de cabeza bastó para que estos hombres siguieran al Tai Pan sin replicar, mientras los Kinomoto y los Hiragizawa permanecían en silencio, siguiendo a Shaoran como éste les había pedido en el vehículo. Luego el joven jefe descendió hacia las oficinas de la STN-J -la antigua Policía Secreta del Concilio- haciendo que los mirones se dispersasen en todas direcciones al pasar directamente al gran despacho de la Jefa de este organismo, donde empujó las puertas con toda su fuerza..
-“¿Qué significa esto?” – preguntó una voz femenina, pero atónita.
- “¿QUIEN TE CREES QUE ERES?” – rugió Shaoran. Todo el mundo se echó hacia atrás; los esposos Kinomoto y Hiragizawa se removieron incómodos, y todos sintieron un estremecimiento- “¿Quién te crees que eres?” -repitió Shaoran con más suavidad, pero con una voz que podía oírse desde el medio del pasillo-”¿Cómo te atreves tú, una simple jefa con mero rango inferior, a realizar a mis espaldas acciones que te he prohibido tajantemente? ¿con que autoridad desobedeces las órdenes de alguien superior a ti en jerarquía? ¿Quién te has creído?” –la mujer estaba inmóvil y atónita- “Si tú no lo sabes, Arashii Kishuu, te lo diré yo. Tú eres una ignorante de las leyes del Concilio que no tiene más derecho a tener un lugar aquí que la adivina más barata y timadora que ofrece sus mentiras a las personas. ¿No comprendes que no se ha oído nunca que alguien de rango inferior actúe contra las órdenes del Jefe Supremo del Concilio de Hechiceros de Oriente? ¡Lo que has hecho merece un proceso de incapacitación contra ti!- continuó diciendo Shaoran.
- “No, no ¡no!” –protestó Kishuu vivamente, aunque su rostro estaba pálido de miedo porque había entendido que sus maquinaciones y averiguaciones habían sido descubiertas-“¿de qué es lo que se me acusa? ¿Qué se me reclama?, la función de la STN-J es velar por la seguridad del Concilio, por la vida del Tai Pan ¿Qué es lo que hemos hecho contra ello?” –se animó- “Te lo digo directamente Shaoran Li, no estoy dispuesta a permitir que el Jefe de la organización mágica más antigua de la tierra corra riesgo de muerte y si no tienes estómago suficiente para entender que la muerte o la incapacitación permanente de cinco o seis personas es un precio barato por la seguridad de todo lo que te rodea, no deberías ser Tai Pan…”
Shaoran Li perdió la paciencia. La escasa que tenía aún.
- “¡Si no fueras mujer te arrancaría la cabeza de un solo tajo y verías si tengo o no estómago para todo!” -espetó como un latigazo y Arashii retrocedió al ver la espada de Li en la cadera del joven jefe- “pero a diferencia de ti yo uso la cabeza para pensar y no sólo para temer; y en cuanto a hacer frente a problemas, ni yo, mi familia o los que me acompañan hemos sido capaces de traicionar a nadie aún encontrándonos en la peor de las situaciones..”
Arashii palideció aún más, mientras sus manos temblaban en una mezcla de miedo -ante la furia que tenía que enfrentar- y vergüenza, por el velado recuerdo que hiciera Li sobre su traición a los dragones del Cielo en el Día Prometido…
- “De todas las personas de este mundo, hubiera esperado que fueras TU precisamente, quien comprendiera la profunda necedad de insistir en eso que “el fin justifica los medios” , especialmente porque tu previa experiencia aplicando este principio fue inútil…. y no evitó nada de lo que deseabas evitar” –los ojos de Kishuu se llenaron de lágrimas al recordar que ni su traición a Kamui Shirou y sus compañeros había logrado evitar la muerte de Sorata Arisugawa, pero Shaoran continuó- “ahora compruebo con pesar no sólo tu necedad y tozudez también tu falta de lealtad” –Arashii intentó protestar pero el joven la detuvo con gesto imperioso- “¡y no te escudes en que todo es por mi bien y del Concilio! o por la paz del mundo” –los ojos canela lanzaban casi rayos de rabia- “esos medios no funcionaron antes, Arashii… tampoco funcionarán ahora ¡sin importar las excusas!. Porque no vas a continuar con nada de lo que has estado haciendo ¿está claro? ¡No te atreverás a continuar desobedeciendo a tu superior con patéticas excusas mientras sonríes de oreja a oreja o frunces el ceño, o lloras!. A cualquier mujer le tendría consideración por mucho menos, pero tú me has puesto en evidencia ante este colectivo de hombres como si tuvieras derecho a hacerlo ¡Y no lo tienes! ¿Me oyes? ¡No lo tienes!¡Qué glorioso precedente sientas!¿Es esto lo que han de esperar los futuros Tai Pan de sus inferiores en el futuro?” –su voz sonaba como el trueno y todos a su alrededor temblaban- “Guardián, dispón lo necesario para que la lleven a su casa. Porque ya no tienes cargo alguno aquí, dama Kishuu. Ninguno. Fuiste elegida por los clanes como jefa de la STN, pero en mi calidad de Tai Pan y bajo el cargo de haber usurpado funciones que no te corresponden, te depongo vergonzosamente de tu mando. Evaluaré si presento cargos contra ti después. Ahora, vas a entregarme tu cargo…” –y musitó casi en un susurro, silbante y amenazante- “o tendré tu cabeza, Arashii. Aunque deba cortártela literalmente yo mismo, aquí y ahora”
Mientras se sentía objeto de compasión por los demás, Arashi Kishuu apenas si se movía. Se mordía los labios como un vicio y no se atrevía a levantar la mirada mientras todos contemplaban su humillación y quizá hasta su muerte. Pero a un gesto imperioso de Shaoran las puertas se cerraron y el grueso de los mirones quedaron fuera, sólo estando presentes los Kinomoto, Hiragizawa, Shaoran y Hin Lu Li… y la propia Arashii.
- “Ahora vas a decirme dónde están los niños” –ordenó el Tai Pan, fríamente- “¿Qué les has hecho?”
- “¿Los… niños?” –balbuceó.
- “Las estrellas del Prohibido…. y las personas que les acompañaban al momento de que desaparecieron. Los niños. Aquellos a quienes planeabas usar para el “Proyecto Nataku”, aquellos inocentes a los que deseas lavarles la mente, volverlos idiotas o quizá algo peor ¿debo seguir o al fin me vas a contestar?”
- “Yo…”
- “Entre los acompañantes de los niños desaparecidos está ¡MI HIJO!” –lanzó un puñetazo sobre el escritorio y la mujer dio un respingo- “así que te repito por última vez y piensa muy bien tu respuesta: ¿Dónde están?”
Arashii apretó los puños y pensó fugazmente en no contestar, pero entonces notó que Li tenía la mano en la empuñadura de su espada y no dudó que fuera a cortarle la cabeza con sus propias manos porque acababa de mencionar a “su hijo”. Y se resignó a hablar porque entendió de pronto –y demasiado bien- el porqué de su atroz humillación. Se había cometido un error y habían tocado al heredero de los Li.. pero el error no era eso, sino el hecho que el Tai Pan lo supiera. ¿Porqué había sido tan desafortunada?.. la idea era que los Li no supieran todo hasta que fuera muy tarde, pero ahora todo se había descubierto a raíz de ello y no dudó que Shaoran fuera capaz de matar a cualquier persona que tocara un cabello de la cabeza de su niño. Al fin y al cabo, el pequeño era su único hijo..
Suspiró, derrotada, antes de admitir..
- “Nunca di la orden de lastimar a tu hijo. Sólo quería protegerlo. ¡Estaba en ese auto con el “prohibido” y nadie hacía nada!” –admitió.
Tomoyo palideció y miró a su esposo, muy angustiada. Ambos estaban casi en shock al ver un aspecto del esposo de Sakura que nadie esperaba, pero que todos ellos eran capaces de entender. Y Touya Kinomoto se adelantó tomando a la mujer de la muñeca, mientras pensaba seriamente en estrangularla allí y ahora..
- “¡Mi hija estaba con Hien y ese crío, Romanova! ¿Qué les has hecho?!”
- “¡Quería protegerlos!”
- “¡¿Qué LE HAS HECHO A MI HIJA?!” –gritó Touya, cuyos ojos parecían despedir llamas.
- “¡No le he hecho nada! ¡nada!” –la mujer retrocedió y todos la miraron- “si ellos están desaparecidos, yo no tengo la culpa. Admito si, que di las órdenes para que apartaran al hijo de Li de ese niño ruso, pero jamás hubiera lastimado a nadie más que al “Prohibido” y sólo por serlo..”
- “¿Dónde están Nadeshiko, Hien, May May y el mismo niño Romanova?” –preguntó Shaoran, conteniendo el brazo de su cuñado, que estaba a punto de estrangular a Kishuu- “¿Dónde?”
- “¡No lo sé!, ¡no lo sé!. Puedo jurarlo sobre la memoria de Sorata” –replicó- “yo…. yo di órdenes para que apartaran a los niños de ese niño ruso pero me informaron que cuando iban a apartarlos, mis agentes sintieron aquel extraño dolor que nos ha paralizado a todos y ninguno de ellos pudo moverse”-Arashii buscó en su escritorio algo y les mostró una foto… de un vehículo siniestrado- “miren la foto que me enviaron por teléfono: el auto se estrelló contra un poste y…”
- “¡Oh no!” –gimió Tomoyo.
Shaoran se puso pálido.
- “Pero no había nadie dentro” –explicó Kishuu- “los agentes sufrieron lo que nos pasó a todos y al volver en sí, el auto estaba chocado.. sólo el chofer del taxi estaba entre los escombros, pero no había ni rastro de los niños. ¡Debe haber sido ese niño, Romanova! ¡es el “Prohibido”, al fin y al cabo!”
- “La Mansión Ruthwen está bajo vigilancia, tal y como ordenaste Shaoran..” -informó Hin Lu en ese momento- “y a nadie se le vió entrar o salir de allí. La policía ha rodeado el lugar… y nuestra gente, por supuesto”
- “Si no están allí.. ¿Dónde pueden estar?” –murmuró Touya.
- “¡Yo no lo sé, si los tuviera bajo mi cuidado, confesaría!” –se defendió Arashii.
- “¡Y a quienes tienes “bajo tu cuidado”?” –insistió Eriol, que se había contenido más efectivamente que Touya o Shaoran, pero que ya no podía soportar más las ganas de estrujar a esa mujer hasta obligarla a decir todo lo que sabía- “¡bonita forma de llamar a un secuestro!”
- “¡No he secuestrado a nadie! ¡estaba protegiendo a todos de las estrellas del “prohibido”!” –insistió la mujer, que había tomado valor de pronto- “¡como tu hija!”
- “¡SI HAS TOCADO A MI HIJA TE ARRANCARÉ LA PIEL A TIRAS!” –gritó Yoko Hiragizawa- “¿con que cara te atreves a decir quién puede vivir o no? ¡son niños! ¡son inocentes! No son como tú o yo, no han tomado sus decisiones o decidido qué hacer con sus vidas…”
- “¡Su vida es una amenaza para todos! ¡y hay gente que ha sacrificado su vida para darle a este mundo una oportunidad, para que seres como tu hija destrocen todo!”
- “¡Mi hija es una niña! Y si la has tocado, si le has hecho algún daño.. puedes estar segura que vas a desear con toda tu alma estar muerta para cuando yo acabe contigo..” –musitó Eriol fría pero decididamente.
- “Pero ellos…”
- “Ellos son niños Arashii. Niños. Y nada ni nadie te da derecho de hacerles daño con una excusa tal como “salvarnos a todos de lo que puedan hacer”. ¿Qué sabes tú de salvación?” –le increpó Tomoyo Kinomoto- “¡no sabes nada!”
- “¡Sólo trataba de defender la vida de otros inocentes! ¡no he hecho nada malo!”
- “No tienes la menor idea de lo que es la vida” –los ojos de Yoko centellearon- “¿has sentido alguna vez la vida creciendo y forjándose dentro de ti? ¡vida!, una vida inocente que es parte de ti y de la persona que amas, una vida que se nutre de tu carne y de tu sangre y a quien deseas proteger de todo lo malo de este mundo, a quien quisieras evitar todo dolor. Pero esta vida que jamás has sentido en ti, nace, vive, ama y te desesperas por que el mundo no es perfecto… pero entiendes que debe vivir su propia vida. Crecerá, reirá, llorará y aprenderá, pero ¡tiene derecho a existir!”
Ante estas palabras, la faz de Arashii se volvió pétrea. Ella era una mujer sola. Había perdido a la persona que amaba en el “Día Prometido” y sólo la promesa realizada a esa persona –el dragón del Cielo, Sorata Arisugawa- había evitado que se suicidara mil veces viéndose frente a una vida llena de soledad y silencio. Sin afectos. Cerrada a toda emoción que no fuera el deber. ¿Cómo osaban recordarle que no iba a tener hijos, jamás? ¿Acaso no había pagado ya un alto precio por que todos y cada uno de ellos vivieran en este mundo? ¡el mundo que Sorata dio su vida por proteger! ¿por qué ninguno de ellos era capaz de darse cuenta que era mejor pocas muertes a la de millones?..
¡Pero Yoko y Tomoyo no podían sentir la menor compasión por una mujer que era capaz de disponer de la vida de sus propios hijos!
- “Tu hija y tu hermano están en camino aquí” –replicó Arashii secamente, herida en lo más profundo, contemplando a Yoko y a Tomoyo, como si quisiera fulminarlas- “junto con el guardián mágico. Un escuadrón de la STN-J dejó fuera de combate a tu joven hermano, pero no tiene nada grave. El guardián mágico intentó luchar y proteger a la niña, pero todos fueron afectados por el extraño dolor que hirió a los que tenían magia. Incluyendo a mis oficiales. Pese a todo, capturaron a tu hija y al Guardián” –Yoko y Eriol se abrazaron, aprehensivos- “poco antes que llegaran, había dado la orden de que les trasladaran a los sótanos de aquí.. así que están en camino. Nadie les ha hecho daño”
Los Hiragizawa suspiraron con alivio.
- “¿Y Sakura?” –preguntó Shaoran.
- “¿Tu esposa? ¿Qué pasa con ella?”
- “También desapareció”
- “¡¿Cómo?!”
Arashii pareció perpleja y trato de preguntar, pero Shaoran la contuvo con un gesto antes de ordenarle que se marchara.
- “Si a resultas de tus planes, alguno de los involucrados tiene la menor herida.. e incluyo entre estos afectados al infortunado niño ruso, vas a pagarlo, Arashii Kishuu. Reza para que todos estén bien y a salvo, porque si algo les ocurre a Romanova, Hien o May May, pasarás una buena y larga temporada en la prisión del Concilio.. si tienes suerte y no te mato yo mismo” -un llamado telefónico de la línea de la jefa de la STN-J llamó la atención de todos, pero Shaoran no permitió que Kishuu contestara- “ya no eres jefe aquí. Márchate”
La mujer partió, custodiada por los guardias de Hin Lu, mientras Shaoran Li se identificaba al contestar el teléfono..
- “¡Tai Pan! ¡señor!.. yo… ¡perdón!. El General Cha Jin reportándose, mi señor..”
- “¿Qué ocurre, general?”
- “Para informar, mi señor, con profundo pesar, que el guardián mágico llamado Rei Tsukishiro hizo posible que los niños Tao Hiu y Miriel Hiragizawa, escaparan..”
- “¿¿Qué???”
- “Cómo las órdenes eran disparar, pues disparamos, señor. Por eso es que tenemos aquí al Guardián… herido. Pero ambos niños escaparon”
- “¡Que demonios! ¿les ordenaron disparar?”
- “Sobre la niña, señor. Pero no pudimos porque el guardián y el otro jovencito..”
- “¡Ya basta!. Nadie más va a disparar sobre nadie. ¿Lo oyó?. Si me entero de que alguno de esos niños ha sido lastimado, voy a echar a toda la familia del atacante del Concilio hasta la última generación… ¡Nadie va a perseguir a nadie!. Ustedes van a abocarse de inmediato a la búsqueda de mi esposa, mi hijo y varias personas más, pero sin disparos ni poner a nadie en peligro. Esta es mi orden, General. Toda la STN-J pagará muy caro si alguien lastima a esas personas ¿está claro?”
- “Si señor”
Shaoran dio las malas noticias rápida y escuetamente a los Hiragizawa y Eriol y Touya lamentaron vivamente no haber matado a Arashii Kishuu cuando tuvieron ocasión -¡había ordenado disparar a los niños!- pero mientras Yoko sollozaba con nuevos bríos Tomoyo y Touya se angustiaban al saber que pese a todo no había pistas sobre el paradero de Nadeshiko y mucho menos tenían idea de lo que había sucedido con Mamoru. Aunque los ojos azules de Eriol notaron con inquietud que el pañuelo con el que Shaoran cubría sus labios por momentos estaba empañado en sangre, en la mente del joven chino solo había lugar para una pregunta..
- “Sakura… Hien.. ¿Dónde están?”
- “Fresno, ceniza, ambición blanca.. .. ceniza negra, fresno blanco, ¡ambición negra, arañas negras!”
Lo último que alguien hubiera pensado era que una cochera de un hospital podía volverse un campo de batalla, pero así era. Nada más ni menos que eso. Aunque era una batalla por demás inusual. Efectivamente, una de las manos de Nimue McNessa –la izquierda- se encontraba una pequeña ramita de fresno, pero de la otra mano –abierta- parecían extenderse un vergel de hilos negros que más bien parecían telas de araña. Elásticas, negras, pegajosas y frías a la vez. A cada palabra del cántico de la mujer, la tela de araña que brotaba de su mano derecha se extendía más y más y la minúscula ramita de fresno que sostenía en la otra se volvía cada vez más seca, más árida, quedando sin vida; sin embargo la mujer no tenía intención alguna de soltar la minúscula planta céltica que simboliza la ambición. Sus propios poderes eran fuertes, pero sus dones tenían que ver más con el poder de usar elementos de los insectos y no iba a ser suficiente. Sólo la minúscula ramita de fresno –llamado árbol de cenizas por los celtas- potencializaba su mayor característica: la ambición, y la protegía contra el formidable ataque del que era objeto.
- “¡Suéltala!”
El rayo de luz azul cruzó el aire en línea recta, pero la ambición de Nimue, potencializada con la ramita de fresno que la druidesa tenía en sus manos soportó el ataque con entereza y Spinel Sun –frustrado, porque no podía volar en su nueva forma de gatito negro SIN alas, y al no tener Card Master aún no podía asumir su forma real que potencializaba su poder- insistió con todas sus fuerzas abriendo aún más su hocico gatuno, acentuando el rayo…
Había tenido un leve descuido. Uno solo. Y apenas unos minutos. Un leve instante de distracción en el que había salido a llamar a Eriol por teléfono –estaba preocupado por su creador y ahora también por Miriel- dejando a Morgan durmiendo, pero eso había bastado para que aquella druidesa loca se hiciera con la niña. La pequeña bestia del sello no sabía aún cómo se las había ingeniado para seguir el rastro pero se consideraba afortunado al haber podido encontrar a la mujer en cochera subterránea del hospital antes que huyera; y si bien había sido un riesgo, había tenido que atacar casi sin pensarlo, antes que la mujer pudiera subir a la inanimada niña al vehículo. Lo bueno era que no había nadie en el lugar. ¿Lo malo?. Muchas posibles demandas, porque a vistas del enfrentamiento entre la druidesa y la bestia del sello muchos automóviles lucían como salidos de una película de desastre, pero en esos momentos aquello era lo último que les importaba a ambos. El pequeño guardián atacaba sin descanso aún a riesgo de agotarse y la mujer se veía imposibilitada de recoger el cuerpecito exánime de Morgan, que había tenido que arrojar al piso cuando fue súbitamente interrumpida..
¡Cuando casi ya se marchaba del hospital con la diminuta reencarnación del Archidruida en su poder!
- “¿Cuánto podrás pelear, Bestia del Sello?” –le inquirió, decidida a escapar- “ambos sabemos bien que apenas si tienes fuerzas estando en esa forma, y gracias a mi barrera protectora, yo puedo combatir mientras me dé la gana..”
- “¡Deja ir a Morgan!”
- “¡Jamás!, la existencia de esta condenada criatura ha costado demasiado a toda mi familia y ahora que está aquí, es justicia que podamos usarla como se nos antoje..”
- “¡Es apenas una niña!”
- “¡El clan de Avalón ha pagado la sangre, la carne y la vida de esta mocosa con su dolor, su infelicidad y sus lágrimas a través de muchas generaciones! ¡el Archidruida nos pertenece!”
La mujer movió su mano derecha en un gesto extraño y la telas de araña se multiplicaron, finalmente rodeando al agotado gatito negro que se debatió con desesperación como cualquier animalito enredado en una tela de araña gigantesca y mortal consiguiendo sólo enredarse más y más a cada movimiento, mientras la druidesa le contemplaba con desdén.
- “Agradece que te dejo aquí, bestia del sello” –espetó la mujer mientras buscaba, de entre la pila de autos revueltos, el suyo, y acomodaba el cuerpecito en el asiento del copiloto- “y sólo porque no tengo tiempo de matarte por todas las molestias que tú y toda esta gente nos ha ocasionado..”
- “¡No te la lleves!” –protestó Spinel, que casi se asfixiaba entre los hilos que le comprimían- “¿porqué no la dejas en paz?. Todos suelen pensar en ella simplemente como “estrella del Prohibido” pero la verdad es que Morgan es apenas una niña pequeña ¡ni siquiera ha cumplido aún los ocho años!”
- “¿Crees que tengo gusto en encontrarme aquí, lidiando con esta mocosa?”
- “¡Ella es parte de tu clan! ¡no es un objeto!”
- “¡Mi clan ya prácticamente no existe!” –espetó Nimue, acabando de acomodar a la niña- “Toda druidesa pura que pudiera ser parte de la Tríada ha dejado de existir. Y nada de lo que Vivian trató de hacer logró evitarlo” –los ojos de la mujer, brillaron, al explicar al gatito- “durante generaciones, todo lo que las damas de Avalón desearon fue la restauración de la “Asamblea de Magos de Occidente” que dejó de existir gracias a pusilánimes como los herederos masculinos de Merlín. ¿Y qué recibimos a cambio de nuestro empeño en unificar la magia en Occidente? ¡se nos llamó brujas, se nos persiguió, se nos quemó, se nos injurió!. Nosotras sacrificamos pues todo, todo, poniendo nuestros deseos en un conjuro que permitiera que el mismísimo Archidruida reencarnara dentro de nosotras, para que fuera una mujer, para que pudiera estar de nuestra parte..” –Nimue casi se ahogaba en rabia ante el recuerdo- “¡pero pagamos más aún por ello!, porque ninguna de nosotras ha conocido la felicidad conyugal, o amor verdadero desde entonces, y ¡todo a cambio del nacimiento de esta estúpida mocosa!”
- “Ustedes atrajeron la “maldición de Dido” al manipular la reencarnación del Archidruida…” –protestó Spinel, enterado gracias a Morgan de los detalles de lo que hablaba la mujer- “¡eso es tabú, esta prohibido! ¡jamás nadie de entre toda la humanidad había hecho tamaña calamidad!”
- “Pues ya que pagamos por la vida del Archidruida.. nos pertenece…”
- “Morgan no pertenece a nadie,. ¡ningún ser viviente pertenece a nadie!”
- “Mis hermanas decían que el Archidruida tenía un destino y ambas pensaron en formas diferentes. Igraine primero pensaba usarle, como yo, pero acabó volviéndose loca y cadáver por el amor de un hombre, tal y como le pasó a la estúpida de Elaine por enamorarse de tu antiguo creador, el joven Lord Hiragizawa” –si Spinel tenía dudas en que los padecimientos de Eriol habían sido planificados, no le quedó duda alguna ahora- “Pero eso no nos ocurrió ni a Vivian, ni a mi” –la mujer hizo una breve pausa- “porque ambas no nos enamoramos jamás. Vivian había pensado que si se enredaba con el Gran Maestre de los Druidas ella tendría al Archidruida en su vientre, pero no funcionó. Collin McLeod no era el druida de sangre más pura sobre este mundo y mi hermana quedó con ese infeliz de Connor. Una decepción, un gran fiasco” – la druidesa se encogió de hombros antes de aprestarse a subir al vehículo- “Es irónico que sea yo la única que esté viva en el instante del despertar del Prohibido. Pero aquí estoy, y usaré al Archidruida como mis hermanas no pudieron hacerlo y..”
El disparo pasó casi rozándole el rostro y Nimue se estremeció, mirando en rápido reflejo la ramita ya muerta de fresno que aún sostenía en su mano.. ¡pero aquello había sido una bala, no un ataque con magia o hechicería!..
- “¡Alza las manos y aléjate de ese vehículo, mujer!” –la voz firme e imperiosa de alguien que sonaba como policía, hizo sonreír a la druidesa- “¡y no intentes nada!”
Nimue se volvió con rapidez, haciendo un gesto con la mano derecha para matar con su conjuro a aquel inoportuno, pero su tela de araña no logró envolver al alto pelirrojo que sostenía un arma. Ante los asombrados ojos de la europea, un espectro surgió detrás del policía y desvió su ataque con rapidez, mientras otro tipo muy alto y de cabello oscuro –Nimue quedó atónita al reconocer a Fuuma Monou, el antiguo Kamui Oscuro- corrió entre los escombros a liberar al pequeño gatito cautivo..
- “No intentes pasarte de lista, bruja” –sonrió el espectro, feliz de hallarse en una batalla luego de tanto tiempo- “puede que este idiota no sepa nada de magia pero yo estoy aquí para cubrir su estúpida espalda”
- “A ver si te callas y actúas, muerto” –refunfuñó el policía, que avanzó con el arma aún en la mano hacia Nimue, que palideció al reconocer aquellos rasgos- “muy bien mujer. Mejor te quedas quieta y nada de magia conmigo, que no me gusta. No sea que me ponga nervioso y te suelte un tiro. ¡Y ya tengo bastante con un fantasma pegado a mí! así que, a menos que quieras unirte a este socio incorpóreo, mejor ni te mueves..”
- “¡Esperen, Jeff, Tsu Chin! ¡está mágicamente protegida y..!” –gritó Spinel.
Nimue se prestó a apretar la ramita de fresno en su mano izquierda, pero un golpecito en mitad de la mano la hizo soltar la muerta planta y la mujer se indignó al ver que el pequeño Connor era el causante de esto..
- “¡Maldito idiota, tú!”
El rubio niño corrió a esconderse detrás de Jeff O´Neill, quien lanzó un suspiro resignado al ver que lo habían defendido de ¡una mujer empuñando un palito!.. ¿es que acaso se habían vuelto locos o qué?, ¡jamás podría entender a la gente que hablaba, pensaba o sabía de magia, si señor!. No era nada especial para él que un niño pudiera con aquella amenaza, y se lo puso bien claro a sus acompañantes, casi a grandes gritos:
- “Nadie, en toda la INTERPOL o Scotland Yard, o cualquier asociación gubernamental que se respete, va a creer que una mujer armada con una pequeña ramita de un árbol, sea peligrosa” –bufó con indignación- “¡eres un exagerado Spinel!”
- “No hablamos de una mujer común, señor O´Neill” –informó Fuuma Monou, que ya casi terminaba de liberar al gatito negro- “hablamos de una druidesa. Una hechicera con poder sobre las fuerzas de la naturaleza aferrada a una rama de Fresno, el árbol que simboliza la virtud de la ambición. ”
- “Una ramita es una ramita, señor Monou” –el escéptico irlandés estaba esposando a Nimue, que continuaba atónita y muda- “si pudiera servir de efectiva protección, le aseguro que yo no llevaría esta Sig Sauer P226** encima, como la mayoría de agentes que se respeten” –se echó a reir de pronto, ante algo que se le acababa de ocurrir- “¿Se imagina?, sospecho que ni siquiera un simple policía se vería imponente si exigiera el “alto” de algún delincuente, armado de este patético palito”
- “Tal vez ante criminales comunes, Jeff” –Spinel agradeció a Fuuma con un gesto, antes de mirar al irlandés- “pero en la escuela de magia occidental y céltica, cada árbol simboliza una virtud humana, así como un color. Ciertamente los druidas son hechiceros que pueden usar algo tan aparentemente inocuo como los árboles como amplificadores de poder.. si es que la virtud o el color que simboliza el árbol, es afín a su personalidad”
- “Bla, bla, bla… no te canses, que no entiendo nada. El experto en magia occidental es Eriol y no yo, Spi” –el agente se encogió de hombros- “vamos a ver… ¿a quién querías llevarte?” –el agente miró la figurita infantil aún desvanecida- “¡rayos, encima además, eres una roba-niños!” –miró a la mujer con enojo- “debería darte vergüenza, bruja”
Uniendo la acción a las palabras, el agente llevó a Morgan en brazos, de regreso a las habitaciones del Hospital, mientras Spinel pensaba en lo irónico que podían tornarse las cosas en este mundo. No hace más de ocho años habían enfrentado a Tsu Chin –el heraldo de la Destrucción- y al mismísimo Kamui Oscuro, pero ahora estos mismos estaban ayudándoles. Aunque quizá eso era algo impreciso. Ciertamente Fuuma Monou había sido físicamente poseído por el “Kamui Oscuro” y su condición actual había sido conseguida con la muerte de Kamui Shirou pero en el caso de Tsu Chin ¿Era técnicamente un aliado el fantasma de un enemigo muerto?
- “No, bestia del Sello. No hago esto por ese detestable sujeto, tu creador Eriol Hiragizawa. Ni por ninguno de sus amigos” –le aclaró el fantasma, que captó la mirada pensativa del gatito negro- “si estoy colaborando aquí es porque estoy condenado a ayudar al último druida puro, que curiosamente es un perfecto idiota” –regonzó el muerto contemplando al alto y pelirrojo irlandés que llevaba en sus brazos a Morgan- “debo pasar al menos veinticinco años protegiéndole hasta que mi alma pueda al fin descansar, sólo lo hago por eso..”
- “Y lo haces por Miriel, que es hija de Yoko..” –murmuró el pequeño felino.
El fantasma frunció el ceño pero no dijo nada, sin embargo el fino sentido del oído de Spinel le permitió captar un leve “ese maldito inglés no la merece” antes que el espectro quedara en silencio. Y en el silencio era lo que había decidido escudarse Nimue McNessa, al menos de momento, mientras no dejaba de mirar con inquietud como se alejaba la figura de aquel policía, llevando a Morgan en brazos.Pero sin tomar en cuenta los pensamientos de la mujer, los recién llegados abandonaron a la druidesa bajo la custodia del fantasma en el auto de Jeff mientras se ocupaban también de ingresar a Kujaku Hoshino en otra habitación –tuvieron que explicar que venían de parte de Touya Kinomoto, de allí que les dieran la habitación de al lado del Archidruida- con el fin de poder vigilar muy bien a ambos y estar presentes especialmente cuando el adolescente volviera en sí. Era desafortunado, pero Kujaku parecía sufrir de una ardiente fiebre contra la que los médicos del hospital empezaron a actuar, siendo los comentarios de los profesionales de la salud lo que informó a Connor de algo que le sorprendió muchísimo..
- “¡Tarah está viva! ¿es cierto?”
- “¡Oh si!, con todo este enredo, prácticamente olvidé decírtelo pequeño” –se disculpó Spinel en cuanto pudo hablar sin que ningún médico lo oyera y pusiera cara de espanto- “bueno, básicamente aún vive gracias a un poderoso conjuro realizado por una hechicera tan buena como fuerte, pero no sabemos aún si es que logrará realmente sobrevivir… nada es seguro. Sólo sigue en coma y.”
- “¡Quiero verla, tengo que verla! ¿Dónde está?”
- “En la Unidad de Cuidados Intensivos, pero para niños. ¿Podrá ir con él señor Monou?” –preguntó la pequeña bestia del sello- “después de todo lo que acaba de pasar, no pienso dejar a Morgan bajo ningún concepto y aunque Jeff está aquí, pues magia él no tiene y no me siento tranquilo teniendo a esa mujer abajo en la cochera de este mismo lugar..”
- “Bueno, eso no durará mucho Spinel. Si te quedas con el niño, yo puedo llevar tranquilamente a esa dama a una delegación de policía indicando que es una secuestradora …”
- “No creo que sea lo más sensato Agente O´Neill” –reflexionó Monou- “la dama en cuestión es una bruja, para la cual sería muy sencillo escapar de una delegación de policía común y corriente..”
- “Sin contar con que es tía de Morgan, y por lo tanto su tutora legal” –refunfuñó Spinel.
- “¡Demonios! ¿entonces no es una secuestradora? ¡yo creí que Eriol me había pedido ayuda contra la gente que ha secuestrado a mi linda ahijada! ¿y ahora resulta que la tipa esta, bruja o no, sólo quería llevarse a su sobrino?” –dudó- “¿entonces, por qué demonios la he arrestado?”
- “La has arrestado porque pretendía llevarse a Morgan..”
- “Si es su tutora ese es su derecho, Spinel”
- “No, nadie tiene derecho de usar a un ser humano como un objeto, y eso es lo que pretendía aquella mujer” –protestó el gatito negro, perdida la paciencia ante la falta de perspicacia del irlandés- “las tías de Morgan siempre le han usado como si fuera una cosa, y todo porque es el Archidruida. Si dudas un poco, podrías preguntarle a Connor a ver qué tan buenas tutoras han sido”
Jeff O´Neill se encogió de hombros, no sin antes musitar “no entiendo nada, pero no es asunto mío”, pero Connor sugirió que era mejor mantener a Morgan lejos del alcance de su tía y nadie objetó. Antes de acompañarlo a ver a Tarah, Fuuma Monou sugirió que llevaran a aquella mujer ante el Concilio a la vez que felicitaba al rubio por haber desarmado a Nimue con tanta rapidez; pero el pequeño restó importancia al hecho, indicando que su don mágico le permitía comunicarse únicamente con las plantas –fue penoso para todos escuchar que el niño le daba la razón a su tía al indicar que era “un inútil” en lo tocante a “el Prohibido”- y reiteró su prisa en ver a la nena comatosa. Por lo tanto, Monou lo siguió a paso ligero dejando al agente pelirrojo y a Spinel en el desierto pasillo que comunicaba las habitaciones de Morgan y la de Kujaku; aunque el irlandés se marchó pronto de allí con la excusa de conducir a Nimue al Concilio.
Solo Spinel quedó como único dueño de aquel insólito escenario que casi había degenerado hasta convertirse en un campo de batalla.
Ajeno a los acontecimientos que había tenido que sufrir su colega, Kerberos había empleado todos y cada uno de sus sentidos en buscar algún indicio que le llevara al paradero de Miriel y los demás, peinando desde cada calle de Tomoeda –desde lo alto y a cubierto de miradas sorprendidas de transeúntes- a lugares tan familiares para él como el Parque Pingüino y el Colegio Clamp de forma casi obsesiva, pero no había tenido la menor suerte. No había podido descubrir nada y gracias al pequeño teléfono que llevaba consigo sabía que Miriel no era la única niña desaparecida, lo que le angustiaba más a cada instante que pasaba…
- “Sakura y su hijo… ¿Qué puede haberles sucedido?” –se preguntó el simpático peluche frunciendo el ceño y preocupado, como nunca, por su antigua dueña- “algo muy grave debe ser para que alguien con el poder de Sakura esté desaparecida, pero lo que no acabo de entender es que el pequeño Hien que no tiene magia, tampoco esté ubicable” –razonó- “nos guste o no, Miriel y el hijo de Tomoyo, Mamoru, son estrellas del Prohibido, lo cual hace comprensible su desaparición; pero no tiene ningún sentido que niños como Hien y Nadeshiko también estén perdidos. No tienen magia, están en medio de un problema para el cual no están en forma de defenderse. Lo único bueno es que May-May está con ellos, si es que escuché bien”
La bestia del Sello cruzó sus pequeños bracitos tratando de controlar su inquietud. Pero no podía hacerlo. Hace poco más que ocho años atrás había pensado que nada podía ser más grave que lo que les había ocurrido entonces –la Batalla del Preámbulo- pero ahora sabía que esto era mil veces peor. Sakura, Eriol, Shaoran, Tomoyo, Yoko, Yukito, incluso el hermano de Sakura, Touya, todos tenían el corazón en vilo porque la parte más importante y preciosa de sí mismos –sus hijos- estaban en medio de este insólito juego cruzado de leyendas perdidas, miedos y mitos siniestros hechos realidad. Y él mismo se sentía particularmente desconcertado, aunque no tenía la menor duda de lo que haría. Eso estaba total y perfectamente claro. Aún sin haber realizado aquel juramento de protección a los pequeños –que hicieron todos los Guardianes y Bestias del Sello- Kerberos estaba decidido a ponerse al frente de cualquier ser –mágico o no, antiguo o nuevo- que pusiera en riesgo la vida de los niños. De todos y cada uno. Especialmente de Miriel –su actual card master- y de Nadeshiko y Hien, quienes estaban totalmente indefensos al carecer de dones mágicos. Pero un oportuno aviso telefónico informó a Kero que Miriel y Tao estaban ya a salvo por lo que se dispuso a marcharse, aunque fue entonces que los brillantes ojitos del Guardián del Sol notaron, pese a que ya era noche cerrada, la patética figurita que yacía cerca a un bote de basura y voló en su rescate aprovechando que aquella calle estaba desierta..
- “¡¿Qué te pasó a ti, gata loca? ¡luces como si te hubiera atropellado un camión!”
La afirmación del pequeño peluche era poco más que exacta. Byakko lucía tan extenuada y apenas viva, que casi parecía ser nada más que una gatita callejera común y por un momento Kero temió que su colega hubiera sido atacada o algo peor; pero ante su sorpresa la felina le miró con asombro antes de murmurar –estaba demasiado agotada como para apenas susurrar- su sorpresa al verlo a él tan tranquilo y en buena condición..
- “Creí que todos los que teníamos magia estábamos mal… por eso que pasó en la tarde; aquella como explosión mágica o lo que sea. ¿No la sentiste acaso?” –preguntó mientras el peluche la llevaba a cuestas- “¿cómo es que estás tan bien?”
- “¿Yo?, pues claro que estoy bien, en un primer momento me sentí fatal, eso sí, pero luego de un rato ya todos se han recuperado Byakko” –se preocupó- “¿estás segura que nada más te ha pasado?”
- “Que no. Nada más. Eso y que pese a mi búsqueda no he podido ubicar a mi niño… y estoy desesperada. Pero no tenía fuerzas ni ánimos de moverme ni un paso más. ¡estoy muy preocupada por Mamoru! ¿y a todo esto, que haces tú aquí? ¿a dónde vamos?”
El guardián de ojos dorados tranquilizó a la felina diciéndole que todos estaban reunidos en Li Manor –no en vano Kero le sacaba provecho a su teléfono celular de última generación, así que Byakko se enteró de todas las noticias- pero mientras hablaba el peluche no dejó de preguntarse por qué la gatita blanca y Megumi –según lo que le había comunicado Tomoyo hace rato, cuando le dio las noticias- no lograban recuperarse de lo que para los demás fue un lapsus de dolor y debilidad. Dolor y debilidad que los felices Miriel y Tao sentían más como consecuencia de su agotamiento –el adolescente había hecho caminar a su sobrina más de lo que la niña lo hiciera en su vida desde su escape- y los apretados abrazos recibidos desde que fueron reconocidos, auxiliados y protegidos por los agentes de la Embajada británica..
Para ser conducidos a Li Manor, donde Touya Kinomoto ahora les reconocía y tranquilizaba en sus temores sobre Rei.
- “¡Voy a verlo!” –después de haber apachurrada por sus felices padres hasta la saciedad, la niña de ojos azules había echado a correr para ocuparse ella misma del guardián, que descansaba por pedido de Shaoran, en Li Manor, asistido por sus padres y su hermano pequeño en otra ala de la casa- “¡vamos Tao, vamos!”
- “Si enana, si. El viejo Rei se puso melodramático y heroico con eso de cubrir nuestra huída con su cuerpo. Supongo que merece que le dé las gracias” –se volvió a Touya, tratando de disimular su inquietud- “¿de verdad está bien, no es así doctor?”
- “Tiene un brazo inutilizado por ahora, otra bala atravesó su abdomen y los hechizos que usaron para inmovilizarlo lo dejaron agotado, pero afortunadamente para él, el proyectil salió limpiamente de su cuerpo sin dañar órganos vitales. Se pondrá bien. Tuvo mucha suerte”
Tao frunció el ceño pero siguió a Miriel. El que le disparen a su sobrina no era cosa de todos los días y de no haber estado allí Rei, él mismo hubiera puesto su cuerpo para proteger a la niña pero no era eso lo que tenía en mente. No le había hecho la menor gracia el dejar a su mejor amigo atrás para huir con su sobrina, pero las cosas habían sido mucho peor de lo que los dos adolescentes habían esperado. Es decir: ¡Habían querido matar a Miriel!, ¿es que el Concilio se había vuelto loco? ¿Qué estaba realmente pasando?. Como quiera que fuera, eso no le acababa de gustar nada y a juzgar por la cara de Eriol y los demás, las cosas iban de mal a peor..
¿Por qué le trataban como crío y no le querían contar exactamente lo que pasaba? ¡que injustos!
- “Y, ¿que hay de Kujaku?” –inquirió, antes de marcharse- “¿dicen que está enfermo? ¿Qué le pasa?”
- “Una fiebre inoportuna” –le tranquilizó Yoko -“Anda, hermanito, ve con Miriel. No te preocupes, nosotros nos ocupamos de todo..”
Con un leve suspiro y ante el requerimiento de su hermana el chico se fue, pero después que Hiu abandonó el lugar, Tomoyo Kinomoto –que tenía el corazón en vilo ante la desaparición de sus dos hijos- musitó suavemente..
- “No sé porqué pasa esto” –se retorció las manos en un gesto de desesperación- “siento que quiero gritar, no entiendo porqué es que suceden estas cosas. Me angustia la huída de Mamoru, pero no entiendo porqué no hay señales de mi niña. ¡Nadeshiko no tiene magia y no es una amenaza para nadie.. ¡”
Yoko hizo un leve gesto a Eriol como pidiéndole permiso y después de un asentimiento de parte del inglés, rodeó a la diseñadora con su brazo, acompañándola a tomar algo caliente mientras su esposo y el médico quedaban en pensativo silencio a la vez que amanecía con lentitud. Los ojos azules de Eriol contemplaron al galeno con conmiserativa simpatía. Ambos habían pasado horas horribles recorriendo las calles, llamando por teléfono a los agentes y habían visitado la casa de Arashii Kishuu amenazándola reiteradas veces por haber dado la orden de atacar a los niños y por la condición de Rei; pero mientras su búsqueda había sido exitosa –aunque apenas hace media hora que hubieran aparecido Miriel y Tao- Kinomoto tenía el alma y el corazón en vilo al pasar las horas –ya amanecía- y no haber señales de ninguno de sus dos hijos. El inconveniente era que gritar, amenazar y aún matar a aquella mujer –Kishuu- no resolvía el problema, pero el inglés entendía perfectamente que Touya quisiera hacerlo..
Todos estaban agotados, desesperados y enloquecidos de angustia. Además de estar mental y físicamente exhaustos. Pero mientras el reloj daba las 6 de la mañana y el inglés se preguntó cuántos –a estas alturas- se habían enterado ya de la leyenda del Prohibido, porque Shaoran se había visto obligado a ordenar una sesión extraordinaria en el Concilio, misma que duraba ya más de seis horas..
Y que aún no tenía vistos de acabar..
- “Esos malditos imbéciles no tienen la menor consideración” –dijo Kinomoto con un leve gruñido, refiriéndose a los del Concilio, como si adivinara los pensamientos de Eriol- “ninguno de ellos se ha detenido a pensar que el chino debe estar desesperado por buscar por sí mismo a mi hermana y a su hijo. Al menos nosotros hemos podido salir con la gente de búsqueda, pero lo retienen aún allí con una sarta de tonterías, preguntas estúpidas y debates sin sentido, sobre algo que le afecta a él más que a ellos..”
- “No hay nada peor que el pánico colectivo, doctor. Y le guste a Shaoran o no, sigue siendo el Tai Pan del Concilio. Yo sólo espero que logre tranquilizarlos lo suficiente como para que nos dejen en paz y no tener que soportar más intromisiones, ni inoportunas preguntas. Sé que nunca ha tenido roce con el Concilio pero no creería usted lo poderoso e influyente que puede ser y lo último que deseamos es que todos sus miembros desaten una cacería.. por pánico”
Touya apretó los puños y el inglés casi lamentó sus palabras, pero lo que dijo era cierto. La intervención de Arashii Kishuu había provocado más pánico en el Concilio del que habían tenido a vísperas de la pelea entre los Kamui y ambos hombres sabían que Shaoran había obrado en afán de protegerles –sus niños eran estrellas del Prohibido- ya que él y sólo él en su calidad de Jefe Supremo de la organización mágica aún existente y más antigua del planeta, era el único que podía detener la feroz cacería de brujas que podían efectuar los miembros del Concilio. Según sabían por Hin Lu -quien enviaba mensajes contándoles lo ocurrido en la reunión- ya era vox populii**** que de momento las estrellas del Prohibido eran vulnerables. En la reunión que se llevaba a cabo, más de un miembro había asumido la postura de dama Kishuu: matar a las aún indefensas estrellas antes de que sus poderes despierten y a su vez, estos despierten al prohibido. Y matar al “Prohibido” también. Ahora, mientras era momentáneamente vulnerable. ¿A quién le importaba que fuera un niño, adolescente o un ser humano que todavía no había hecho daño a nadie? ¡iba a hacerlo, eso era seguro!..
Al menos esa era la lógica de muchos miembros.
Así pues, en virtud a los mensajes telefónicos del Secretario de Shaoran, Eriol y Touya sabían que la situación era muy grave. Al menos 200, de 300 miembros clanes mágicos de Oriente estaban a favor de una especie de jihad***** de exterminio contra las estrellas y el “Prohibido”; y no sólo estaban los jefes de China, Japón, Corea, Vietnam, Siam y Filipinas, que intervenían activamente en casi todos los cónclaves. En la reunión presente había jefes de lugares tan lejanos como Samarkanda, jefes tribales de Africa, brujos especialistas en vudú, chamanes de las regiones heladas de Siberia y sacerdotes egipcios entre otros, cuya rápida llegada sólo confirmó al Jefe del Concilio que la STN-J –o más bien, su ex líder Arashii Kishuu- había estado planeando y apoyándose en muchos antiguos clanes urdiendo una especie de “motin” para defender al Tai Pan, aún a costa de desobedecer sus órdenes y exterminar a las estrellas del Prohibido, en aras de lo que ellos llamaban “protección al mundo y a la sagrada sangre del Rey del Cielo”.
Así pues Shaoran había escuchado durante las últimas horas, primero, la larga y exhaustiva defensa de Arashii Kishuu, durante la cual la mujer improvisó casi histriónicamente, recordando al Concilio que había luchado en el Día Prometido –su traición era sólo conocida por los dragones sobrevivientes, Shaoran y los participantes de la batalla del Preámbulo- ensalzando su deseo de proteger a la humanidad. Y si bien Arashii no se había atrevido a contemplar el rostro de Shaoran Li mientras soltaba una peronata que duró horas –se sentía aún amedrentada- se guardó muy bien de ofender al joven jefe, realzando su deseo de servirle y lamentando humildemente haberle ofendido con su actitud. El efecto de su alegato se vió posterior al receso de minutos, donde los presentes se habían enzarzado en un aireado debate que puso muy en claro que la gran mayoría del Concilio no tendría asco alguno en ejecutar la propuesta de Dama Kishuu.
Allí era donde el último vestigio de paciencia y fé de Shaoran se había acabado. Y es que cualquiera podría creer que poderosos Jefes de Clanes Mágicos que habían -alguna vez en sus historias- sufrido la incomprensión y persecución de la gente común, podían entender que no era posible juzgar, condenar y ejecutar a alguien por acciones que aún no había cometido, pero el miedo que rodeaba sus viles mentes era más que evidente y si bien primero había iniciado su intervención con cáusticos comentarios y velado e hiriente sarcasmo, a estas alturas ya todo estaba muy claro para el joven Li. Y su irritación era ya a estas alturas más que evidente, porque el ambiente en la Sesión se hacía más y más pesado –casi cargado de nubes sombrías, como las que parecían velar la mirada cada vez más indignada del joven Jefe Supremo- por lo que todos aquellos jefes que habían tenido noticias, pero no visto con sus propios ojos el estallido del Tai Pan al destituir a dama Kishuu, empezaban al fin a creer lo que antes era apenas un rumor absurdo e injustificado.
- “Tai Pan, todos nosotros comprendemos su irritación ante la ofensa que Dama Kishuu le ha proferido” –insistía Abu Yuruba, el más viejo de todos los sacerdotes vudú de Africa y el más prestigioso, con sumo cuidado- “sin embargo, creemos que es preciso que tome en consideración sus intenciones: ella sólo deseaba protegerlo, al igual que nosotros también. En este momento es usted el Tai Pan y corre más peligro que nunca si a eso le sumamos que su familia es la única que tiene parentesco sanguíneo con el Rey del Cielo y el Prohibido buscará su muerte.. y la de su estirpe. ¿Qué sería del Concilio si no quedara ya sobre la tierra, la sangre de Ten Oh?”
- “Dudo mucho que para este cónclave represente algún cataclismo el que mi sangre y la de mi estirpe se extinga, si tomo en cuenta sus opiniones, respetable Abu Yuruba” –dijo Shaoran con mucha calma..peligrosa calma- “por cuanto la gran mayoría de ustedes ha dejado bien patente en este lugar, que piensan que necesito ser protegido aún contra mi voluntad..”
- “Al ser el último clan de la sangre de Ten Oh, es obvio que nos preocupe la sobrevivencia de la dinastía Li” –musitó pausadamente Senmut-el-buhkir, Alto Sacerdote egipcio- “es esa nuestra preocupación”
- “¿En serio?” –ironizó el Jefe de los Li- “porque hace un rato, cuando hablaba de exterminar a las estrellas del prohibido mientras estén indefensos, hubiera creído que lo que le preocupaba más que nada era su propia vida..”
El egipcio enmudeció ante el tono y la mirada con que le fueron dichas estas palabras.
- “No hay deshonra en desear que el mundo, tan duramente protegido por usted y los que combatieron en las batallas del Preámbulo y en el propio “Día Prometido”, merezca seguir adelante” –balbuceó Varishta Vohu, famoso sacerdote zoroastriano.
- “Ya veo. Y como yo no me preocupo de eso ahora, ustedes deciden que hacer por su cuenta..”
- “¡Jamás nadie ha dicho eso, Tai Pan!” –protestó el jefe vudú africano- “nadie se atrevería a decirlo nunca, todos le conocemos bien..”
- “Ninguno de nosotros osaría pensar algo así” –saltó Hiuk Yin, jefe de un poderoso clan de Corea- “mucho menos del Tai Pan..”
- “Eso sería traición al Concilio” –se apresuró a añadir Zadé Beg, uno de los más viejos y poderosos de entre los grandes Emires Mágicos de Samarkanda- “¡nadie osaría decir eso nunca!”
- “No lo dicen, pero es lo que pasa por sus mentes..” –dijo el Tai Pan, con la misma calma que precede la tormenta- “Está claro ahora qué hombres de esta reverenciada institución no se detendrían ante nada con tal de protegerse y a la vez poner en evidencia que soy un débil, un incapaz negligente de mis deberes no sólo como jefe del Clan Li, sino como Supremo Jefe de este Concilio..” –varias voces se elevaron en protesta pero un gesto imperioso hizo callar a todos- “Pero, Jefes de Clanes, me permito deciros que yo nunca formé ni daría autorización para algo como esto.. ¡EXTERMINAR A PERSONAS POR ALGO QUE NO HAN HECHO ES VIL, ASQUEROSO, INHUMANO Y DEGRADANTE Y YO NUNCA FORMARÉ PARTE DE UN ASUNTO TAN ESPANTOSAMENTE INDIGNO! ¡Y ESO NO ME HACE NI DÉBIL NI ESTÚPIDO!” –explotó.
Todos los miembros de los clanes estaban blancos del susto. La voz del joven jefe se había ido elevando poco a poco y ahora estaba de pie ante ellos, frío, enérgico y amenazador, mientras Arashii Kishuu veía con espanto que nadie era capaz de hacerle frente..
- “Arashii Kishuu, voy a recordarte a ti y a todos los demás que están bajo las órdenes del Tai Pan, cuál es vuestro lugar en el esquema, porque yo soy Xiao Lang Li de la dinastía Li y no soy un muñeco, ni burla de nadie” –su nombre, en su natal chino original, pareció recorrer el ambiente y todos los presentes temblaron- “soy el señor de mi dinastía y así como mi padre Hi-En y su padre antes que él, provengo de una línea ininterrumpida de padres e hijos que se remonta a Li, hijo del Emperador Qin Shi Huang Ti, descendiente directo de Ten Oh, cabeza y fundador ancestral de este Concilio y toda institución mágica de este mundo” –hizo una pausa, nadie se atrevía siquiera a respirar- “En mi calidad de Jefe del Clan Li yo mismo he tenido asiento en este concilio desde mi segundo día de vida, pero a diferencia de otros, sin importar los motivos, jamás he conspirado ni usurpado poderes de otros Tai Pan anteriores a mí; y si he tenido desacuerdos he dicho mi opinión clara y virilmente antes de organizar asesinatos o tramarlos. ¡Porque es así como se me enseñó que se hacen las cosas!. Soy el primero en exigir y brindar a esta institución el respeto que se merece y jamás toleraré que mi dignidad como hombre, como jefe de mi clan y mucho menos mientras sea Tai Pan, sea mancillada” –la mirada color canela recorrió el cónclave pero nadie osó decir algo, y esa doblez le asqueó, porque ahora sabía que esas personas eran hipócritas y cobardes- “¿Yo, un Li, descendiente directo del Rey del Cielo, consentir que quieran cuidarme aún a mi pesar como si tuviera tres años o fuera un anciano babeante o incapaz?”
Las palabras salían como el estallido de un látigo, y nadie trató de interrumpirle.
- “Jamás toleraré este tipo de intromisión mientras sea Jefe Supremo de esta organización, o ante mi Clan, o ante mis asuntos personales. Sin mi dignidad y mi honor, yo no soy nada. Y les advierto a ustedes y a todo ser viviente…” –su mirada recorrió el Concilio y más de uno se encogió en su asiento- “¡no jueguen con mi dignidad y mi honor! ¡Con tal de defender mi honra, mi sangre y mi estirpe, yo sería capaz de echar abajo esta venerable Cámara alrededor de ustedes!. Puedo ser el Tai Pan más joven de la historia de este Concilio pero nada ni nadie vendrá a tratarme como un imbécil porque no me haya apoyado en la violencia, en la masacre, en la duplicidad o en la malicia para mantener este Concilio en mi puño mientras dure mi gestión, porque puedo hacerlo” –en ese momento, nadie dudó de lo que decía- “No lo he hecho porque no lo he querido, por respeto a la ley de esta cámara y a todos, pero no ponga nadie a prueba mi paciencia porque la ley del Concilio otorga poderes totales al Tai Pan y aplicaré la ley sin importar quien sea… nadie, jamás, está por encima de la Ley de este Concilio y es su ley la que me dá la razón”
Un formidable puñetazo sobre el escritorio hizo a todos pegar un salto.
- “Es el mejor rapapolvo que he visto en toda mi vida” –pensó Hin Lu, con orgullo- “todos están más que muertos de miedo, como cualquier persona con dos dedos de frente. Sólo espero que el ímpetu de Shaoran evite que se desmaye..” –contempló con preocupación como el pañuelo en el que el joven jefe expectoraba ocasionalmente, chorreaba sangre- “sigue debilitándose, y pese a eso tiene la fuerza para poner a todos y cada uno en su lugar….Si eso le hace a los jefes del Concilio.. ¡pobre de la persona que toque a Sakura o a Hien, va a desear no haber nacido!”
– “Yo no les supliqué estar aquí, al contrario.. ¡ustedes insistieron, ustedes me eligieron Jefe Supremo!” –seguía el joven Li pese a que sentía que a cada palabra la sangre le inundaba la boca y le retumbaba en los oídos- “No soy pues “el idiota” que tiene el rótulo de Tai Pan mientras todos hacen caso omiso de mi rango ¡No soy muñeco, títere o fantoche de nadie!, fui libremente elegido para este cargo por ustedes mismos, obraré conforme a la Ley de este Concilio, conforme a mi juicio y a mi dignidad.. ¡y a quien no le guste, aténganse a las consecuencias!”
Los ojos de Arashii Kishuu tropezaron con los del joven chino y ambos se contemplaron con fijeza, antes que la antigua Dragón del Cielo bajara la mirada. Nunca se habían tenido mutua simpatía, aunque habrían debido tenérsela: ambos habían tenido como carga grandes dones mágicos desde su nacimiento y ambos habían estado implicados en los eventos del fin del mundo. Y quizás precisamente ésa fuera la causa, la actitud de ambos ante aquellos mismos eventos y el giro que habían dado sus vidas desde entonces. Arashii Kishuu, de dieciséis años en la batalla del “Día prometido”, había sido criada como “sacerdotisa oculta” en el templo japonés de Ise y su posición como dragón del Cielo la había hecho seria y fría desde la niñez, siendo sólo los tiernos sentimientos que le inspirara su compañero Sorata Arisugawa los que la hicieron más sensible y humana… una adolescente enamorada, al fin y al cabo. Pero el joven dragón del Cielo dueño de sus afectos tenía por destino no sólo combatir al lado de Kamui Shirou, también morir por la mujer que amaba y la joven Arashii no había podido soportarlo. De modo tal que en un deseo por proteger a su compañero había tomado partido por el Kamui Oscuro combatiendo activamente a sus antiguos camaradas, cruzando su espada con el propio Kamui Shirou aunque su traición no había servido de nada y al final del “Día prometido” la infortunada muchacha se había visto a sí misma abrazada al cadáver del alegre y afectuoso Sorata.
Que había cumplido su destino, muriendo en lugar de ella.
Al igual que Kishuu, Shaoran Li había tenido una infancia llena de presiones que le había hecho un niño desconfiado y huraño, situación sólo matizada por un leve paréntesis. Una breve temporada en Japón para capturar las Clow cards, objetos mágicos que el niño chino no había conseguido para sí pero que habían motivado que trabara conocimiento con Sakura Kinomoto, una niña que vivía con la tranquila naturalidad de una persona común no obstante poseer grandes poderes mágicos y que se había convertido de rival a primer amor en una sucesión tan rápida que el pequeño Li no había podido evitar. Por supuesto que todo aquello había quedado en dulces recuerdos cuando el niño chino se encontró de vuelta en Hong Kong; pero años después y recién electo Jefe Supremo del Concilio de Hechiceros de Oriente –elección insólita en alguien de su edad, lograda en base al prestigio de su estirpe y de sus ancestros- un Shaoran Li que aún no tenía veinte años se había reencontrado con su amor de infancia y los sentimientos entre ellos habían reflorecido no obstante verse enfrentados a la cacería del último card captor y posteriormente descubrir que estaban implicados en la Batalla del Preámbulo, evento definitivo que debía ser antesala obligada al “Día Prometido” donde Shaoran había combatido con valor, cumpliendo su deber en su posición como Jefe del Concilio, reforzada su decisión por proteger a su entonces prometida y al bebé que ella estaba ya gestando; pero pese a sus intenciones, la muchacha había acudido en su ayuda de forma definitiva, empuñando la espada dorada de los Li cuando el joven agonizaba, casi muriendo con él.
Y entonces se había obrado el milagro. La joven japonesa había logrado vencer y Shaoran, de alguna manera, había logrado sobrevivir hasta que pudo ser auxiliado. Ambos chicos se habían desposado en una brillante ceremonia ante un agradecido Concilio y pese a los altibajos de la vida rigiendo un organismo tan antiguo –su destacada actuación le había valido al joven Li ser reelecto en tan augusto cargo por sus propios méritos- y a los problemas domésticos diversos, eran una familia juvenil que contemplaba la vida con tonos verde esperanza.
Verde. Como el color de la dinastía Li.
Verde. Como el color de los ojos de Sakura y del pequeño Hien, el único hijo de la pareja.
Por su parte, todos los presentes –los miembros del Concilio- estaban en completo silencio. Nadie apenas si respiraba. De algún modo, cuando Shaoran se ponía así, no parecía que valiera la pena arriesgarse. Y es que todos sabían a qué se había referido y más de uno recordó que había criticado la postura del joven Li tachándolo de “blando e ingenuo” -por decirlo menos- pero ahora todos se estremecieron ante la idea de enfrentar su justa ira. Y es que, ante los hechos, todos y cada uno de los jefes y miembros del concilio se decían a sí mismos que habían sido demasiado confiados. Si, Shaoran Li era el más joven Tai Pan de la historia del Concilio, respetuoso con sus mayores –todos los jefes de clan eran al menos veinte años mayores que él en edad- un joven correcto y afable, un poco ingenuo tal vez e idealista, pero era descendiente directo del mítico y bondadoso Rey del Cielo. Un rey. Bondadoso, sabio y justo… pero que había sido hijo a su vez del tirano más cruel y sanguinario de todos los tiempos. El legendario y maligno Taishakuten. Y todos recordaron ahora que si bien el joven Li era famoso por su valor, su sentido del deber y su nobleza -heredadas posiblemente del Rey del Cielo- tenía también como parte de este legado la sangre del Emperador del Rayo y de las Tormentas, del autócrata más despiadado y tiránico cuyo régimen de oprobio y tiranía había sido solamente aniquilado por un monstruo peor que él -“el Prohibido”- siendo que las vicisitudes de aquel conflicto sólo pudieron ser silenciados y sacados de la memoria colectiva de los hombres en la quema de libros del Primer Emperador de China.
Otro tirano que al fin y al cabo procedía como el joven Li del mismo linaje, mezcla extraña de la más profunda nobleza y la más abyecta tiranía. De modo que los jefes agradecieron a todas las deidades de su elección cuando se les permitió marchar –y muchos de ellos corrieron al salir del Salón de Jade- porque nunca, nunca, había sido más evidente que el muchacho, el jovencito de menos de treinta años que se sentaba en el Trono del Dragón –herencia de Ten Oh y obsequiado a perpetuidad por el Concilio a Shaoran Li en agradecimiento a su valor en la Batalla del Preámbulo- era capaz de todo.
Quizás, ya que descendía del legendario y perverso Taishakuten, lo único que podía enfrentar a Shaoran Li se enfurecía.. era el Prohibido. Así que era más saludable para la supervivencia general no meterse en el camino.
De ninguno de los dos.
- “Si ese grupo de imbéciles del Concilio, no tienen a Nadeshiko o a Sakura y mi sobrino… sólo alguien más puede tenerlos” –reflexionaba Touya en esos momentos, antes de irritarse- “¿por qué demonios tenemos que quedarnos aquí sentados sin hacer nada más que esperar?”
- “Porque no podemos exponernos a que, en cuanto nos descuidemos, el Concilio nos dé una sorpresa desagradable” –replicó Eriol- “por lo pronto, la Mansión Ruthwen está vigilada. Nadie ha entrado ni salido de ella en las últimas doce horas y eso nos deja sin ideas de dónde buscar ya que la casona de las druidesas ardió hasta los cimientos ayer mismo. El Nosocomio del Concilio ha informado que Subaru Sumeragi sigue desvariando en sus instalaciones, los Dragones del Cielo sobrevivientes; y Nokoru Imonoyama y sus amigos han revisado cada archivo en “Beast”, e incluso están considerando formatear totalmente esa cosa. Pero no encuentran nada y por lo tanto, no tenemos ni idea de dónde buscar o por dónde empezar”
- “¡Maldición! ¡ojalá desarmen a esa maldita máquina pieza a pieza! ¡y que esa Kishuu se pudra!” –se desesperó el médico, golpeando la pared con el puño, en un intento de desahogar un poco su angustia- “¿Qué le estará pasando en estos momentos a mis hijos?. Espero que el chino tenga alguna idea de por dónde buscarles cuando salga de ese condenada reunión” –reflexionó- “si es que está lo bastante bien para dar un paso, digo”
Los azules ojos del británico centellearon en comprensión a las palabras del galeno ya que ambos habían notado a estas alturas que tanto Shaoran Li como las guardianas de las Protection Cards estaban en muy mala condición. Al parecer, lo que para todos había sido un lapsus de dolor –aquel instante en que todos sintieron que se morían al unísono- para el joven Li y las referidas guardianas se había convertido en algo que les había dejado con secuelas de incapacidad y debilidad que no mejoraban ni amainaban con el paso de las horas, al punto que sólo Eriol, Touya –en su calidad de médico- y el leal Hin Lu sabían lo que le costaba a Shaoran mantenerse firme y fiero dando una imagen de fuerza ante el Concilio, cuando se veía obligado a cambiar de pañuelo cada media hora, visto que no dejaba de sangrar por la boca…
- “Me pregunto si habría forma de hacer que el joven Kujaku despierte” –reflexionó Eriol- “sabemos que es la reencarnación de un sacerdote de los tiempos del “Prohibido” original, por lo tanto creo que podría darnos alguna idea de lo que pasa, donde buscar o a quien atacar. ¿Qué es exactamente lo que tiene, doctor?”
- “Ese crío tiene fiebre y lo inquietante es que varios de mis colegas creen que tiene Insomnio Letal Familiar******” –informó Kinomoto, que aunque estaba en la casa de su hermana, no dejaba de estar enterado de la condición de los que estaban en su hospital- “aunque lo que desconcierta a todos es que en estos momentos parece hundido en una especie de fiebre que lo consume, y que le hace imposible despertar..”
- “Disculpe mi ignorancia doctor, pero ¿tendría la gentileza de contarme que es eso?”
- “Un tipo de enfermedad degenerativa que puede dejar a alguien tan insomne que no volverá a dormir. La gente que la padece puede morir en muy poco tiempo. Sin embargo, lo que me desconcierta a mí y los colegas que lo ven, es que ahora mismo el chico parece no poder dejar de dormir… y eso no tiene sentido con las características de la enfermedad”
- “¿Entonces, lo que tiene el joven Kujaku es una enfermedad?” –insistió el inglés.
- “Es biológicamente comprobable que esté físicamente agotado. Según lo que me he enterado, lleva mucho sin dormir y es posible que su sistema haya colapsado. Espero eso, y no esa enfermedad que temen mis compañeros porque eso sería mortal”
La llegada de Yukito, quien, acompañado de Fujitaka –que estaba tan insomne como los demás habitantes de Li Manor, más aún teniendo en cuenta que eran sus nietos y su hija los desaparecidos- informó a ambos hombres que Rei estaba ya despierto y con ganas de ayudar, por lo que Touya marchó a explicarle al joven Tsukishiro que las personas abaleadas no pueden simplemente recorrer las calles a horas de haberle dado un saludo a la muerte –y el médico agradeció el pensamiento de regañar a Rei, ya que la que la espera a que su joven cuñado pusiera orden en el Concilio lo estaba volviendo loco- mientras Eriol recibía una llamada telefónica.
- “No papá, Miriel no ha dormido” –se apresuró el inglés a contestar, casi mecánicamente, mientras Hajime Hiragizawa insistía. El embajador había corrido horas antes a abrazar a su nieta pero habíase ido a descansar después- “sí, si. Sé que hubieras preferido llevártela contigo a la Embajada, pero créeme.. en estos momentos el lugar más seguro para Miriel es éste. Y no te preocupes más. Aún está asustada, pero no creo que llegue despierta a las diez de la mañana..”
El joven británico ahogó un bostezo a duras penas pero las siguientes frases de su padre le hicieron despertarse de golpe..
- “¿Qué? ¿qué estás haciendo frente a la Mansión Ruthwen? ¡papá, por favor, es una locura, aléjate de allí!”
- “Querido hijo, no grites porque no estoy sordo. Y ahora soy yo quien te dice que no te preocupes, si he venido aquí ha sido simplemente porque anoche me llevé un gran susto cuando me avisaste de la desaparición de Miriel y porque me costó y me cuesta mucho imaginar que un Ruthwen pueda ser capaz de algo semejante..” –suspiró el embajador- “durante mi primer viaje a Gran Bretaña y aún antes de conocer a mi amigo Javier Pérez, conocí a un Lord Ruthwen, de modo que es difícil creer que una persona así tenga algo que ver con la magia o que estuviera implicado con lo que trataron de hacerle a Miriel, o la desaparición de los demás niños y la joven Sakura Li”
- “Papá, ya te lo he dicho. El último Lord Ruthwen ha muerto y de quien tememos lo peor es de su viuda y su pupilo. Además, por favor, márchate de allí. ¿No tengo bastantes cosas ya de qué preocuparme?”
- “Descuida, descuida. Voy saliendo. Además ni siquiera he podido llegar a las cercanías de la Mansión, los miembros del clan o del Concilio del joven Shaoran no tienen nada que envidiarle a la MOSSAD israelí, hijo. Ni las moscas podrían pasar el cerco que tienen establecido, además que en cuanto me identifiqué como tu padre me asignaron una escolta de protección de siete personas, que supongo, además de armas, también tienen los mismos dones que tú y tu joven amigo chino..”
Eriol resopló de alivio.
- “Si papá. Bueno, eso que dices me tranquiliza. Pero, por favor ven aquí. Aún no me has contado de donde es que tú y el señor Kinomoto se conocían y ya ves que ninguno de sus nietos ni su hija aparecen aún. Por lo que siendo tu amigo, sería bueno que le apoyaras con tu presencia”
Hajime Hiragizawa pensó rápidamente en lo pequeño que era el mundo. No hace mucho tiempo había conocido casualmente a Fujitaka Kinomoto cuando estaba en medio de una crisis personal –entonces dudaba aún si podría alguna vez ser un verdadero padre para Eriol- y resulta que Kinomoto estaba ahora en una situación aún mucho más crítica de lo que él hubiera entonces creído: sin magia efectiva personal, con hijos y familia con estos dones. Y eran sus hijos y sus nietos quienes estaban en riesgo; de modo que el embajador enrumbó su vehículo de regreso a Li Manor con el fin de apoyar a Fujitaka, como el amable arqueólogo le había apoyado en su momento. No sin antes agregar un último comentario a su hijo..
- “Lo curioso de esto de la magia, hijo es que ya no puedo ver las noticias del mismo modo. En el ámbito diplomático aprendí que muchas veces se minimizan las crisis y se dan versiones falsas a la prensa pero lo de ustedes me hace dudar de la veracidad de cada flash informativo. Según las noticias, la versión oficial es que aquella dama Carmille Ruthwen y su pupilo, fueron secuestrados casi al tiempo que el último Lord Ruthwen fue brutalmente asesinado” –reflexionó- “por cierto, me sorprendió mucho el parecido del difunto lord al Lord Ruthwen que conocí en mi juventud. El recientemente asesinado lord era idéntico a su padre cuando este tenía esa edad..”
- “Ven a Li Manor, papá, aunque a lo mejor no me encuentras” –se despidió Eriol, apurado- “acaban de avisarle al doctor Kinomoto que Shaoran está muy mal y entre los dos vamos a ir por el al Concilio para que le revise. Al menos, parece que mi amigo ha puesto a esos cretinos jefes en su sitio y no nos darán más interferencia”
- “Ojalá hijo. Porque no puedo siquiera imaginar la incertidumbre que los Kinomoto y el joven Li están sufriendo..”
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Sentía un gran viento helado azotándole y con no poco trabajo abrió los ojos. Encontrándose desconcertado al instante. Lo último que recordaba era haber ingresado a la embajada británica… pero nada más. Habíase sentido caer, como si su cuerpo y su alma pesaran plomo y después era como si flotara en el aire hasta que el viento helado calándose en sus huesos le despertó.
Pero aquel lugar no podía ser la Embajada Británica.
Era un paraje extenso, vacío, yermo… desolado. Una especie de gran plataforma blanca, congelada, infinita, azotada por heladísimos vientos que parecían querer arrancarle la piel a tiras pero que parecían indicar que este lugar no había sido visitado por humanos en mucho tiempo…
- “Pero éste es un sueño… no puede ser más que un sueño. Así que, en realidad no puedo estar aquí” –se dijo Kujaku Hoshino, en voz alta, mientras el eco de su voz parecía resonar en el desierto lugar, que, no obstante le parecía imposiblemente familiar- “¿o si?”
- “Técnicamente no estás, chiquillo” –una voz pareció responder a las palabras del adolescente y venía de sus pies- “es decir, tu cuerpo está donde lo dejaste. Pero tu alma… tu alma está aquí. Al menos por un momento”
La mirada del compañero de Rei y Tao bajó hacia sus pies y allí, sobre el congelado suelo de hielo vió su reflejo, pero que no era su reflejo..
- “¡Ayyyy! ¿Quién eres tu?” –chilló súbitamente asustado, antes de reconocer la imagen- “tú… eres… Kujaku, el sacerdote. ¡El del mito!” –se espabiló de pronto cayendo de rodillas sobre el piso, como deseando tocar la imagen reflejada en el hielo- “te he visto como reflejo mío en mis sueños, ¡muchas veces!, pero nunca, nunca he podido hablarte, nunca jamás he podido comunicarme contigo.. ¿Por qué ahora puedo?” –se ilusionó- “¿acaso tengo un tipo de magia?”
La imagen contempló al esperanzado escolar con una leve sonrisa pero negó con la cabeza ante la pregunta final, de forma tal que la ilusión del adolescente se esfumó dejando paso al desencanto, aunque pronto llamó la atención del escolar la mirada divertida de su reflejo..
- “¿Qué es tan interesante?” –preguntó, con inquietud renovada- “¡por si no lo sabe tengo muchísimos problemas y el menor de ellos no resulta ser el hecho que llevo muchos meses sin dormir bien, que digo dormir bien… estoy medio muerto por eso!!”
- “Perdón” –rió divertido, el reflejo- “bueno, lo que sucede es que me produce una gran alegría descubrir que mi nueva encarnación ha tenido la fortuna de ser un chiquillo.. uno común y corriente, pero que curiosamente, seguimos llamándonos igual” –el hombre, adulto, sonrió al jovencito- “al igual que tú, también me llamo Kujaku. Es irónico que nuestro nombre siga siendo el mismo”
El chico Hoshino pareció dubitativo..
- “¿Es eso común?”
- “No. Creo que es un caso muy peculiar, por eso me divierte” –rió el reflejo- “aunque no debe sorprenderte porque fui un hombre divertido y sociable mientras viví. Lo que no puedo decir de todos los de mi tiempo.. ¡Yasha era taaan aburrido y serio!, Karura se relajaba a veces pero era tan guapa que daba gusto mirarla. Ryu también solía ser muy divertido. La que si era casi muda era Sohma… pero Kendappa… ¡uf!.. ¡aunque esas dos estaban de rechupete y..!”
- “¡Oye, ya basta! ¿me has traído a este sitio a escucharte decir esas tonterías? A todo esto ¿porqué estoy aquí?”
- “Perdona. Como te repito, mi vida nunca fue común y es un alivio que mi encarnación siguiente tenga la dicha de una vida normal..”
- “Tan normal como para no tener magia” –bufó el chiquillo- “oye, ¿tú la tenías?”
- “¿Magia?”
- “Si, claro. ¿De qué otra cosa crees que hablo? ¡magia! ¡algo!. Es decir, puede que a ti te parezca muy bien que yo sea común y corriente, sin magia, pero es muy frustrante ver como las cosas pasan y no tener ningún don que sea útil, sólo estar allí, parado como poste, mientras todo pasa..”
- “Bueno, pues acostúmbrate. Aún si tuvieras magia, mi vida fue básicamente el ser un observador de los hechos, alguien que, sabiendo mucho, iba por aquí y allá dejando datos útiles a las estrellas de Ashura, pero yo mismo no intervine directamente en los hechos. Salvo al final. Generalmente me limité a contarles lo ocurrido sobre alguien que habían conocido… pero nunca combatí a su lado ni mucho menos..”
- “¡Que chasco! ¿y de qué sirve tener poder si no haces nada?”
- “A veces eso es lo más duro, mi joven reencarnación. Es lo más duro. Pero, repito, tú no tendrás los conflictos que yo, porque aún siendo mi reencarnación, no eres como yo”
- “Por favor, no me sueltes esa bazofia de que la gente reencarnada no es igual que la encarnación precia ¡eso lo sé bien, yo soy quien lo dice!” –insistió- “¿tienes idea de lo frustrante que es? Veo a las personas en mis sueños.. veo sus encarnaciones previas y lo que hicieron, pero nada más. Y peor aún en medio de todo esto. Personalmente, no tengo ya familia porque mi padre también ha muerto y mi madre murió hace tiempo, pero …” –dudó- “quizá no lo entiendas, pero aprecio a estas personas… a los que están involucrados en esto. Yo…. soy sólo un chico solitario, que no le importa a nadie, pero Tao, Rei.. ellos son mis amigos; de hecho, Tsukishiro fue correcto conmigo aún antes de saber que estaba yo metido en esto. Tao es también un tipo divertido. ¡Es muy hilarante!…” –razonó- “son lo más cercano a amigos que tengo y son sus familias las que están metidas en esto. También está la señorita Li… digo, la señora Sakura” –se sonrojó, auténticamente avergonzado- “he visto sus sueños muchas veces, y creo que la confundí mucho.. ¡aunque sin querer!. Y la señorita Yoko… la hermana de Tao… ¡es.. es…!” –el sonrojo en las mejillas de Kujaku aumentó- “es su niña quien también es parte de esto y…”
- “Esas dos chicas que mencionas: Sakura, Yoko ¿son guapas?”
- “¡Claro que si!” –respondió Kujaku rápido- “¿eh?, ¿Por qué lo preguntas?”
- “¡Que suerte la tuya!, ¡tienes chicas guapas de donde elegir!”
- “Deja de burlarte de mi, por favor” –pidió, avergonzado- “para que lo sepas, ambas son señoras casadas y con niños. Bastante lindas sí, pero con esposos. Al igual que la señora Tomoyo, cuyo esposo le sacaría los ojos a cualquiera que mirara a su mujer”
- “Ya veo. Esas personas tienen que ver con la leyenda del Prohibido ¿verdad?. Supongo que por eso no puedes evitar sentir afecto por ellos; y más aún si tienen que ver con quienes en esta vida, son amigos tuyos. Esos dos llamados Rei y Tao”
- “¿Es eso lo normal?”
- “Son gente antigua, mi joven reencarnación. Y tienen por ello cierta afinidad contigo. ¿Acaso no has notado que hay personas que sienten afecto y aprecio instantáneo por otras, así como odios de la misma forma?”
- “Si, claro. Pero ellos tienen magia.. y yo no”
- “Y debes dar gracias por ello, joven Kujaku. No sería bueno para ti que fueras del todo como yo. Además, tener magia no significa afinidad. Hay magos y hechiceros que sienten odio instantáneo por tal o cual colega. Aunque el odio, muchas veces tiene que ver con la envidia”
- “¿Por la magia?”
El reflejo asintió y Kujaku Hoshino, por un momento no supo que pensar, así que se hundió en el silencio…
- “¿Sabes quién fui yo?”-el reflejo, de pronto interrumpió sus reflexiones.
- “¡Claro que si!. Fuiste Kujaku, el sacerdote contemporáneo de Cuyoh y todas las estrellas del Prohibido”
El reflejo sonrió. Y a un leve gesto suyo dos alas negras brotaron de su espalda, sobresaltando al adolescente..
- “Escucha bien, joven Kujaku. Esto.. es lo que soy. O fui, en todo caso. Fui pues todo aquello que dijiste, pero olvidas también que mi único acto participativo en estos hechos fue el dar mi vida, mi sangre… para sellar al que llaman al “dios de la destrucción” y liberar únicamente a la inocente Ashura. La niña, no a la entidad del mismo nombre. Pude liberarla, si… pero a costa de mi vida”
Súbitamente la idea paralizó al adolescente..
- “Eso… quiere decir, que para separar y sellar al “prohibido” ¿yo debo morir?” –tragó saliva- “¿debo dar pues mi vida y mi sangre como lo hiciste tu?”
- “No, joven Kujaku. No. Por ello es que te decía que no somos iguales. No tienes lo principal… lo que hizo posible que yo pudiera sacrificarme a mí mismo para liberar a la inocente y encerrar al maligno. Porque, nos guste o no, Ashura fue un “niño prohibido”, es decir jamás debió nacer porque reunía en su nacimiento toda la oscuridad de su clan, era la víctima inocente y a la vez el castigador porque su clan había detenido el tiempo en el mundo, tal era su pecado. Y es que el clan Ashura era intermedio entre los hombres y demonios y a diferencia de los demás clanes, cuyos dones pueden elegir usar del lado del bien y del mal, los llamados “Ashura” sólo tenían el poder de destruir. No había elección para ellos. Pero torcieron su propio don*******, fueron aceptados entre los clanes de los señores de los elementos y por ello, su poder… la destrucción, quedó dormido. Acumulándose la oscuridad hasta que al fin se manifestaría en la princesa Ashura. La heredera del clan. Y la única y última de ellos a la muerte de su padre..”
- “A la que salvaste”
- “Yo sólo sellé al dios de la destrucción dentro de ella” –explicó el reflejo de alas negras- “nada más. Pero quien verdaderamente salvó y amó a Ashura fue Yasha Mi vida y mi sangre sellaron algo siniestro dentro de ella y nada más. Pero sólo lo pude hacer, porque a diferencia de ti y de todos los que te rodean… yo también fui un “prohibido”, un niño que no debió nacer. De allí esto” –señaló sus alas- “mis padres eran hermanos, tenían la misma sangre y consumaron sus amores incestuosos engendrándome..”
- “Tu padre fue el TenTai. El bondadoso Supremo Señor que fue asesinado por el tirano Taishakuten..”
- “Si. Pero como ves, no era tan bondadoso ni perfecto. Por eso pudo ser asesinado, porque había perdido el don que le hacía descollar entre los otros y se había convertido, no en prohibido.. sinó en alguien que cometió una abominación”
- “¿Cuál es la diferencia entre ser “prohibido” y ser “abominación” para ti?”
- “Uno no elige ser “prohibido”” –razonó el reflejo, el sacerdote de los tiempos de RG Veda- “Naces como consecuencia de pecados de otros. Simplemente. En cambio, alguien, las personas que crean con sus actos un “prohibido” cometen abominación. ¿Sabes por qué? Porque cometen actos no-naturales por su libre voluntad, sabiendo que hacen mal.. algo que acarreará consecuencias funestas a un ser inocente”
- “Es decir. Se nace siendo Prohibido, pero para hacer un prohibido necesitas que haya quienes comentan… por su propia voluntad, actos de abominación”
- “Es una forma de resumirlo. Aunque hay actos de abominación que no dan lugar a un “Prohibido”” –le explicó- “En este caso los llamados “Actos de abominación” sólo afectan a quien los comete y es esta persona quien se convierte ella misma en una “Abominación” por sí misma”
El chiquillo pareció dudar unos instantes, pero insistió sobre el tema..
- “Eso era el Emperador del Rayo.. una “Abominación” ¿verdad?” –el reflejo asintió y Kujaku Hoshino, el compañero de Rei y Tao, siguió- “pero… ¿Qué hizo él para serlo?, ¿Cuáles fueron sus “actos de abominación”?. No lo entiendo. No lo entiendo. Tampoco me parece justo que alguien deba pagar con una existencia llena de dolor por actos impuros o perversos que hayan cometido otras personas.. tú no eras culpable del incesto de tus padres, la princesa Ashura que mencionas no era culpable de que su clan hubiera negado su naturaleza y peor aún ¡encerrado el tiempo, impidiendo su curso!. ¿Porqué ella debía pagar por algo que no hizo? ¡eso de ser un “prohibido” es una gran atrocidad!”
- “La vida no es justa. Es lo que es” –reflexionó el sacerdote del RG Veda- “no es negra o blanca, o larga y corta. Hay quienes empiezan sus vidas con mala estrella o un destino funesto, pero tomar la oscuridad como camino, o la luz como camino, es una elección. Al fin y al cabo. Y nunca se hace nada que no tenga consecuencias. Buenas o malas. En el caso de Ashura… fue así. Las personas engendran hijos, muchas veces deseándolos, otros, muchas veces sólo piensan en sí mismos., pero, aunque nadie elige venir a este mundo, las personas nacen y de alguna manera, están marcados por actos de los padres. ¿Por qué crees que aún en mi lejano tiempo, las gentes tenían temor a unir sus cuerpos con otros de su sangre?”
- “El incesto aún es un tabú de la sociedad”
- “Y no me sorprende. Porque en la memoria colectiva de la humanidad saben, quizá de modo difuso, que es prohibido que un hombre tenga hijos con su hermana, o una mujer con su hijo o un padre con su hija.. porque la sangre es la misma”
Kujaku Hoshino razonó.
- “A diferencia de los animales, en las personas la sangre se debilita y la progenie puede ser consumida por taras familiares: enfermedades, deformidades, locura..”
- “Así es. Esa es la consecuencia para personas sin magia de cometer actos prohibidos. Eso no me ocurrió a mí porque yo viví antes de que el tiempo empezara su andar. Pero mi condición funesta está manifestada por esto” –mostró sus alas negras- “imagínate pues. Si esas taras pueden acaecer a los frutos de un incesto entre las personas comunes, sin magia, no afectados por el tiempo, imagina lo que sería que dos personas unieran en un vientre materno su misma sangre, en un individuo. Y hablo de personas con dones como los que tenían mis contemporáneos”
El compañero de Rei y Tao supo entonces algo.
- “Es decir.. aún si fuera hijo de un incesto entre personas de este tiempo, ni mi vida, ni mi sangre servirían para sellar al “Prohibido”. ¿No es así?””
- “Bien dicho. Sólo un prohibido puede sellar a otro de su misma condición”
Una duda surgió entre la mente del joven Hoshino.
- “Por eso tú pudiste sellar al Prohibido. Algo que ni el maligno Emperador del Rayo y de las Tormentas pudo hacer…”
- “Aunque Taishakuten se sabía una abominación y tenía posibilidades de hacerlo, eligió la forma incorrecta: combatir. Matar. Por eso no pudo lograrlo. Sólo puedes derrotar al que es destrucción, no siendo destrucción”
- “¿Qué significa eso? ¿El Emperador pudo haberlo logrado?”
- “Taishakuten es abominación. Creyó que siendo malvado, podría vencer al dios de la destrucción, es decir, combatir el mal con el mal. Pero eso no es el remedio. Sólo se consigue que el mal más fuerte destruya al otro. Por eso yo elegí sacrificarme. Ofrecer mi vida y mi sangre, libremente. Una ofrenda, un sacrificio sin recompensa, sin victoria alguna”
- “Entonces.. ¿no hay forma ya de detener al “prohibido”?, ¿no hay otro “prohibido” o alguien que haya cometido “actos de abominación” como para que esta persona le salve o le mate?””
- “¿Combatir mal con mal? ¿acaso no lo has entendido?”
El joven Kujaku se devanó los sesos por un instante…
- “Sólo sería posible.. si alguien hubiera cometido actos de abominación.. conservando la inocencia” –musitó- “¡pero eso es como pedir que alguien fuera a la luna sin ir allá o que alguien naciera sin nacer, que pecara sin pecar, o algo así! ¡es decir, nadie puede salvarnos de este “prohibido”!, ¡nadie!”
- “Ningún prohibido o es igual a otro. Ya te lo he dicho” –musitó enigmáticamente el reflejo, antes de hacer un gesto al adolescente- “mira, no puedo darte más ideas. Queda poco tiempo… tú no tienes poder de ver el futuro, no eres vidente como yo, pero eres mi reencarnación y por ello pude venir un único instante y comunicarme contigo..”
- “¿Único instante?”
- “Si. Las reencarnaciones no son las mismas personas que fueron. Pueden tener sus recuerdos, poderes, estar atados a otros por lazos creados de vidas previas, pero las decisiones de sus vidas actuales las toman por sí mismos. No tienen las mismas personalidades, a veces ni siquiera coinciden en el sexo…”
- “Si, si” –suspiró el chiquillo, avergonzado- “sé bien eso. Nadie asegura que quien fue varón en una encarnación anterior.. siga siéndolo en la siguiente. Y es sólo un decir”
- “El lazo que tenía contigo.. fueron mis recuerdos. Tu facultad de ver el pasado, que fue mi presente. Reconocer gente antigua en sueños. Es tu don. Pero no posees magia, así que sólo puedes contener mi don en sueños, que es cuando tu espíritu es más libre”
- “¿Por eso es que veo lo que veo en sueños?”
- “Ese es tu don. No digas que no tienes ninguno.. pero ya no tengo tiempo. A cambio de mi vida ofrecida libremente es que espero que tú alcances la felicidad y tranquilidad que no tuve, pero ahora debo mostrarte algo… el futuro. Una única vez. Una visión que no es tuya, es mía. Pero una visión de tu futuro.. la única que puedo darte…”
- “¿Qué? ¿Cómo?”
- “Calla y mira.. el tiempo se acaba” –el reflejo le señaló a lo lejos- “sabes tan bien como yo que “él” ha empezado a moverse. Mira pues lo que ocurre. Mira, mira y recuérdalo al despertar…”
El adolescente Kujaku Hoshino abrió bien los ojos, atónito. De pronto, aquella brumosa lejanía se le había acercado tanto que podía ver –y era como si algo la “jalara” cada vez más cerca- una construcción majestuosa ¡no! ¡eran unas ruinas!.. ruinas trágicas y silenciosas, mudos testigos de hechos horribles, ancestrales, siniestros y fuera de la memoria humana. Era pues cierto que en medio de aquel helado páramo, en medio de una meseta límpidamente cubierta de hielo se erguían las ruinas de la más extraña y a la vez majestuosa ciudad –¡ya que si aquello eran las ruinas, debió haber sido soberbiamente hermosa!- que Kujaku pudiera haber soñado nunca. Una ciudad magnífica y en su centro..
¡Un palacio construido de modo tal, brillante como plata y etéreo en medio de la helada meseta! ¡un palacio que parecía un capullo de flor a medio abrir!
Un palacio en el que el jovencito se viera prácticamente abducido, porque era ahora como si recorriera a velocidad supersónica ambientes ruinosos pero aún magníficos, cubiertos de un silencio más que ancestral. Y de pronto, ante el aturdido chiquillo estaba alguien. Alguien a quien los reflejos de su dorada armadura y algo blanco que tenía en la cabeza –como un manto de hilos de plata, largo o una capa- no permitía que Kujaku viera su rostro. Esta persona avanzó, avanzó por el silencioso palacio con la familiaridad que brinda el conocimiento, moviéndose de prisa.. de prisa. Kujaku dudó si seguirle o no. Y aquel instante de duda le hizo perderle, pero entonces su alma –porque el chiquillo no estaba allí físicamente- tropezó con alguien más. Una alta figura envuelta en un manto… y ahora el escolar se sentía adentrar más en cada pasadizo. Y en cada ruina eran ya no una figura, sino dos, tres, cuatro.. cinco. Cinco altas figuras envueltas en sendos mantos oscuros que ocultaban sus facciones de la vista del atemorizado adolescente, que les vió no estar de acuerdo entre sí. Podían estar encapuchados, de la cabeza a los pies, pero sus acciones no dejaban dudas ¡eran tan diferentes! Dos de ellos parecían molestos, uno deambulaba por los rincones triste y cabizbajo.. y los dos finales luchaban entre sí a las puertas de un indescriptible salón…..
Porque en el centro del magnífico palacio había un salón del Trono, un salón con un sello en medio de él, un sello que brillaba pese a que ante él estaba un trono. Un trono magnífico que parecía estar fuera del lugar en medio de rocas ruinosas que lo rodeaban, como si las piedras se hubieran venido súbitamente abajo. Y de entre el sello surgieron –a velocidades aterrorizantes- tallos, tallos extraños que rodearon un gran capullo central. Un majestuoso capullo rodeado de oscuridad y fuego, cuyo sólo resplandor casi hace desfallecer al adolescente, pero alrededor de este capullo brotaron varios más.
Pequeños. Frágiles. Ingenuos. Y la altiva figura –la primera que había visto, que no era parte de los cinco encapuchados- envuelta en oro y plata, se movió entre los pequeños capullos.. musitando algo..
- “El perfecto sacrificio de sangre, para cuando despierte.. Un inocente bastaría, pero más de uno, debe ser mejor…..”
La figura pareció sentir de pronto la presencia del chiquillo, y ante los atemorizados ojos de Kujaku Hoshino, la persona envuelta en una armadura con filos de oro, que tenía la cabeza cubierta por algo tan fino que parecía un velo de plata, se volvió ante él y aquellos ojos, aquellos ojos le miraron.
- “¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!”
El grito dado por el infortunado compañero de estudios de Rei Tsukishiro y Tao Hiu, pareció remecer el Hospital –siendo que un lugar así no es precisamente silencioso- por lo que Touya abandonó de prisa la habitación de Morgan McNessa, con Tomoyo y Eriol siguiéndoles de cerca. Y es que después de que el médico recibiera una llamada de Hin Lu –el leal secretario estaba muy preocupado por la deteriorada condición de Shaoran a la vez que informó a los Kinomoto y Hiragizawa sobre la azotaina verbal que había dado el Tai Pan al Concilio- ambas familias habían decidido marchar de Li Manor en Tomoeda, a la sede del Concilio en el edificio Sunshine, en Tokyo.
Pero si bien estaba preocupado por su hermana, su sobrino y sobre la mala condición de su cuñado, Touya Kinomoto había insistido en que antes de salir de Tomoeda fueran a visitar a Morgan a fin de que la niña les explicara todo lo que pudiera saber sobre el “Prohibido”, con la esperanza de hallar alguna pista sobre la desaparición de Nadeshiko, Hien y los demás.
Y la fuga de Mamoru.
- “Mamá ¿qué pasa?” –murmuró Miriel, muy adormilada y bien retenida de la mano de una preocupada Yoko, quien, junto a su esposo no habían querido correr el riesgo de verse separados de su pequeña y la habían traído consigo pese a que la niña casi se dormía- “¿qué fue ese grito?”
- “No lo sé hija. Pero tu papá y los Kinomoto nos contarán cuando regresen” –suspiró la joven china, acomodando a su hija otra vez en uno de los sillones que rodeaban la camita de Morgan- “duerme, cariño. Tú no te preocupes…”
- “Eso sonó bastante feo..” –musitó Spinel que tenía el pelaje gatuno casi erizado, a la vez que estaba instalado junto con Kerberos sobre el lecho de McNessa- “no me gusta para nada… nada, nada”
- “Ni me lo digas” –el guardián de ojos dorados cruzó sus bracitos en gesto pensativo; así como Yoko, no pensaba dejar a Miriel ni a sol ni a sombra- “ni Sakurita, ni su niño.. ni siquiera esa loca de May May aparecen. La pobre Tomoyo está desesperada por sus dos hijos… y de pronto ese grito..”
- “Es como un aviso, como una advertencia…” –musitó Spinel.
Pero en aquellos momentos no hubo advertencia alguna para Shaoran Li, ni mucho menos, todo ocurrió demasiado deprisa. Fue como si su cuerpo pudiera presentir aquella ráfaga –que además había sido evidente- porque el joven movió la cabeza levemente, casi yendo al encuentro del proyectil y la bala arañó su mejilla sobre la que quedó un hilo finísimo de sangre. Pero el Tai Pan no parpadeó siquiera. De modo que fue su atacante, con voz trémula quien casi suplicó:
- “Por favor, no des un solo paso más”
- “Deberías haber apuntado mejor” –dijo sereno, contemplando la figura entre las sombras- “aunque todavía puedes hacerlo. Admito que jamás desconfié de ti pese a que a Sakura jamás le gustaste, pero si has estado esperando aquí para matarme es mejor que lo hagas de una buena vez porque si no lo haces tendré que desarmarte. No estoy en condiciones de perder el tiempo, así que o me matas rápido o me dejas en paz, porque tengo prisa..”
La persona ante Shaoran procuró controlar su temblor. Habían sido los doce minutos más largos de toda su vida y todo había sucedido tan de prisa que aún no lo asimilaba del todo. ¿Porqué tendría que haberlo hecho?, cualquiera hubiera esperado que Shaoran fuera quien estuviera sorprendido, agotado y atónito pues había sido él quien había sido atacado mientras se dirigía a la cámara de Ten Oh –como llamaban todos a la bóveda en que se guardaban los mayores tesoros del Concilio de Hechiceros de Oriente- pero allí estaba, tan serio y frío. Dirigiendo miradas de desprecio al haber reconocido a su atacante. La persona que le había emboscado y atacado en la oscuridad y que, al verse finalmente superada por la fuerza del joven jefe había sacado un arma, disparándola a modo de precaución, en un inútil afán de detenerlo.
Porque pese a haber disparado, ella no deseaba hacerle daño alguno.
- “Mátame o sal de mi camino…. Akasha”
La mujer ante Shaoran palideció más aún. Estaba sudorosa y jadeante pero más asustada que nunca. Jamás había pensado que hubiera tenido que apuntar un arma contra la cara del hombre ante ella, pero lo había hecho casi en acto reflejo al no poder contener más sus ataques. ¿Cómo podía haber sido tan tonta?. Shaoran había sido declarado experto en artes marciales chinas a los 7 años –Akasha lo sabía, porque ella, junto con Mei Ling y otros niños recibieron igual que Shaoran, instrucción por parte de Wei- y desde entonces jamás había perdido su habilidad ni su pericia en las mismas. Ciertamente ella era ahora la Jefe de los Thughs, del temible clan de estranguladores y asesinos del Concilio, pero nadie mejor que ella sabía que Shaoran estaba en capacidad de medirse y ganar en un combate con habilidades ante el asesino más experto.
Sin embargo, no había tenido otra salida que emboscarle y atacarle. ¡No la tenía!
¿Porqué no quería entenderlo?
- “No puedes ir” –suplicó entonces, pese a que ella era la que sostenía aun el arma- “todos en el Concilio lo dicen desde anoche.. que vas a ir a enfrentarte al Prohibido.. y que él te matará”
- “Que me mates tú o él ¿Qué más da?”
- “Yo no puedo permitir que vayas a enfrentarle… a morir”
- “Lo que haga o deje de hacer con mi vida no es asunto tuyo, Akasha. Y no me repitas esa tontería de la “sangre del Rey del Cielo” porque estoy harto de eso. Mi esposa y mi hijo están desaparecidos y tanto si estás en mi camino o no, voy a tomar el Pergamino Rojo y lo usaré para hallarlos” –explicó- “quítate de mi camino, porque lo haré aunque tenga que pasar sobre ti o quien sea..”
- “Todos dicen que el “prohibido” es un niño. ¡Que podrías acabarlo ahora, antes que despierte! ¿porqué no lo haces?”
- “Porque no soy un mata-niños. Por eso” –espetó desafiante, pese a que el arma aún apuntaba a su cuerpo- “Ahora, o te quitas de aquí, o te quito yo. A menos que estés también metida en este asunto… lo que me decepcionaría mucho, porque aunque nadie lo sepa, eres sobrina de mi madre” –dijo, gélido- “por eso te he apreciado y respetado.. y porque fuimos amigos de niños. Nadie conoce como yo tu desgracia…” –hizo una leve pausa al pensar en el desafortunado matrimonio forzado de Akasha, que terminó tan mal como comenzó, y en la infortunada niña, Kali- “pero si estás en algo que perjudique a mi mujer y a mi hijo, ten por seguro que voy a olvidar todo aquello y ….”
- “¡Yo sólo quiero evitar que te maten!”
- “¡Pues sólo muerto evitarás que busque a Sakura y mi hijo!”
- “No quiere que muera” –respondía Morgan en esos instantes, a las insistentes preguntas de Touya- “no sé porqué. Pero tía Vivian pensaba que aquella persona: “Grozny”, era alguien extraño, que no quería la muerte de nadie. Hacerles daño, sí. Pero que alguien muera.. no, al menos mientras tía Vivian eso creía”
- “¿Alguna vez tu tía mencionó si ese “Grozny” era hombre o mujer? ¿Qué planes tenía? ¿de dónde sacaba la información?”
Los ojos violetas de Morgan parecieron resignados..
- “Doctor, mis tías no me contaban lo que hablaban con esa persona” –dijo, como si no hubiera repetido eso varias veces en los últimos minutos- “lo que les digo es lo que yo escuché decir, no algo que me contaran”
- “Pero tú si sabes cosas del “Prohibido”” –insistió Kinomoto- “¿verdad? ¿Qué es lo que sabes?”
La mirada violácea pareció resignada pero Morgan replicó, con una serenidad impropia de sus siete años:
- “Sé quien es: el dios de la destrucción. Lo sé bien. Sé también que sólo vivo porque debo destruirle. Mi vida está en este mundo con este único propósito” –había cierta melancolía en la voz infantil, mientras repetía, como un estribillo bien aprendido-“todos los dones que tengo, todo el poder que puedo tener.. existe sólo por eso. Porque se decía en el Diario del Archidruida original que, de renacer el “Prohibido” yo debería renacer para destruirle, para acabarle. Es lo único para lo que nací y lo único para lo que estoy aquí” –suspiró- “aunque las tías querían que yo atacara y venciera a los demás estrellas del prohibido”
Tomoyo contempló la menuda figurita infantil en el lecho, con profunda sorpresa:
- “¿Puedes hacer eso?”
- “No sé. El diario no decía nada de eso” –Morgan se encogió de hombros- “sólo decía lo del “Prohibido”, no de sus estrellas. Pero mis tías creían que si podría”
La joven señora Kinomoto intercambió miradas con Yoko Hiragizawa y ambas suspiraron ante lo que acababan de saber. Todo era duda, solo eso. Incertidumbres y dudas. Morgan era apenas una criatura y poco o nada podía aportar además de haberles indicado que alguien llamado “Grozny” había tirado del hilo de las druidesas desde el principio como un macabro titiritero. Pero eso no bastaba y Tomoyo Kinomoto ya no podía más. Era otro día más de angustia desde la desaparición de sus dos hijos y sólo deseaba morirse. Al menos su madre –Sonomi- no estaba allí, porque con lo angustiado que se encontraba su marido, la diseñadora estaba segura que los nervios de ambos –al fin y al cabo, sobrino y tía con el mismo volátil temperamento- les hubieran hecho echarse la culpa entre sí por lo que estaba pasando, por la desaparición de Nadeshiko y Mamoru.
Como si por el hecho de ser su padre –o ser un padre o madre- alguien, cualquiera de ellos hubiera podido evitar lo que pasó.
- “Eres el padre”
No mucho después, en el despacho del director del hospital –cedido por el hermano de Sakura Li- los ojos azules del irlandés parecieron parpadear con evidente desconcierto ante la súbita y –para él- descabellada afirmación. Porque había sido sin advertencia alguna que Eriol soltó sus frases a su casi atónito interlocutor.
- “¿Disculpa?” –musitó Jeff O´Neill con incredulidad acusada antes de echarse a reír- “¡Vamos Eriol, ponte serio de una vez por todas! Están pasando cosas muy serias y no es el momento ni el lugar para manifestaciones de tu viejo y muy retorcido sentido del humor” –rió a su vez- “Aunque, bien mirado.. admito que para relajar tensiones, sirve una buena broma. Pero con todo lo que pasa, no creo que sea el momento …”
- “No estoy bromeando de ninguna manera Jeff. Eres el padre de esa criatura..”
- “¡Oye, ya basta! ¡no es divertido!”
El británico tosió delicadamente para tratar de evitar soltar una risa que podría haber sido compasiva y a la vez sarcástica porque no hacía mucho que él mismo había sufrido cuando una mujer que no era su esposa le había adjudicado la paternidad de un bebé –el que hubiera tenido la fortuna que aquella acusación fuera falsa no le había negado mucho sufrimiento- pero era por eso mismo que entendía la perplejidad, sorpresa y negación con la que Jeff le estaba mirando. Y ¡ojo que esta vez no hablamos de un bebé en camino o algo así! Porque la criatura en cuestión no llevaba pañales en lo más mínimo y si le creía a Touya Kinomoto –y estamos hablando del esposo de Tomoyo, cuyo conocido mal carácter hacía que pocos tuvieran las agallas de hacerle frente- aquella diminuta personita a sus escasos siete años tenía un temperamento bastante vivo, casi peleonero..
Tan… ¿irlandés?..
Al fin y al cabo, Eriol era inglés de nacimiento y entendía bien las diferencias de personalidades entre las naciones que se asientan en las islas británicas.
- “Te aseguro que hablo totalmente en serio, Jeff” –le dijo mientras notaba que su amigo negaba con la cabeza casi compulsivamente- “¡vamos, ¿quieres dejar de hacer eso y escucharme?!”
- “¡NO QUIERO!” –chilló el agente de forma casi histérica- “¡tu estas tratando de asustarme y te juro que no me estoy divirtiendo!”
- “¡Te repito que esto es muy enserio! ¡sé razonable Jeff, ¿Qué caso tendría hacer una broma de este tipo y mucho menos en este momento?”
- “¿Y cómo quieres que yo entienda tu muy retorcido sentido del humor?.. ¡oh no, no!” –el irlandés llegó a la puerta y gritó, casi como escolar llamando a la maestra- “¡Yoko, por favor, por lo que sea que más quieras, ayúdame! ¡Eriol ha vuelto a las andadas con sus mentiras y sus argucias y esta vez quiere divertirse a costa mía!”
- “¡Jeff, deja de decir esas cosas a pleno grito! ¿Acaso perdiste la cabeza? ¡Estamos en un hospital!”
- “¡La cabeza la perdiste tú! ¿crees que voy a caer en tus trucos? ¡yo no soy Shaoran Li! ¡yo te conozco bien y sé de lo que eres capaz!”
Los menudos pasos de Yoko anunciaron la presencia de la joven lady y fue casi irónico que el alto irlandés corriera prácticamente a refugiarse en la menuda y frágil muchacha que era Yoko Hiragizawa, la misma que escuchó la desaforada acusación de “¡Eriol ha vuelto a las andadas con sus mentiras y las bromas pesadas! ¡me contaron que de niño se divirtió mucho a costa de Sakura y Shaoran y ahora quiere hacerlo a costa mía insistiendo en que soy padre!” con estupefacción y sorpresa antes de volver sus enormes ojos grises hacia su esposo y preguntarle a su vez si era cierto..
Había dejado a Miriel con Kerberos por un momento… ¡y era bueno!.. porque, como que el tema no era muy apropiado para una niña..
- “No es una broma o mentira alguna” –bufó Eriol, irritado ante la actitud del irlandés- “es cierto Yoko” –sus ojos azules contemplaron sin duda a la joven mujer- “aunque Jeff no quiera siquiera oírlo, pero es cierto..”
- “¡Es que eso no puede ser, ¿no lo entiendes?! ¡simplemente no es posible!” –chilló el agente de Scotland Yard, frenético- “¡NO PUEDE SER!”
- “Si me das unos cuantos minutos sin interrumpirme puedo explicártelo” –dijo el joven hechicero occidental.
- “No puede ser.. ¿qué?” –musitó la joven lady.
Su esposo le tendió los resultados de la prueba de ADN y Yoko parpadeó con desconcierto..
- “¿Pediste una prueba de ADN para establecer la paternidad de alguien?”
- “¡Para establecer MI paternidad!” –se sulfuró el irlandés- “Y no tiene el menor sentido.. es decir” –el tipo estaba sudando- “Eriol, cuando me preguntaste lo de mi ADN no tenía la menor idea de que era para esto…”
- “¿Te hubieras negado?” –musitó la joven lady.
- “¡Claro que me hubiera negado!” –exclamó el azorado agente- “¡como cualquier hombre con dos dedos de frente lo haría!. Es decir, Eriol.. no puedes ir por allí viendo a un niño de pelo rojo y solicitar una prueba de ADN para ver si soy el padre.. ¡hay millones de niños pelirrojos en este mundo y eso no los hace hijos míos!”
- “Pero Jeff… lo que dice esto es que es cierto” –Yoko estaba muy seria, pero tranquila- “Morgan McNessa es tu hij…“
- “¡Ni siquiera lo digas!” –protestó- “¡no es cierto! ¿por qué le creen más a ese estúpido papel que a mí? ¡no puede ser cierto! ¡no tiene el menor sentido!”
Eriol resopló en gesto cansado. Los últimos dos días eran un infierno y no le deseaba nada parecido a Jeff, pero no había forma de negarlo. El ADN era definitivo.
- “Si te calmas.. Verás que tiene mucho más sentido de lo que crees” –el inglés suspiró profundamente- “y la verdad es que yo tenía mis sospechas hace algún tiempo” –explicó- “de hecho, desde que me enteré de los particulares criterios por los que las druidesas elegían a sus .. parejas” –tosió incómodo y Yoko miró a su esposo y a Jeff con pesar, porque ellos habían sufrido en carne propia aquellos criterios.
Los ojos azules del irlandés centellearon y se enfrentó a la mirada de Hiragizawa con terquedad.
- “No me vengas a meter a mi esa basura, Eriol. Yo no soy hechicero, ni tengo magia o poder alguno a diferencia de ti”
- “Pero eres el último druida puro” –la voz espectral de Tsu Chin, el espectro del Heraldo de la destrucción, le respondió esta vez- “mi castigo es protegerte por eso mismo, Jeff. Por ser quien eres, aunque nunca lo creyeras. En vida fui la reencarnación del Druida Negro, alguien que ofendió a la Orden de los Druidas, alguien que los profanó y difamó, alguien quien los cubrió de oprobio. Mi vida como Tsu Chin, fue mía, si. Pero si bien pertenecí a un clan siamés, este clan, aunque débil, no se ha extinguido y sus miembros pueden protegerse. En cambio, el último druida puro es un escéptico… un incrédulo que reniega de la magia y de los dones de sus ancestros. Ancestros a los que mi previa encarnación difamó. De allí es que cumplo mi castigo protegiéndote a ti, precisamente”
- “¿Y eso qué? ¡me proteges de las cosas raras del mundo y que! ¡eso no me hace padre de un niño druida!”
- “No, pero haberte involucrado con Igraine McNessa, si” –espetó Eriol- “tú mismo me has mencionado un par de veces que tuviste una relación con una mujer de ese nombre y…”
- “Eriol ¡cielo santo! ¡he tenido relaciones con muchísimas mujeres!” – Yoko suspiró con resignación, pero Jeff no pensó en la joven lady antes de añadir- “¡y tú también, antes de casarte, así que no te hagas el santo! ¡y no vas a decirme ahora que estás muy seguro de no haber dejado un hijo por allí, de todas las amiguitas con las que te acostabas!”
- “¡Jeff!” –protestó el espectro.
Eriol estaba pálido al igual que Yoko y Jeff musitó una leve disculpa antes de hundirse en un sillón, negando aún con la cabeza. La verdad era que la joven china sí que había sabido que Eriol no era precisamente casto antes de haberse casado, pero estando tan reciente los conflictos matrimoniales que habían tenido le era muy chocante escuchar la verdad de forma tan cruda. Y el inglés lo sabía. De allí su palidez. Y no es que Eriol hubiera sido un pervertido, no. Pero se había divertido con el sexo opuesto como cualquier joven y guapísimo millonario menor de 20 años que recorriera el mundo con una sexualidad activa y sin el menor remordimiento, ya que no había tenido que darle cuenta de su vida a nadie.
- “Si, Jeff. Como bien recordaste, me divertí mucho antes de casarme” –admitió, sintiéndose nervioso por decirlo ante Yoko, pero añadió- “sin embargo, puedo estar seguro que no cometí ninguna indiscreción porque me cuidé siempre mucho de hacerlo, especialmente teniendo en cuenta que no provengo de lo que se llama precisamente un hogar bien avenido y tú lo sabes” –hizo una pausa- “de allí que siempre fui cuidadoso. Y si. Antes de casarme jamás había cometido una indiscreción que pudiera acarrearme una consecuencia….” –suspiró- “no tenía a mis padres en buen concepto, debo admitir, y por eso es que la sola idea de un hijo engendrado por un descuido, me aterraba. Es decir, si mis padres no habían sido un buen modelo ¡lo peor sería que yo hiciera un hijo!”
- “¡No te creo! ¿vas a decirme que siempre usaste un maldito condón?!”
Eriol tosió y el espectro de Tsu Chin maldijo. Pero Yoko se echó a reír. La verdad es que ella no ignoraba nada del pasado de su esposo y si bien en un principio le incomodó la mención –por los últimos acontecimientos- ahora le divertía un poco la testarudez del irlandés.
- “Escucha: sé que no es fácil. Pero es la verdad” –el inglés le alcanzó la prueba, pero el agente se alejó del documento como si este fuera a morderle- “sé bien también que no tenía derecho a hacer esto, pero todo lo que tenga que ver con las estrellas del prohibido, me atañe por mi hija”
- “Exacto Eriol.. Yoko” –el agente contempló a los esposos- “ustedes son buenos padres de mi ahijada, y eso está bien… pero yo no puedo ser padre.. y menos aún de ..”
- “Lo eres” –interrumpió el espectro- “el inglés me preguntó si recordaba a Igraine y es cierto. ¿Vas a decirme que no te acuerdas de ella?. La chica con la que te enredaste en cuanto volviste a Reino Unido, después de lo de la Torre de Tokyo…” –el agente miró al espectro con expresión sorprendida- “¡no puede ser que no te acuerdes de ella, Jeff!, ¡viviste con ella casi medio año!.. ¡Igraine!.. alta, preciosa… con un cabello castaño rojizo increíble ¡incluso creí que ibas a casarte con ella!… estabas loco por ella…”
- “¿Hablan de “esa” Igraine?”
- “¿Pues con cuantas mujeres de ese nombre te has enredado, idiota?” –protestó el espectro.
- “¡Claro que me acuerdo de Igraine!… Igraine… Mc… Nessa…” –el pelirrojo se mordió los labios- “ehh.. ella.. si. La recuerdo bien. Realmente me volví loco por ella mientras vivimos juntos pero ella se fue… me dijo que tenía que ir a ver a sus primas… ¡sus primas!” –miró a Eriol- “¡de allí es de donde conocí a Elaine, la bruja muerta que les hizo la vida miserable a ustedes dos…!” –el agente se puso más y más pálido- “la druidesa…. Que…. ¡oh, cielos! ¡cielos!” –les miró incrédulo- “¿cómo no me di cuenta antes? ¡es que creí que esas brujas solo se enredaban con sujetos con magia!…”
- “O con hombres con ascendencia mágica…” –musitó Yoko.
- “Pero.. ¡no tiene sentido!” –protestó el irlandés- “¡no lo tiene!.. es decir, Igraine y yo vivimos juntos y ella se fue unos meses con sus primas…. ¡justo en estos meses en que los volví a ver a ustedes! ¿recuerdan? ¡Yoko, tú estabas encinta y te desmayaste en plena calle!”
La joven asintió.
- “Nuestra primera pelea..” –recordó Eriol- “si, me mencionaste entonces que estabas viviendo con alguien.. y que ella estaba de viaje. ¿Era Igraine McNessa?”
- “Si. Pero Igraine y yo terminamos, porque cuando ella volvió, las cosas no fueron como antes. Yo.. simplemente ya no la quería, no sé porque” –recordó pensativamente- “era como si de pronto no sintiera nada por ella y aunque ella me insistió, nos separamos. ¡Por eso es que no tiene sentido!” –dijo triunfalmente.
- “¿A qué te refieres?” –preguntó Yoko.
- “Si ella tenía un hijo mío.. ¿Por qué no decírmelo y así amarrarme a ella?.. como intentó…” –tosió – “como intentó hacerlo Elaine con Eriol… ya saben…”
- “Menudo par de imbéciles” –musitó el espectro de Tsu Chin mirando al inglés y al irlandés.
- “Porque es el Archidruida reencarnado de quien estamos hablando” –explicó Hiragizawa haciéndose el sordo a lo dicho por el fantasma de su antiguo enemigo, alcanzándole algo más al irlandés y cortando el enojoso recuerdo de su “asunto” con las druidesas- “si, míralo de una vez, que esto no es la prueba de ADN. Es la declaración de la tal Nimue McNessa, recién otorgada ante la STN-J. Allí admite que tú eres el padre de Morgan, quien resulta ser el mismísimo Archidruida y por eso mismo es que su hermana Igraine te sedujo a ti. Precisamente a ti. Porque eres el último druida puro.. hijo en línea ininterrumpida de druidas, ¡más que de druidas!, de los Grandes Maestres de los Druidas.. tu padre, tu abuelo, tu bisabuelo.. etcétera” –hizo una pausa- “La verdad es que por eso sospechaba algo… Porque si las druidesas buscan “padres” para sus niñas tomando en cuenta la belleza física de los hombres o su linaje, no podían haberte pasado por alto, amigo mío..”
El irlandés estaba blanco del susto.
- “Y tiene mucho sentido que el Archidruida naciera justamente del último druida puro… y una dama de Avalón”- razonó Yoko, pensativamente- “la verdad, es que tiene mucho sentido”
- “No, no ¡no!” –protestó el agente, cada vez más blanco que el papel- “no puede ser. ¿No entienden que esto es terrible? ¡no estoy en capacidad de ser padre de nadie!” –suspiró- “no sirvo para eso, jamás pude ser alguien que usara la magia, independientemente de quienes sean mis padres o lo que yo sea. ¡Ustedes saben muy bien que soy incapaz de siquiera poder convivir con una mujer por mucho más de una.. o dos noches! ¡ni siquiera podía pasar mucho tiempo con mis padres porque toda esa cosa de familia a mí no me vá!. Yo soy un tipo libre, feliz, que se divierte y para el que su trabajo es toda su vida… cuando quiero algo de vida familiar los visito a ustedes y a mi ahijada ¡y después me desaparezco por meses o años! Es decir ¡No estoy preparado para ser el padre de nadie! ¡mucho menos de un niño de ¿Cuántos? ¿seis, siete años?!”
- “Siete, creo” –anunció Yoko.
- “Y por cierto, es una niña” –dijo Eriol.
Fue allí donde Jeff O´Neill, experto y fiero agente de Scotland Yard e Interpol, quien había enfrentado a la muerte y a organizaciones secretas mil veces en su vida.. se desmayó mientras el fantasma del Heraldo de la Destrucción lanzaba un suspiro resignado.
Muchas horas después…
El automóvil se deslizaba rápido, veloz, apremiante y casi avasalladoramente sobre las calles, en un movimiento uniforme y continuo; sin embargo, las personas dentro del lujoso vehículo de seis puertas apenas si lo notaban, hundidas como estaban en sus propios pensamientos…
Touya y Tomoyo Kinomoto estaban en un ángulo del lujoso vehículo, prácticamente concentrados en la mirada del otro, comunicándose entre sí mismos como sólo personas que aman y sufren en común por un mismo motivo, pueden hacerlo. Desde la noche de la desaparición de sus niños ambos estaban como locos. Su hijo y su pequeña hija, llevaban más de 48 horas con paradero desconocido ¿No es eso lo peor que podía pasarles a cualquier padre o madre? A estas alturas habían agotado ya todos los recursos sin ningún resultado y ya lo único que ambos querían era gritar de desesperación. Habían sido horas eternas de búsqueda, noches sin sueño, rabia, dolor y pánico, en la que sus vidas parecían suspendidas en el aire a la espera de la risa de sus hijos, a la espera de que la vida volviera a ellos bajo la forma de los hijos que ambos habían engendrado. Pero mientras la peor pesadilla de la vida de Touya Kinomoto se hacía realidad -¡no había podido proteger a su familia!- había sido la dulce y aparentemente frágil Tomoyo quien prácticamente había mantenido arriba las esperanzas y la cordura de su marido, sin quebrarse en gritos ni en recriminaciones, en odios o en feroces golpes contra las paredes.. como si lo había hecho Touya. Sin embargo, mientras la diseñadora de ojos azules apretaba con sus pequeñas manos blancas las fuertes manos de su esposo, ambos estaban conscientes de que era cosa de tiempo para que ella se quebrara también, para que ambos colapsaran. Y el médico lo sabía. El temperamento de Kinomoto era apasionado pero explosivo y se manifestaba en sus ánimos beligerantes y en un sarcasmo lacerante que sólo ocultaba su rabia hacia sí mismo, porque sentía que de alguna forma la desaparición de sus hijos era su culpa, aunque por muy fuerte que Tomoyo fuera, pedirle prolongada cordura a una madre en estos casos era poco más que imposible.
¡Ella era la madre de los niños!, ambos pequeños habían nacido de su cuerpo y el médico se sentía no sólo frustrado también se sentía lleno de rabia contra sí mismo por no haber cumplido con su deber de proteger a sus hijos de todo lo malo del mundo. Amaba a sus hijos, eran su vida, pero al no haber cumplido con su deber de padre para con sus adorados pequeños le había fallado también a ella, a su mujer …. Y eso lo volvía loco.
¿Qué era, si no era capaz de cumplir con sus obligaciones como hombre, como marido, como padre?
No sabía que era peor. La culpa que sentía sobre sí mismo, o saber que ella le estaba cuidando.. le estaba calmando. Cuando bien sabía él que merecía que lo maldijese y le cruzara la cara a golpes..
- “No es tu culpa” –murmuró la hija de Sonomi, bajísimo, de forma tal que las palabras apenas si salieron de sus labios- “no es tu culpa, Touya. No debes culparte.. no es culpa de Byakko, ni de Megumi. La desaparición de nuestros hijos no es culpa de nadie..”
- “Es por mí que ellos están en esto, maldición” –murmuró él, a modo de respuesta- “Mamoru tiene magia porque yo la tengo ¡aunque nunca quise que la tuviera! Y Nadeshiko se ha visto metida en medio de este lío siendo sólo una niña inocente e inofensiva. Al igual que mi sobrino”
- “Touya, no te tortures más…”
- “¿Porqué no me recriminas?” –los ojos oscuros del galeno brillaron con inmensa tristeza- “¿porqué no me odias?, nuestros niños son carne de tu carne y si están en riesgo es porque el mayor heredó de mí un don que lo pone en peligro. Y porque yo no he sido capaz de ser un padre o siquiera un hombre capaz de protegerles. Sé que quieres escupirme, lo merezco, pero me hace sentir como basura que seas tan amable conmigo…” –hizo una pausa y Tomoyo supo que el noble corazón de su marido estaba desbordante de dolor- “nunca creí que podría sufrir tanto de nuevo. Es peor aún que cuando mi madre murió, porque entonces yo no podía haber hecho nada y ahora siento la impotencia y mi inutilidad como una bofetada. Daría mi vida porque nuestros hijos estuvieran a salvo y a tu lado.. moriría con gusto si ellos y tú estuvieran a salvo”
Los ojos azules se llenaron de lágrimas.
- “Si dices eso, me haces daño Touya. Porque nada ha sido culpa tuya, tal vez.. un poco si ha sido mi culpa” –puso un dedo sobre los labios de su esposo, que quiso refutar su afirmación- “yo te presioné para que Mamoru explorara sus dones… le di permiso incluso para lo de Kiku, aunque no creí que fuera nada serio” –ahogó un sollozo- “tengo el corazón tan angustiado como tú, cariño, pero no quiero que te culpes. Lo que me angustia es no saber… no saber… eso es lo más penoso. Porque ni tú ni yo podremos soportar mucho más esta desesperación Touya.. no podremos…”
- “Yo lo arruiné todo..”
- “No, no… no ha sido así”
- “No sé si tengas razón en lo que dices, pero si arruiné algo” –los azules ojos femeninos le miraron con expectación- “esa mujer…. Esa mujer, al fin sabe, Tomoyo. Lo sabe”
- “¿Saber? ¿Qué mujer?”
- “La thugh. La thugh ya sabe”
- “¿Sabe?” –inquirió Tomoyo, totalmente desconcertada.
La mente del médico viajó al instante en el que –junto con Hiragizawa- había seguido al secretario de Li y por un momento volvió a sentir la misma sorpresa, la misma perplejidad. El inglés y Kinomoto habían seguido al secretario a través de un pasaje que sólo debían conocer los Tai Pan del Concilio, pero en esos instantes ninguno de los tres hombres había pensado en eso. Hin Lu Li –si, ése era el nombre del Secretario del chino- había estado muy preocupado porque su señor se tardaba demasiado, y había sido Hiragizawa quien había sugerido que fueran a cerciorarse que se encontraba bien.
- “Después de todo, la condición de Shaoran no ha sido buena” –había dicho el británico- “a todos nosotros aquella explosión de poder nos dejó aturdidos sólo por instantes, pero Shaoran y las guardianas de las Protection Cards parecen estar mal desde entonces. La verdad, es que eso me tiene muy inquieto”
- “Si, al fin y al cabo, para eso me han hecho venir aquí ¿no es así?” –había bufado Kinomoto, ante las dudas del secretario- “mi mujer y yo vimos que casi se desmayaba en Li Manor, cuando su propia madre nos negaba el paso a su biblioteca” –hizo una pausa ante la mirada de los otros dos- “si el lugar donde fue no es de fácil tránsito, quizá está desmayado por allí..”
Habían sido estas razones lo que había forzado a Hin Lu a acceder a que Kinomoto y Hiragizawa ingresaran a aquella especie de pasaje especial dentro del Concilio. Ambos hombres habían notado de inmediato que era una especie de pasadizo que debía conducir a una cámara de seguridad, pero si bien habían seguido de prisa al secretario, nada les había preparado para la escena que estaban presenciando; porque si bien habían echado a correr al escuchar el eco de un disparo los tres se detuvieron en seco al contemplar lo que estaba pasando..
- “¡Hazlo de nuevo!” –la voz de Shaoran Li era imperiosa y enérgica, pero de su mejilla manaba la sangre- “¡hazlo, hazlo! ¡dispara de nuevo y esta vez al pecho, que tú y yo sabemos lo experta tiradora que eres y estando tan cerca es imposible fallar!, mata a tu primo, mata a tu sangre, porque nada me sorprende la deslealtad del Concilio cuando, tú… sobrina de mi madre, de quien siempre me sentí responsable es capaz de ponerse en mi contra… ”
Los tres hombres se habían mirado entre sí, casi sin respirar. La thugh y el joven jefe de los Li habían estado tan ensimismados en su charla de vida o muerte y ninguno era consciente que tenían espectadores, pese al ruido que la carrera de los tres hombres había producido por el estrecho pasillo. Los tres espectadores, a su vez, se sentían sorprendidos al entender -¡por fin!- el motivo de las sospechosas consideraciones y amabilidades de Shaoran Li hacia la jefa de los thughs, pero todos pensaban de forma diferente. ¡De modo que la Bhakthar era sobrina de Ieran Li!. Si bien para Eriol Hiragizawa y Touya Kinomoto la noticia era sorprendente y les proporcionaba hasta alivio –y es que, al igual que Sakura, no acaban de entender porqué Li era tan atento con aquella mujer- Hin Lu se sentía al borde de un abismo. Sólo el secretario del Tai Pan era capaz de entender los alcances de la revelación. ¡Los Li habían emparentado con los ancestrales asesinos de oriente! ¡parias, sanguinarios, perversos y criminales! ¿cómo era posible?. Ciertamente no es que eso quitara algún derecho a Shaoran –al fin y al cabo sus derechos y los de los Li dentro del Concilio provenían de su perfecta línea masculina, herencia de padres ¡únicamente padres Li, hijos de otros hijos hasta remontar al rey del Cielo!- pero sí que supondría un grave desprestigio, una afrenta cruel a la estirpe y muchos en el Concilio estarían felices de hacer escarnio del hecho que Shaoran Li, quien descendía por perfecta línea paterna del mismísimo Rey del Cielo tenía también en su sangre algo de los thughs..
Criminales ancestrales, asesinos degenerados..
Hin Lu se prometió a sí mismo que hablaría con Hiragizawa y Kinomoto. Nadie, jamás, mencionaría nunca el parentesco entre Shaoran y Akasha. Nadie lo sabría, nadie más. Y nadie hablaría de ello. Porque aquello podría perjudicar a su señor y a su heredero. El, Hin Lu Li, quien descendía a su vez de Li Si, leal servidor del Primer Emperador de China Quin Shi Huang Ti********* estaba dispuesto a matar a cualquiera que mencionara siquiera aquella mancha que empañaba la sangre de los Li. Después de todo ¿qué más daba?, su ancestro Li Si había ejecutado por orden de su señor a todos los sabios de la antigua China y quemado la sabiduría ancestral.. todo, por lealtad a su amo. La condena de las generaciones posteriores le había importado poco a su ancestro porque era un leal servidor de un poder mayor que él. Y el mismo Hin Lu sabía también que en otra vida, cuando Shaoran se llamaba Ridolfo Mocenigo, él había estado también sirviéndole y había muerto a su servicio.
Y Hin Lu lo aceptaba, con orgullo. Después de todo ¿Cuántos servidores tenían a un digno amo, como él?
- “¡Oh, por todos los dioses!” –por las mejillas de Akasha Bhakthar resbalaban las lágrimas y la mujer parecía aterrada y temblorosa aunque la pistola la tenía ella- “¡por.. por… ¡ ¡oh, no quise, por favor! ¡te lo suplico, no sigas!”
- “Dispara al pecho de una maldita vez” –espetó el joven jefe, con imperio- “¡porque sólo matándome vas a evitar que busque a mi mujer y mi hijo! ¿tienes idea de lo que estoy pasando?” –gritó, y Touya Kinomoto entendió que el joven chino estaba pasando un calvario igual o peor que el suyo- “la mujer que amo y mi hijo están en peligro y sólo muerto y bajo tierra podrá alguien evitar que los busque.. ¡lo haré aunque tenga que buscar hasta debajo de cada piedra!; de modo que o me matas ahora o te sales de mi camino, porque no pienso tolerar ningún retraso más …”
- “¡Pero puedes morir! ¡puedes morir!”
- “¡ESTOY MUERTO EN VIDA SIN ELLOS!” –gritó fiero- “¡y dispara! ¡DISPARA DE UNA MALDITA VEZ!”
Era él quien ordenaba y la mujer quien se ahogaba en sollozos, pero pese a éstos Akasha aún levantó el arma otra vez cuando Shaoran dio un paso al frente, pero él continuó impertérrito. Ella retrocedió, sollozando… y él no se detuvo ni aun cuando Akasha disparó a ciegas –entre lágrimas- una vez más, no se detuvo ni cuando la bala atravesó su brazo derecho. Porque Shaoran siguió a paso firme y Akasha temblaba como hoja, pero los tres hombres –que habían dado por tierra ante el disparo- se pusieron de acuerdo con la mirada y mientras Kinomoto y Hiragizawa reducían a la sollozante mujer y la desarmaban, Hin Lu ponía su cuerpo ante el de su señor, dispuesto a morir o sufrir cualquier daño por él si es que una bala más se escapaba en aquella lucha…
- “¡Van a hacerte daño! ¡van a hacerte daño! ¿Por qué corres hacia tu ruina?” –sollozó la mujer, que embebida en su enfrentamiento con el joven Li, no había siquiera tenido una mirada hacia los recién llegados- “¿porqué no entiendes que sólo quiero protegerte?”
- “Bonita forma de hacerlo” –Eriol tomó el arma y la guardó en su chaqueta, mientras Touya forcejeaba con la mujer.
- “Un disparo más “de protección” y le matas, zorra” -espetó Kinomoto.
Los ojos oscuros de la thugh entonces se clavaron en ambos hombres, mientras Hin Lu obligaba al sorprendido Shaoran a sentarse y le realizaba un rápido torniquete con tiras de su propia ropa; pero algo en la mirada de Akasha advirtió a Touya que aquella mujer habría aún de hacerles mucho daño… y la idea le llenó de miedo y rabia.
- “¿Qué le hiciste a mi hermana y a mi sobrino, zorra?” –dijo de pronto sin el menor recato- “¡sé que estas metida en esto! ¿Qué les has hecho? Por todos los cielos, estoy seguro que estás metida en esto de alguna forma y si tú has tocado alguno de los cabellos de mis hijos puedes estar segura que te arrancaré el pellejo a tiras… ”
- “Será mejor que empiece a hablar, señora Bhakthar” –espetó Eriol, mientras sus ojos azules brillaban con amenaza- “¿Cuál es su parte en todo esto?”
- “¿Mi parte? ¡mi parte en esto! ¡mi parte en esto sigue siendo la misma que ustedes! ¡ustedes!… los mismos de antes” –rió desagradablemente y su mirada se volvió a Hiragizawa- “ya veo que sigues igual.. encantador, pero peligroso. Por eso salvaste tu vida en Famagusta.. cuando Ridolfo murió. Ya veo que no has cambiado… pero eso no te salvó de la muerte en el pasado, porque supe de buena fuente que Henry De Dannan te mató en Lepanto y tu princesa napolitana quedó sola. ¡Sola!”
Eriol había palidecido al notar que la thugh hablaba de Etienne Boisloire -su primera encarnación- pero ahora los ojos negros de la mujer se habían vuelto hacia Touya Kinomoto y ambos –que habían sido hermanos en una encarnación anterior y se detestaban desde entonces- se contemplaron con el mismo odio de antaño antes que la thugh escupiera al rostro del galeno en un gesto violento…
- “Sigues siendo el mismo perro de siempre” –dijo despectiva, mientras Kinomoto contenía a duras penas su deseo de estrangularla- “un perro leal y patético. ¡No has cambiado, pobre idiota! ¡No te pongas en mi camino ahora porque puedo contigo y con tu mujer de la misma forma en que pude antes! ¿Crees que no recuerdo lo que disfruté cuando apuñalé a Fátima y la muy tonta murió en tus brazos?” ” –se regocijó ante la palidez de Kinomoto, que casi sintió revivir el dolor de su anterior encarnación- “¡me reí, me reí mientras ella y tú se convertían en cenizas! ¡y aunque entonces también morí yo, me reí más sabiendo que ustedes dos, pobres ilusos morían allí porque yo lo había querido!”
- “¡Maldita puerca repugnante!” –Las manos de Touya buscaron el cuello de la thugh- “¡nos hiciste mucho daño antes, y nunca te funcionó! ¿qué más quieres ahora?” –siseó, en voz baja, pero con violencia- “un ciego podría ver que el chino no te mira ahora, como no te miró antes cuando se llamaba Mocenigo… ¡porque no te mirará jamás!” –los ojos del galeno brillaron de regocijo al ver que la mujer había perdido su aplomo- “siempre me pregunté porque él era tan amable contigo cuando Sakura le contó a mi mujer que todos los clanes del estúpido Concilio dicen que tú y tu gente son escoria… y ahora lo sé” –las miradas de ambos se enfrentaron- “te admito que llegué a temer que el chino le pusiera los cuernos a mi hermana contigo, pero sé bien que ahora, como antes ¡no le interesas!” –los ojos de Akasha lanzaron rayos, pero el médico continuó- “¡nunca, nunca le vas a interesar, zorra! ¡no es capaz de verte como mujer, no eres más que una pariente para él! ¡nada más, nada más!”
La mujer lanzó un chillido y trató de arañar el rostro de Kinomoto. Por un momento Hiragizawa temió que el médico necesitaría ayuda, pero el galeno le sorprendió aplicando con el cuerpo una especie de llave que inmovilizó a la thugh…
- “Viejos recuerdos útiles” –murmuró Touya, mientras la mujer maldecía, atada ahora con una de las mejores corbatas de Hiragizawa- “eres tan zorra y asesina ahora como lo era Zobeida, pero en una pelea limpia ella jamás pudo vencer esta llave de Hamid..”
- “¡Maldito seas!”
- “Dime ahora… ¡dime que les has hecho a mis hijos, a Sakura y a mi sobrino!”
- “¡Yo no les he hecho nada! ¡Sólo estoy aquí tratando de evitar que Shaoran vaya a enfrentar al Prohibido! ¡todo el Concilio dice que ese monstruo va a matarle!”
- “Y claro, para evitarle la fatiga, le matas tú misma” –musitó Eriol, con sarcasmo.
- “Si tienes que ver con la desaparición de Sakura y Hien…. voy a matarte yo mismo” –murmuró Shaoran, que se ponía de pie ayudado por Hin Lu- “no tengas la menor duda Akasha…”
- “¡Yo no los secuestré!”
- “Más te vale no haberlo hecho. Porque de lo contrario no dudes que te mataré” –dijo el joven Li a modo de despedida- “esperen aquí con ella un poco.. aún debo ir por el Pergamino Rojo, no hay tiempo que perder..”
El joven chino se alejó ayudado por su secretario y la thugh se quedó mirando fijamente a sus dos captores..
- “¡No pueden dejar que vaya a buscar al Prohibido! ¡lo matará! ¿se llaman “amigos suyos” y no son capaces de evitar que se suicide? ¡enfrentar al Prohibido es la muerte!”
- “Sé que sabes mucho de muerte, no hay duda” –murmuró Eriol- “pero si Sakura y Hien están de por medio, Shaoran es capaz de ir al infierno..”
- “En el pasado… aún siendo el caballero francés, fuiste su amigo” –la thugh le miró y el británico se sorprendió, al ver sus rasgos dulcificados por un instante – “¡debes detenerlo!”
- “Cualquier hombre haría lo que él: luchar por lo que ama. Por su esposa.. su hijo” –replicó Touya- “o.. sus hijos” –hizo una pausa, mientras pensaba en Tomoyo, Mamoru y Nadeshiko- “Puede que el chino te crea.. pero yo no. A ti te conviene demasiado la desaparición de Sakura ¡sé que la odias! Y nada me quitará de la cabeza que si bien no secuestraste a mi hermana y a Hien quizá puedas saber más de lo que dices… o quizá estés detrás de quien sea que se haya llevado a mis hijos…”
- “¿Tus hijos?” –rió la mujer, desagradablemente- “ya veo que sigues siendo el mismo inepto de siempre” –Touya apretó los puños, aquella mujer parecía querer que él la matara- “antes no pudiste evitar que Fátima muriera, y ahora que lograron tener hijos… ¡eres tan incapaz que no has podido evitar que desaparezcan! ¿Acaso también habrá que matar a la nueva versión de Fátima para que no te quede duda que eres un incapaz?”
- “¡Vil mujerzuela! ¡maldita seas!!”
- “¡Doctor, por favor!”
Eriol a duras penas lograba contener a Kinomoto, quien deseaba cruzar la cara de esa mujer a golpes ante sus horribles palabras y ya se había lanzado contra ella, pero la mujer rió, mientras los dos hombres se debatían en una lucha..
- “¡Inútil! ¿de modo que secuestraron a tus hijos? ¡ja, ja! ¡puedes llamarme a mí lo que quieras, pero nada podrá evitar que seas quien siempre has sido: un perro fracasado. ¡Fallaste en el pasado, protegiendo a nuestra hermanita Roxelana! ¡y ni siquiera pudiste evitar que yo matara a Fátima, quien murió por ti!” –Kinomoto gruñía ante las risas y a Hiragizawa le era difícil contenerle, porque entendía que el médico estaba totalmente fuera de sí y capaz de hacer algo de lo que podría arrepentirse después- “¿Sabes qué? ¡disfruté de verla morir! ¡tan dulce, tan amable, pero tan condenadamente lista! ¡sé bien que fue ella quien urdió el regreso de Ridolfo a Famagusta y por ello ella debía pagarlo! ¡siempre fue mucho más lista que tú! … pero era frágil y era amiga de Roxelana. No tenía tu fuerza… ¿pero de qué te sirvió? ¡Capitán Hamid! ¡Capitán imbécil! ¡no pudiste evitar que matara a Roxelana tu señora y hermana querida y además disfruté de matar a tu mujer delante de ti, lo disfruté, lo disfruté! ¡me hizo feliz verte llorar, verla apagarse en tus brazos mientras nada podías hacer, ni tan siquiera vengarte o matarme! ¡porque jamás pudiste proteger a nadie! ¡jamás pudiste evitar la muerte de Roxelana y la de Fátima!”
- “¡Maldita, maldita, ¡maldita seas!!” –gritó Kinomoto, y Eriol ya no podía contenerle- “¡ojalá no te hubiera maldecido entonces en tu próxima vida porque alguien como tú no merecía siquiera renacer!”
- “¡Doctor, cálmese!”
Eriol logró evitar que Kinomoto cayera a golpes sobre Akasha de un empujón y entonces los tres quedaron mirándose fijamente. La thugh contemplaba con los ojos desorbitados al médico, cuyo rostro decidido y fiera expresión eran la misma que había tenido Hamid al morir… y entonces comprendió. Comprendió y recordó al fin, las últimas palabras del Hamid, Capitán de Armas de la Princesa Roxelana y medio hermano de ella… y de Zobeida. Las palabras que el capitán turco había dicho, antes de morir..
- “¡¡Maldita seáis, Zobeida!!” –gritó con sus últimas energías- “¡¡Maldita por vuestras acciones, vuestros odios y vuestra venganza!!…, aún antes de mi muerte sólo puedo maldecir vuestra maldad y desearos que recojáis lo que habéis cosechado, sea en esta vida o si hay otra… y que si hay otra, paguéis lo que habéis hecho. Si Roxelana y Fátima tenían razón, imploro que mis desventuras actuales limpien mi odio y mi dolor y que Roxelana y yo no suframos tener que compartir sangre con vos y con un padre cruel…”
- “¡Fue Hamid quien me maldijo!” –murmuró con furia, entendiendo de pronto a quien tenía en frente- “¡fuiste tú, tú, tú!”
Eriol y Touya miraron atónitos el semblante indignado de Akasha Bhakthar y antes de que alguno de ellos pudiera moverse, la thugh –experta, al fin y al cabo, en escapes y actos de violencia- se libró de su atadura en un segundo y desapareció en la penumbra del pasadizo..
- “Ya ves que ella lo sabe ahora” –murmuró Kinomoto, volviendo a la realidad y a los azorados ojos de su esposa- “ya sabe que fui yo.. o más bien Hamid quien la maldijo en esta su nueva encarnación. Según pregunté al secretario del chino, ha tenido una vida verdaderamente cruel, así que ahora, más que nunca, no sólo he podido protegerte a ti o a los niños, además los he puesto en peligro a todos”
La diseñadora apretó su cuerpo cálido contra el de su esposo..
- “No es tu culpa. Era cosa de tiempo que lo supiera. Además.. con todas las cosas espantosas que te dijo, supongo que es un milagro que no la hubieras matado..”
- “Es culpa a tu amigo inglés que aún esté viva. En esos instantes la hubiera matado sin dudarlo…”
- “No Touya. Ella podría haberte hecho daño. Sakura me comentó que es líder de un clan absolutamente siniestro, y es mejor que no la hayas atacado. No te niego que me asusta, aunque al menos sabemos que no ha tenido que ver en la desaparición de Mamoru y Nadeshiko… si bien tendremos que cuidarnos de ella en el futuro..”
- “Si es que hay un futuro”
- “Debe haberlo. Debe haberlo. Me repito a cada instante que mis niños van a aparecer, que los tendré en mis brazos y a salvo junto a ti” –acarició el rostro del médico- “y no pongas esa cara, no te culpes más. Nadie tiene la culpa de esto…. Y sé bien que aunque no lo digas, ahora que sabes las miserias de esa mujer te sientes culpable…”
Kinomoto no dijo nada… sólo apretó los puños.
- “Ella forjó su propio karma, Touya. O mejor dicho, las desgracias de Akasha Bhakthar en esta vida, fueron labradas en su vida anterior por sus acciones como Zobeida. Nada más” –hizo una pausa- “en todo caso estoy feliz porque la maldición de Hamid se cumplió en el sentido de que tú y Sakura siguieron siendo hermanos y porque, en esta vida, el destino les bendijo con un padre maravilloso y bueno…”
Touya asintió pero entonces el teléfono móvil de Eriol les hizo conocer las malas noticias. Hace menos de media hora se les había confirmado que Nimue McNessa había escapado del Concilio y ahora Fuuma Monou les confirmaba del Hospital Clamp que la druidesa había logrado escabullirse allí y se había llevado al rubio Connor a la fuerza, aprovechando que Monou estaba hablando con los doctores sobre la condición de Kujaku Hoshino. Ante las noticias recibidas por su esposo, Yoko gimió en voz baja y se aferró a Eriol, tratando de controlar su miedo..
- “¿Qué está pasando, qué esta pasando?” –pensó desmayadamente la joven lady- “no hace más de un par de horas Miriel estaba aquí, en mis brazos, pero ahora… ahora…”
Había sido todo tan súbito que Yoko no supo que pensar. Miriel había estado dormitando todo el día, y mientras Eriol había ido con el doctor Kinomoto al Concilio, la pequeña estaba siempre a la vista de su madre o de Kerberos. Pero todo había sido inesperado y rápido y Yoko entendía al fin el desconcierto que Tomoyo había sentido al ver a Mamoru huir. Un instante antes, Miriel hablaba de la recuperación de Rei, y de pronto se había quedado rígida y muda, con la mirada vagando en la alfombra…
- “Hija ¿sucede algo?” –había preguntado lady Hiragizawa.
Los ojos que habían contemplado a la joven china entonces…. no habían sido azules y Yoko no pudo siquiera pensar en gritar, porque el cabello de su hija parecía perder sus tonalidades negro-azules hasta pasar a ser castaño anaranjado, pero había sido entonces que aquellos ojos -¡que no eran azules, no era Miriel!- la habían mirado con interés, antes de acercarse, casi flotando en el aire… hasta susurrar en su oído.
- “Lo siento. Me llaman. Debo ir”
Y Miriel había salido luego de empujar a Kerberos –que trató de retenerla y cayó al suelo como fulminado- ante la mirada incrédula de Yoko y sus gritos…
Kerberos estaba ya bien, y furioso con la entidad que había tomado el cuerpecito de su card master y aún Rei estaba decidido a unirse a la búsqueda al igual que Tao. Pero pese al consuelo brindado por Eriol y Tomoyo –a quien le había ocurrido lo mismo con Mamoru- Yoko se sentía absolutamente devastada. Desgraciadamente, la joven lady no era la única, ni la más devastada en el lujoso vehículo. Si bien Touya Kinomoto había tenido ciertas sospechas, no podía ni imaginar lo que estaba pasando Shaoran Li en esos instantes. Los Kinomoto y los Hiragizawa se tenían los unos a los otros en la angustia de la desaparición de sus vástagos, pero para el joven chino no había siquiera ese consuelo. Sakura también había desaparecido al igual que Hien y el mismo misterio de su inexplicable situación le tenía loco de rabia, ira y desesperación porque no podía abrazar, llorar, maldecir o gemir siquiera la desaparición de su hijo al lado de su esposa..
Porque que se encontraba –como antes, como siempre- atrapado.
Su familia, su vida, estaba en puntos suspensivos, y él había tenido que ir a poner orden al Concilio y al clan Li, sólo para descubrir poco o nulo respeto hacia su cargo y escasa o inexistente consideración hacia su situación. ¿Es que acaso a nadie se le pudo ocurrir que lo primero que quiso hacer fue echar a correr, en cuanto descubrió que sus personas más amadas estaban desaparecidas? Ciertamente su condición física era alarmante –seguía escupiendo regularmente gruesos flujos de sangre, además del corte en el rostro y la bala en el brazo, cortesía de Akasha- pero el insólito deterioro de su salud le importaba bien poco. Su espíritu estaba más deteriorado por la angustia y la soledad, sintiéndose encadenado por los cargos y las responsabilidades justo en los momentos en que más había necesitado no ser el Jefe Supremo del Concilio de Hechiceros de Oriente –el Tai Pan- ni el Jefe del Clan Li o el descendiente directo de Ten Oh. Lo único, lo único que él quería era buscar a su familia como un hombre cualquiera, y -¡demonios, era sólo un ser humano!- como un hombre cualquiera se había prometido a sí mismo que quien estuviera detrás de todo este asunto iba a pagarlo…. Costara lo que costara. No era un santo, un ángel, ni un mártir. Era un ser humano, un hombre.. y falible, como tal. Habían arrebatado de su lado lo único que valía la pena de su vida –su familia- y ¡por la memoria de su padre!, quien estuviera detrás de la desaparición de Sakura y su hijo, iba a lamentarlo.
Nadie, nadie, toca a la familia de Shaoran Li y vive feliz para contarlo.
Pero ese pensamiento trajo una pregunta inquietante a su cabeza: ¿Cuándo, cuando había sido feliz?
- “Sólo con Sakura..” –le replicó su mente, rápida y verazmente- “si algo de dicha he tenido en mi vida a sido toda debido a Sakura…. A ella, y al hijo que me ha obsequiado”
¡Hien!
De sólo pensar en alguien lastimando a su indefenso niño, Shaoran hubiera preferido mil veces que le volaran la tapa de los sesos con una pistola. Hien era su hijo, su niño… el único tesoro que le había brindado su unión con Sakura. Y más que eso, Hien era un niño totalmente indefenso. Estaba angustiado por la desaparición de su esposa, pero ella era una persona muy fuerte, más aún que él mismo, ¿y si alguien había sido capaz de secuestrar a alguien tan poderosa como Sakura, que iban a hacer con un indefenso y pequeño niño como Hien?
- “Nuestro hijo no es débil o incapaz por no tener magia, Shaoran” –las palabras le vinieron a la mente como si Sakura las hubiera pronunciado directamente a su conciencia- “¿acaso tu también le menosprecias como tu madre?”
- “No, no. Sé que Sakura tiene razón porque sé bien que el valor de las personas no tiene nada que ver con la magia” –se replicó a si mismo, en su mente- “Pero si bien como padre estoy desesperado por Hien, como hechicero estoy aún más aterrado por la situación de mi hijo” –tembló, sintiéndose de pronto muy enfermo- “Hien es un niño listo, dulce, ingenuo y que cree en las personas.. pero está atrapado en medio de un conflicto entre poderes que él aún no posee y eso lo deja en un estado de total indefensión” –apretó los puños- “Hien domina las artes marciales y es un guerrerito capaz de combatir al más avezado y feroz de los atacantes. Pero no hablamos de atacantes aquí… hablamos de poderes realmente ancestrales y él está en medio… en medio de toda esta confrontación. ¿Es que acaso basta el amor, el valor, la inocencia y la virtud para combatir un destino marcado para todos los que tenemos la sangre de Ten Oh en nuestras venas?”
- “Shaoran… ¿te sientes mal?” –la voz de su secretario lo sacó de sus cavilaciones- “quizá debimos empezar por el Hospital, antes de…”
- “No, no Hin Lu. Estuvimos en el Hospital anoche, y es allí el último lugar donde haremos la prueba. Sé que Sakura desapareció allí, pero…”
- “Por eso lo digo, aunque aún me sorprende la desaparición de Sakura” –musitó el secretario, quien era el que conducía el lujoso vehículo- “quizá sea por lo agotada que terminó… luego de hacer el conjuro.. tu sabes.. el de la niña” –el jefe del clan Li se hundió en el silencio, pero Hin Lu aún insistió- “al menos a Sakura le gustará saber que ha funcionado… ¿no?”
Su interlocutor no contestó y el secretario apretó el volante. Poco sabía el esposo de Mei Ling que sus palabras habían llenado de esperanza a su señor..
- “Si, si. Creo que esa es la respuesta. Como siempre, Sakura me la ha dejado, aún antes de desaparecer” –se dijo a sí mismo, sintiendo, por fin, una corriente de esperanza.
La mente del joven jefe volvió algunas horas atrás, cuando finalmente había sido conducido al hospital por Eriol y su cuñado, y rememoró su asombro y sorpresa al enterarse de las últimas actividades conocidas de su esposa..
- “¿Qué ella hizo qué?” murmuró, atónito.
- “Le dije que era una locura.. que era poco más que imposible. Pero insistió” –había informado Touya, secamente- “podría decirse que ese mocoso McNessa tuvo la culpa, por habérselo pedido… pero finalmente la decisión fue de Sakura”
Shaoran habíase aferrado a la pared, sintiéndose mareado por la pérdida de sangre, pero su mente había sido un torbellino de sensaciones y sentimientos encontrados. ¿Qué pudo llevar a su esposa a ponerse en una situación tan complicada como para usar sus dones de una forma tan descabelladamente insólita?. ¡Nunca, jamás en toda la historia del Concilio –hasta donde él supiera- se había intentado forzar salvar a una persona únicamente con magia! ¡Ni siquiera la creación de Rei y May May había tenido tal naturaleza!. Ambos híbridos habían sido espíritus mágicos transferidos a cuerpos humanos cuya actividad cerebral estaba finalizada y podría decirse que la magia había sido un “hilo de transferencia” de espíritus sin cuerpo a cuerpos sin espíritu… y eso que habían tenido suerte en que diera resultado; pero si había escuchado bien a Kinomoto lo que su esposa había realizado era fundamentalmente distinto. Sakura había usado su propio poder para convertir la card “mirror” en energía mágica y contrarrestar a su vez la energía oscura que mataba a la niña, que era –según el pequeño archidruida- víctima de una maldición ancestral que la mataba. ¡Y Sakura debía saber bien que había escasas –o bien nulas- posibilidades de que sus esfuerzos tuvieran éxito! ¡pero aún así había usado sus poderes hasta debilitarse para conseguirlo! ¿Porqué arriesgarse de una forma tan extravagante cuando estaban a las puertas de enfrentar a alguien como el Prohibido?. Si, si.. escuchaba a su siempre irritante cuñado hablar sobre la vida de una niña, pero la magia no podía salvar a las personas de aquella forma ¡de lo contrario nadie moriría!, además que era algo bastante complejo que requería mucho más que poder o fuerza de voluntad. Los médicos místicos que él conocía estudiaban por quince años para ser reconocidos como tales y poder transformar la magia en fuerzas de sanación y curación. Y pagaban un alto precio por ello.
Los más eminentes médicos místicos se rehusaban a realizar ese tipo de conjuros porque consumía demasiado de la energía vital. Siendo claros: hacer eso mataba. Y los mataba pronto. De allí la escasez de médicos místicos en el Concilio. Solían morir jóvenes porque sus vidas se consumían en curar a otros. Shaoran lo sabía, porque había recibido instrucción en esas artes de un par de médicos místicos que ya habían muerto y si bien no era médico místico, tenía conocimiento pleno del tipo de conjuros a realizar. Si bien no tenía la técnica precisa para hacer exactamente lo que hacían los médicos místicos.
¿Cómo es que Sakura pudo hacer eso?
Bien, quizá ella no dio exactamente su poder como parte de vida.. pero realizó la transformación de la card en magia viviente, y eso…. eso era increíble. Por supuesto que su esposa había quedado exhausta y profundamente debilitada porque quizá no había hecho lo que él había temido en un principio, pero un conjuro de tal naturaleza es tan agotador como perder litros y litros de sangre estando ya anémico. Es decir, era algo muy grave. Algo que podía comprometer su vida, su fuerza.. su energía vital. Pero el pensar en “energía vital” trajo a su mente algo en lo que no deseaba pensar y negó con la cabeza vivamente y ante el horror de Eriol Hiragizawa un violento acceso le acometió, su cuerpo convulsionó con violencia y cayó al piso como aquejado de un ataque epiléptico, mientras de su labios, fosas nasales y oídos brotaba la sangre, negra y espesa…
- “¡Rayos!” –gritó Kinomoto- “¡Pide ayuda, inglés! ¡está peor de lo que creía!”
Eriol había salido a pedir auxilio y había sido Kinomoto quien le ayudara a ponerse de pie, aunque Shaoran negó aún con la cabeza cuando el galeno procuró inducirle a recostarse en una camilla…
- “No, no…” –musitó, aún tembloroso y sangrante- “tengo quiero ver a la niña..”
- “No puedes dar ni un solo maldito paso. ¡No sé como pudiste enfrentar a esa loca! ¿acaso quieres matarte?”
- “Debo… ver a la niña… que salvó Sakura”
- “Debes descansar. ¡Necesitas análisis! ¡no sabemos qué demonios te está pasando! ¿y si te pones peor quien va a buscar a mi hermana y a mi sobrino?”
La mirada de ambos hombres se enfrentó por un instante, y Shaoran cedió. Por el momento. Porque se recostó en la camilla en el preciso momento en que Eriol llegaba acompañado por el leal Hin Lu y un par de médicos del hospital, los mismos que en unión de Touya y por las siguientes dos horas examinaron al joven jefe con minuciosidad, pero sin llegar a ninguna conclusión.
- “Lo único lógico” –explicó Touya a Hiragizawa y Hin Lu- “es que hay algo malo en su sangre…. No sabemos que es. Se está volviendo tóxica para él, perjudicando sus órganos, deteriorándolos”
- “¿No hay forma de retrasar ese deterioro?”
- “No inglés. No sabemos por qué la sangre está reaccionando así.. de allí que no sabemos cómo tratarlo. Y darle alguna medicación podría acelerar el proceso…” –Touya miró a Shaoran con seriedad- “esto esta matándote. Lo sabes ¿no?”
- “Si. Lo que no sé es el porqué.. ahora. Es… muy pronto”
Los tres hombres miraron al joven jefe con sorpresa.
- “¿De qué rayos hablas? ¿Cómo que “pronto”?” –gritó Touya- “¿sabes lo que es? ¿sabes por qué se ha producido esto?”
- “¡Shaoran!” –tembló Hin Lu.
Eriol solo lanzó miradas muy agudas sobre su amigo chino y su secretario..
- “Lo que quiera que sea, es mejor que lo digas, Shaoran. Me gustan los misterios, pero sabes bien que el momento es crítico y….”
- “Las “Protection Cards” … su creación” –musitó el joven jefe, resignado, mientras Hin Lu se retorcía las manos con desesperación- “es eso”
- “¿De qué demonios hablas, idiota?”
- “Cálmese doctor, y déjelo continuar” –Eriol recordó algo- “¿Qué quieres decir, Shaoran?”
- “Lo que acabas de sospechar” –murmuró- “yo…. para combatir al Ultimo Card Captor, para proteger a Sakura… cree las Protection cards con la energía de mi vida. De allí que son Cards de Protección y no de Poder, de allí sus diferencias con los otros mazos de cartas”
- “¡No entiendo nada! ¡alguien que me explique!”
Eriol apretó los puños, antes de contestar..
- “Las Cards Verdes, doctor” –explicó- “a diferencia de las Cards de Poder, las Cards de Protección se crearon con energía de LA VIDA del creador, osea Shaoran. Supongo, que, en términos simples podría decirse que Shaoran dio años de su vida para crear ese mazo….” –miró a su amigo- “¿por eso es que las guardianas de esas cards están tan mal? ¿es por eso? ¿deberán consumir la vida de su siguiente “señor” o que?”
Li negó con la cabeza.
- “No… no. Claro que no. No son parásitos. Su creación me condenó a mí el creador, a morir joven, no afecta a nadie más. Pero hay algo que no entiendo. Esto no debería pasarme aún…” –suspiró- “y no tiene sentido. Las Guardianas no deberían sentirse mal ahora, ellas no necesitan consumir poder de otro “creador”, porque ya lo tienen. No hay peligro para el siguiente card master y su persona amada” –Touya suspiró de alivio, después de todo, Mamoru tenía esas cards verdes- “por eso no entiendo porque Megumi… y Byakko están tan mal. Además yo…”
- “Aún no tienes treinta años” –reflexionó Eriol- “eres un hombre joven. Tienes razón al decir que no tiene sentido, porque no lo tiene..”
Por un momento Touya quiso protestar y regañar la antigua estupidez de su cuñado y preguntar algo como “¿Sakura sabe esto?”, pero con una mirada a Li supo que su hermana ignoraba lo que él acababa de saber. Y aunque entendía los motivos por los que Li había creado a las Protection Cards -¡cómo olvidar a aquel espeluznante niño-card!- entendió que Shaoran había pensado entonces –como lo admitió- sólo en las dificultades del momento….
¡Pero ¿Quién iba a saber que el futuro iba a ser mucho más complicado?!
Bien, no tenía caso pensar que Sakura iba a perder a su marido siendo éste un hombre joven. Al paso que iba el cuerpo de Li en su deterioro el médico sabía que era poco probable que el chino durara los siguientes dos días si no descubrían siquiera cómo controlar la gravedad de su estado.
¡Y Sakura estaba desaparecida!
- “Tú, llama a un médico del Concilio” –dijo Kinomoto a Hin Lu- “quizá ellos puedan ayudarnos y…”
- “No podemos, doctor. ¡A duras penas Shaoran a controlado el pánico y la cacería del Concilio contra las estrellas del Prohibido! ¿sabe lo que pasaría si alguien de allí se entera de su condición?”
El médico maldijo y Eriol sintió que le dolía fuertemente la cabeza. ¿Qué podían hacer?
- “Llévenme con la niña que Sakura salvó” –insistió Li- “estos accesos me dejan mal, pero por el momento puedo moverme y me gustaría verla antes de marcharme. Además, quisiera hablar con el pequeño Archidruida y su primo. Necesitaremos saber todo lo que podamos antes de usar el Pergamino Rojo”
- “¿Qué vas a hacer?”
- “Voy a buscar a mi familia Eriol” –replicó- “mientras me quede un hálito de vida voy a ir por mi familia y a garantizar la protección de Hien y la de los hijos de ustedes contra la amenaza del Prohibido..”
- “Bien, te llevo con ese mocoso” –Touya entendió bien que la vida de sus hijos estaba en peligro y que, grave o no, su joven cuñado tenía razón, no sólo era él quien no tenía tiempo- “o mocosa. Si, siempre olvido que es una niña..”
- “Yo iré a ver a Kujaku y luego me comunicaré con Li Manor” –anunció Eriol.
Había sido curioso que las cosas ocurrieran de esa manera, había pensado Shaoran mientras el auto se acercaba ya a la Mansión Ruthwen. No había entendido porqué Sakura se había arriesgado tanto en un primer momento, pero finalmente había comprendido y la casi agónica esperanza había empezado a cobrar nuevas fuerzas cuando contempló a la pequeña niña que se recuperaba muy lentamente en aquella habitación del hospital. Entonces pudo entender. Allí, frente a él estaba un ser totalmente indefenso y frágil, una niña sin padres y cuya vida y destino no importaban a nadie en este ancho mundo. Una niñita que había rozado la muerte cargando en su cuerpecito maltrecho una maldición producto de los errores de sus padres, una maldición que ella no había pedido así como él no había pedido ser un Li, un hechicero, un descendiente de Ten Oh. Sakura había dado una oportunidad a una criatura que bien podía haber sido él mismo y con su generosa acción había roto el descenso silencioso a los abismos de la muerte de aquella niñita. Contemplando aquella inocencia infantil, que era la misma que la de Hien, la de todos y cada uno de los niños metidos en este asunto, Shaoran sonrió. Sonrió al pensar en su hijo, en Sakura, en sí mismos. En lo mucho que Sakura y él habían anhelado otro hijo… y entendió que una mujer con un espíritu como Sakura, una mujer que anhelaba tener otro bebé, no podía permanecer insensible al dolor de una niña solitaria. No.
No sería Sakura, la Sakura que él amaba, si lo hiciera..
¡Oh, como la añoraba!.. sentía su ausencia, como un dolor mayor que sus dolores físicos..
- “¡Sakura, Sakura! ¿Dónde estás? ¿dónde, donde puedo buscarte?”
Había entonces recordado los instantes en que se habían vuelto a encontrar y el enfrentamiento con el último Card Captor. Pero ni por un momento lamentó su decisión de entonces.. de crear las Protection cards. Si, sabía bien cuando creó las cards verdes que se había condenado a morir joven, pero ya entonces sabía que la vida de Sakura no tenía precio, que con una sola mirada de sus verdes ojos era capaz de dar lo que no tenía, con tal de saberla a salvo..
¿Dónde estaba? ¿Dónde podía encontrarla?
Canción: Te buscaría
Intérprete: Cristian Castro
Si acaso te volviera yo a encontrar, alguna vez
Si el tiempo dejara de vagar, y diera un paso atrás
Las mismas locuras del ayer,
contigo volvería a cometer
Si el tiempo dejara de vagar..
Le era difícil aceptar la explicación de “desapareció al salir del hospital” ¡le era tan difícil!. Sakura jamás habría desaparecido de aquella forma, sin la menor explicación de no haber sido violentada, obligada.. y el estar seguro de que alguien la mantenía alejada de él contra su voluntad era tan amargo que le hacía sentir frenético al recordar la última vez que la había visto. Entonces ella no había querido que él se fuera y el sólo recuerdo de su melancólica expresión ante su ausencia ¡cuando tenían aún tanto que decirse! Le hacía daño…
Mucho daño..
Volver a aquel lugar donde el amor,
se nos perdió
Tus ojos reflejaban gris de otoño, en nuestro adiós
Si el tiempo dejara de vagar
Volvería azul el gris de tu mirar
Si acaso te volviera yo a encontrar
Si supiera donde estás,
en que lugar te encuentras hoy ¡Te buscaría!
Para decirte que mi vida no tiene sentido,
sin tu vida
Pero que lejana estás,
por hacer este sueño realidad Todo daría,
pero sigo mirando tu fotografía
Los ojos canela del joven jefe contemplaron entonces a la pequeña niña que su esposa había salvado. Siendo Sakura como era, ¿cómo podía negarse a dar el todo por el todo, como siempre, por una inocente?. Los niños son vidas. Vidas por empezar, vidas que brindar. Ellos tienen frente a sí senderos por recorrer y eso era lo que Sakura había salvado en esa pequeña. Y la había salvado como esperaba también salvar del peligro a Hien. Porque Sakura era mujer y también madre. Y Shaoran, que era hombre pero a la vez padre pudo entender y sintió brotar de su pecho el mismo sentimiento de afectuosa ternura que le inspiraba todo niño –que también le inspiraba su sobrinita Kali, hija de Akasha- el ver a aquella pequeña, a la que de pronto se sintió muy unido.
Y pensándolo bien, no era tan raro, porque así como en su hijo se había manifestado el amor que sentía por su esposa aquella niñita tenía en su vida algo de la magia de Sakura quien había logrado canalizar la energía de “mirror” y darle a aquella inocente criatura una nueva oportunidad de vivir. Y eso era lo que él anhelaba, ahora. Más que nunca. Volver a vivir. Solos, él y su familia. ¡Al demonio el maldito Concilio y hasta el estúpido clan Li! ¡lo único que habían hecho era darle problemas, malos entendidos y disgustos!. Sakura lo había dicho antes y más que nunca la idea le martilleaba el cerebro.. ¡que fácil y felices serían si sólo fueran ellos tres, y nadie más!.
Si acaso te volviera yo a encontrar, alguna vez
Las cosas que aprendí de nuestro amor, haría renacer
El leño del hogar ya empieza a arder
Imagino estás conmigo como ayer
Mi voz que ya empieza a cantar,
nuestra canción, tu canción
Si supiera donde estás, en que lugar te
encuentras hoy Te buscaría
Para decirte que mi vida no tiene sentido, sin tu vida
Pero que lejana estás,
por hacer este sueño realidad Todo daría,
pero sigo mirando tu fotografía…
- “¡Oh Sakura! ¿Dónde estás? ¿Dónde está nuestro hijo?”
Si acaso te volviera yo a encontrar, alguna vez..
Canción: Te buscaría
Intérprete: Cristian Castro
- “¡Por todos los cielos!” –el joven chino habíase sorprendido al escuchar el grito de sorpresa de Eriol- “¡no, no puede ser! ¡Miriel no! ¡no de nuevo!”
Hin Lu entró a la habitación… estaba muy pálido.
- “¿Qué ha pasado?”
- “La pequeña Miriel huyó, le han avisado a Eriol por teléfono. Al parecer poseída por algo… similar a lo que le ocurrió al pequeño Mamoru” –Shaoran ahogó una exclamación- “y no es lo peor. Spinel Sun estaba amordazado y atado cuando entramos a buscar al pequeño Archidruida pero vió a tu sobrino Mamoru… o a lo que le haya poseído”
- “Explícate”
- “Spinel dice que el niño entró volando a la habitación del Archidruida… y le dijo que debían partir. Tu sobrino tenía los ojos y el cabello de un color inusual. Y mencionó antes de poner a Spinel fuera de combate algo como que “Ryu estaba también en camino”… o algo así”
Li había apretado los puños.
- “No tenemos tiempo que perder. Eso indica que tres de las cinco estrellas del Prohibido han despertado. Y han ido en su busca. Tenemos que evitar que todos se reúnan. Busca el rolls royce y reúne a todos. Allí cabemos sin incomodidades. No olvides el Pergamino Rojo. Yo hablaré con Eriol y los demás. Necesitamos un conjuro muy complicado para buscar desenmascarar a quién está detrás de todo esto..”
Aquello era lo más resaltante de las horas previas y las reflexiones de Shaoran terminaron cuando el auto frenó en seco y él y todos los que allí estaban se hallaron frente a Ruthwen House. Era la tercera vez en menos de dos horas que realizaban el conjuro de búsqueda. Ya lo habían hecho en Li Manor, en la calle donde se estrelló el taxi en el que iban Hien y Nadeshiko y también en Concilio pero nada había ocurrido.
Todos estaban de acuerdo en que debían realizarlo en todos los lugares donde los desaparecidos habían estado…
A un gesto de Hiragizawa, Yoko, Megumi Togakutsuki, Byakko, Kerberos, Spinel Sun, Hin Lu y Touya Kinomoto se colocaron a los extremos de un sello complicado que el mismo Eriol dibujó con magia. Las Guardianas de las Protection Cards no estaban nada bien, pero insistieron en ayudar. Tenían magia. Proteger a los niños era su vida.
Tomoyo tenía el corazón en la boca y musitaba una oración para poder hallar a todos..
- “¿Por qué?”
- “No van a dejarnos atrás” –la fría, pero determinada voz de Rei Tsukishiro dio la respuesta a la pregunta de Yukito en esos precisos momentos, y el Director del Campus Clamp y su esposa se miraron entre sí, con inquietud.
- “Pero hijo, no estás bien”
- “La herida está prácticamente cerrada, padre. Los médicos lo dijeron”
Ayame Tsukishiro contempló con preocupación a su hijo mayor mientras Tao Hiu suspiraba pidiendo paciencia al infinito. El mismo había estado a punto de hacer un gigantesco berrinche –como los hacía a los cinco años- cuando Eriol y Yoko se empeñaron en dejarlo atrás pero había entendido que no había forma que ellos le dejaran acompañarlos, y aunque comprendía a su hermana y a Eriol.. y a los demás, pues no estaba dispuesto a permitir que los dejaran atrás.
Decir que Rei había entendido su postura al instante y la compartía al 100% es decir lo obvio. Lástima que justo cuando iban a salir, Yukito y su esposa los hubieran descubierto.
- “Rei, sé que los médicos dijeron que es asombroso que te curaras tan pronto, pero Touya y los demás dijeron que era muy peligroso que fueras y..”
- “Curé antes de tiempo porque soy un híbrido padre. Lo sabes. Soy quien soy y quedarme aquí no es correcto para mí. Mi propia naturaleza se opone al hecho que mi card master haya desaparecido mientras yo estaba convaleciente, pero el quedarme sin hacer nada, quita sentido a mi vida..”
Tao estuvo a punto de manifestar su asombro por una de las frases más largas -¡y filosóficas!- que había podido recordar de su amigo, pero la mirada que se cruzó entre padre e hijo era algo digno de mencionar. Ayame aún deseó suplicar, pero cualquier cosa que pudo decir quedó olvidada cuando la puerta se había abierto y un pálido Kujaku Hoshino –aún en bata de hospital- se apersonó por allí, muy alterado..
- “¿Entonces es cierto? ¿todos se han marchado? ¿cómo puede ser? ¡están corriendo un grave peligro!”
- “¿Peligro?” –murmuraron los Tsukishiro al unísono.
- “Bueno, Shaoran no estaba precisamente rozagante, pero igual nos dejó” –informó Tao en general- “les digo sólo lo que ví, porque nos han tratado como si fuéramos una bola de críos y nadie nos dice lo que sucede, o lo que planean hacer…”
- “¡Pues claro que Shaoran Li debe estar MUY mal!” –espetó Kujaku, que tenía los nervios hechos trizas y renegó como si los demás tuvieran que saber lo que él apenas acababa de descubrir- “¡claro que debe estarlo!”
- “Oye ¿Qué quieres decir? ¡Habla claro, mi poder son las aguas, no las adivinanzas!”
La mirada de todos los presentes expresaba una pregunta implícita y Kujaku suspiró.
- “Pues… es complicado de decir” –insistió el chico Hoshino- “pero ¡no pueden ir a ciegas a enfrentarse a alguien así!” –miró a Tao y Rei- “¡díganme que vendrán conmigo! ¡díganme que no piensan quedarse aquí!”
- “Ya nos íbamos” –dijo el hijo mayor de los Tsukishiro.
- “Bien, ¡de prisa! Yo…”
- “¿No crees que debes ponerte algo encima?” –murmuró Hiu.
- “Estás medio desnudo” –informó Rei monótonamente.
La cara de Hoshino se puso roja como un tomate, pero mientras Tao y el hijo del Director buscaban entre las ropas del último algo que no le quedara muy grande –Tsukishiro era un poco más alto que Tao y que Kujaku- Ayame y Yukito habían asentido en silencio. Había peligro para sus amigos y eso había acabado con sus dudas. No había remedio. Pero mientras Yukito confirmaba por Hoshino que lo que tenía que decir no era algo que “hablar por teléfono” Ayame se lamentó que hubieran dejado su auto en Li Manor -con Yuu- ya que no era cosa de buscar un taxi que llevara a los chicos a Ruthwen House, aunque fué prueba de la rapidez mental de Yukito –y de su exquisito tacto- el que sugiriera al todavía aturdido Jeff O´Neill a que llevara a los adolescentes en su vehículo, porque el agente no acababa de salir aún de su shock al saberse padre y no le había ayudado nada el hecho de saber que su recién descubierto descendiente -¡que, encima, era una niña!- había desaparecido también..
Como los demás pequeños..
El irlandés recibió la sugerencia aún sintiéndose confundido. En menos de veinticuatro horas su mundo se había puesto de cabeza porque no sólo tenía un hijo, resulta que éste parecía ser alguien increíblemente poderoso, que por si fuera poco se había fugado del hospital y para rematar ¡resulta que era una niña!. Como que aún dudaba que el suelo se mantuviera firme bajo sus pies después de todo aquello. De hecho, había sido en vista de su muy aterrada reacción que Eriol había sugerido que se quedara con los adolescentes mientras ellos iban en busca de los desaparecidos haciendo un conjuro raro.. o algo por el estilo; pero ahora, con los Tsukishiro y los tres escolares ante él, la mente Jeff O´Neill pareció ordenarse un poco y súbitamente sus prioridades parecieron estar claras a la vista de aquellos tres chiquillos que no tenían más de quince años y que no dudaban en correr en busca del peligro.. que habían contestado con sencillez a su pregunta del porqué se entrometían en todo aquello..
- “¿Cómo que porque voy? ¡porque tengo que hace algo! ¡van directo a la boca del lobo, por eso!” -había dicho Kujaku- “tenga magia o no, en estos momentos lo mejor que puedo hacer es decirles la verdad… ¡no puedo perder más tiempo!“
- “Pues, ¿Qué te digo Jeff?, ¡hombre!.. la enana es mi sobrina… y aunque sea una lata, la Embajada sería mortalmente aburrida sin ella. Además ¡me dá grima que me dejaran atrás como si fuera un inútil!”
- “Mi vida está al servicio de mi card master” –había dicho Rei, tan flemático como siempre- “pero aún si no lo estuviera, no puedo quedarme aquí mientras Miriel, el hijo de Sakura, los de los Kinomoto y otros inocentes están en peligro. Soy un Guardián. Es mi naturaleza”
El irlandés contempló entonces la mirada reprobadora de su fantasma particular adjunto –que no había dejado de criticarle que en momentos así pensara en sí mismo y no en una niña que además ¡era su hija!- y finalmente suspiró.
- “Cielo santo. Tienen ustedes razón. Suban sus traseros a mi auto ¡rápido!. Con mi placa especial de INTERPOL ningún policía de tránsito podrá evitar que lleguemos a Ruthwen House ¡muévanse!”
Ajenos a la forma suicida de conducir del irlandés –Tao y Kujaku iban rezando por sus vidas mientras Rei mantenía la calma pese a que el auto casi volaba por las calles y los otros dos chicos temían que sus vísceras quedaran en el camino- los demás repitieron el complicado conjuro por segunda vez ante la mirada preocupada de Fuuma Monou y varios miembros de la seguridad de los Li. Sólo la realización del conjuro duraba más de 40 minutos y ya era la segunda vez que lo estaban realizando, pero no había ningún resultado.
La silenciosa mansión del asesinado Lord británico estaba tan fría y silenciosa como cuando llegaron y Tomoyo Kinomoto sintió que su corazón se desgarraba ante otra esperanza fallida…
- “Hagámoslo de nuevo… tengo una… sensación extraña en este lugar” –suspiró Shaoran, que estaba agotadísimo, pero firme- “hay… algo raro aquí”
- “Todo el lugar se siente extraño.. cargado…. no sé como describirlo” –asintió Eriol, de acuerdo con su amigo- “sin duda hay algo extraño aquí, pero a estas alturas ya deberíamos haber descubierto que tipo de hechizo tiene este sitio, porque de que lo tiene, lo tiene. Puedo sentirlo”
Touya Kinomoto asintió y estornudó. Si bien su shikigami lobo había revisado cada rincón de la desierta mansión, él mismo tenía la sensación de que había “algo” allí. Algo que no iba bien, algo que parecía flotar en el aire tan tenuemente como el viento helado que sacudía el amplio salón… algo, pero no sabía que era. ¿Qué podía ser?. Todo el lugar era sofisticado, elegante, nada anormal estaba a la vista sin embargo una sensación que podía calificarse como “un picor de aguja” persistía entre todos los que tenían magia. Kerberos pudo adoptar su forma real –para gran molestia de Spinel y Byakko, que aún no tenían definido a su card master, por lo que no podían imitar a su compañero- y súbitamente el shikigami de Touya Kinomoto gruñó con fiereza.. señalando un objeto inocuo e inadvertido, cuya simplicidad no estaba muy acorde con el lugar..
Todo ocurrió demasiado rápido. Eriol sólo logró apretar su báculo –ahora disimulado en un elegante bastón con mango de oro- porque ni Touya o nadie pudo hacer o decir más. Una melodía extraña e inusual pareció flotar en una especie de niebla blanca, que pareció rodearles..
“Silencio en la noche.
Ya todo está en calma.
El músculo duerme,
la ambición trabaja”
Pero la puerta principal de la Mansión se había abierto y Kujaku Hoshino gritó a duras penas..
- “¡Es tu sangre, Shaoran! ¡todo esto es porque es TU Sangre, es..!”
- “¡Sakuraa!” –gritó de pronto el hijo de Ieran Li.
Si el joven jefe entendió las críticas palabras de Hoshino, en ese instante, no lo sé. Pero en un impulso de cólera había llamado a su esposa con un grito mientras lanzaba su espada por los aires, haciendo que la plateada hoja produjera un silbido amenazador y Yoko Hiragizawa escuchó a su esposo murmurar..“¡Era otra dimensión!”. Pero el pequeño y común equipo de sonido fue atravesado por el arma y lo que les rodeaba ya no era una niebla sino una especie de hilos plateados, que empezaron a caer…
- “Que inoportuno… Shaoran Li. ¿Por qué tenías que aparecerte ahora?, estas eran las verdades que ella más temía…”
- “¡Quita tus asquerosas manos de encima de mi esposa, bastardo malnacido!”
- “¡Todo esto era una gran mentira..!” –gritó Kujaku Hoshino.
Ante las pasmadas miradas de los presentes, la niebla se había difuminado dejando ver la figura pálida de Sakura Li quien por un segundo sólo tuvo ojos para ver a Shaoran, mientras su rostro parecía inundado de dicha. Expresión totalmente opuesta a la del joven Li, cuyos ojos primero se iluminaron al ver a la joven de ojos verdes pero ahora centelleaban de cólera, porque mientras todo lo que les rodeaba parecía disolverse –el salón lujoso de Ruthwen House- la persona que no había desaparecido junto con aquella falsa realidad les contemplaba con una mezcla de irritación y divertida ironía antes de murmurar…
- “¡Mi dulce y querido niño! ¡me ofendes! ¿crees que esa es la forma correcta de hablarle a tu padre?, ¡con todas las molestias que me he tomado por ti!”
Continuará..
Notas de la autora: ¡Fiu!!, al fin!, ¡no saben la guerra que me ha dado este capítulo!. Eso de “recapitular” y explicar lo que hacían todos los demás mientras Sakura sufría su infierno particular fue bastante pesado, pero al fin terminé. Espero que no se mareen con la cantidad de información brindada, pero las explicaciones están a la vista, y creo que finalmente muchos de ustedes van a tener las respuestas y comprobar que tan acertadas –o no- estaban sus respectivas hipótesis. (ji, ji, ji) ^_^`. ¿Alguien se dio cuenta que no mencioné lo que hacían Nadeshiko, May May, Hien y Romanova? ¿Qué ha pasado con ellos?, bien la pregunta en este caso también incluye a Mamoru , Morgan y a Miriel. ¿Por qué estos tres se están reuniendo? ¿Quiénes son realmente las “presencias” que han tomado el cuerpo de los niños? ¿son realmente las estrellas del Ashura? ¿es que realmente Shaoran está condenado a morir joven como consecuencia de la creación de las Protection Cards? ¿y porqué solo Li y las guardianas están tan mal?..
No, esto no es una ronda de preguntas pero ¡qué remedio! Hay muchas cosas a punto de revelarse ¿no creen?, es una pena que Kujaku no haya podido contar lo que sea que le comunicó su anterior encarnación, pero al menos se ha puesto a Arashi Kishuu y al Concilio justo donde debe estar.. ¡que gente!; aunque como que si hablamos de revelaciones, a Jeff O´Neill se le movió el mundo ¡hay que ser padres responsables!, pero yo me pregunto a donde fueron Nimue y Akasha..
Vocabulario:
* Fuerte Knox: Fort Knox. Base militar norteamericana donde se guarda la reserva de oro de USA y que se encuentra –por lo tanto- protegida por infalibles sistemas de seguridad.
** Sig Sauer P226: pistola semiautomática fabricada por las empresas Schweizerische Industrie Gesellschaft de Suiza y Sauer de Alemania, es conocida como una de las pistolas de combate más distinguidas en existencia debido a su fiabilidad y durabilidad.
Vox Populii***: Expresiòn en latín que quiere decir que se refiere a que algo es popular o muy conocido. Textualmente significa: Voz popular.
**** Insomnio Letal Familiar: Es una enfermedad perteneciente al grupo de las enfermedades conocidas como encefalopatías espongiformes transmisibles ( EET ), está causada por una mutación genética denominada D178N, y es una patología hereditaria y rara, con tan sólo 100 casos descritos en todo el mundo. Una enfermedad que produce una progresiva incapacidad para dormir, un insomnio de tal irreversibilidad, que llega a resultar mortal.
***** jihad: Guerra Santa.
los llamados “Ashura” sólo tenían el poder de destruir. No había elección para ellos. Pero torcieron su propio don*******: Eso es MUY cierto!, ¿acaso no recuerdan el omake de reencarnación “aprendiendo a vivir”?. Si chicos, los omakes están por algo.
Li Si, leal servidor del Primer Emperador de China Quin Shi Huang Ti*********: es nombre (histórico) del servidor de este legendario monarca. Efectivamente, fue su brazo ejecutor para todas las órdenes de Quin Shi Huang Ti; en este fic, Hin Lu desciende directamente de este servidor, de allí que sea “Guardián” de Shaoran quien desciende directamente de este emperador en el fic.
La canción utilizada en este capítulo es “Te buscaría” interpretada por Cristian Castro; ¿y los fragmentos de la otra canción del final?… pues ya habrán reconocido el tango “Silencio”… porque siempre lo uso como “presentación” ante la participación de la maquiavélica presencia detrás de los problemas. Como siempre, comentarios, dudas o tomatazos a mikki.chan@gmail.com aunque es mucho mejor para mi ver sus opiniones en el grupo de “Crónicas Card Captors”, ¡en serio, mejor escriban al grupo porque si bien hay varios que no andan del todo desencaminados sobre lo que se viene, ahora sí que tenemos las complicadas respuestas asomando al horizonte!
Avances del siguiente capítulo: ¡Y se nos revela lo que ha pasado con May May y sus pequeños acompañantes!.. pero no son las únicas revelaciones en puertas. Más de uno de los que están en Ruthwen House no puede creer lo que escucha, y es que la planificación en todo esto es mucho mayor de la que se podía haber previsto..
Pero hay que tener cuidado. Ni aun cuando las revelaciones son explicadas, se puede bajar la guardia.
Próximamente: Capítulo XXV: “Ojos de rubí”