Una sirena quiere dejar de serlo y pone en peligro todo el ecosistema marino. No, no se trata del cuento de Andersen, sino de Ponyo en el acantilado (2008), hasta la fecha la última película del maestro del anime Hayao Miyazaki. Tras alcanzar la gloria con El viaje de Chihiro (Oscar de animación en 2002), la trayectoria del japonés llegaba a su máximo barroquismo en El increíble castillo vagabundo (2004). Este trabajo, por el contrario, regresa a un espíritu infantil y a una animación manual, inspirada en las acuarelas del realizador.
Que nadie se esfuerce en buscar guiños a un público adulto. Sí están, en cambio, todos los temas habituales de Miyazaki: la amistad, el aprendizaje, la relación con la naturaleza. Y la fantasía de los abundantes pasajes oníricos; y la banda sonora del habitual Joe Hisaishi.
El guión tal vez no sea su punto fuerte, pero en ningún caso debe considerarse un producto menor. Los que se perdieran Ponyo en el acantilado pueden verla en el cine Doré el miércoles día 5, a las 22.20, y el viernes 7, a las 18.00.
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